Inteligencia emocional

¿Y si dejas para mañana lo que tienes que hacer hoy?

Hace unos años compré un libro sobre la procrastinación, ese comportamiento que nos lleva a actuar de forma opuesta al conocido “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. La dependienta de la librería no conocía el término y en el momento del cobro leyó la sinopsis y me dijo, “este libro tengo que leerlo yo”.

En parte todos somos procrastinadores, aún cuando no usemos esta palabra que tiene su origen en época romana, todos postergamos algo, dejamos algunas tareas para para más tarde, como cuando aparece en la pantalla el mensaje que nos avisa de las actualizaciones de software  y respondemos “ahora no, avísame mañana”.

Lo cierto es que siempre he cumplido los plazos, más en cuanto soy consciente de que mi trabajo y mi tarea afectan a terceros, soy responsable, estricta, exigente y cumplidora. Pero ¿qué pasa con aquellas tareas que no tienen plazo marcado, o cuyo plazo depende sólo de mi, del inicio de las mismas? Cuidarme más, acudir a esa revisión del dentista pendiente, dar forma a ese libro esbozado en mil y un borradores, tener más tiempo para mi…

¿Se es procastinador por falta de voluntad, por perfeccionismo, por falta de visión y metas claras…?

En la mente de un procrastinador, Tim Urban. Charla TED.

 Hay incluso manuales, como el de John Perry,  que abogan por la Procrastinación eficiente, guía para dar largas, pensar en las musarañas y posponer todo de manera productiva.

Leía hace mucho tiempo un trabajo, un pequeño manifiesto,  que confesaba haber hecho un descubrimiento muy, muy sencillo, pero que era la solución a muchas de nuestras insatisfacciones diarias: “Haz lo que toca”…

En vez de dispersarte y preocuparte por todo lo que no puedes hacer, ponte manos a la obra con lo que tienes que hacer, con lo que puedes hacer ahora.

Esto de ponerte a hacer lo que toca y que parece tan sencillo, esa Inteligencia ejecutiva que toma los mandos y nos invita a hacer, sin distracciones, aquello que tenemos que hacer hoy, en ocasiones se ve “distraída”, cuando no boicoteada,  y entonces:

… no termino de encontrar el tema para esta entrada en el blog, o bien, teniendo claro el tema, no terminan de fluir las palabras para darle forma. Mi diálogo mental me explica que no es falta de trabajo o de esfuerzo, he buscado y encontrado material más que de sobra, he leído artículos, visionado videos, entrevistas y tengo referentes y libros que me pueden ayudar con los argumentos y ejemplos, conectan con mi experiencia profesional y personal… tengo varios borradores posibles, pero llega el momento de publicar y no está el definitivo. ¿qué sucede?

Parece que programarse para crear contenido no es tan sencillo, es entonces cuando hay que apelar a la motivación interna,  por qué hacemos lo que hacemos, “La motivación se refiere a los mecanismos que nos hacen desear y decidir hacer las cosas que nuestro trabajo requiere” , esta definición es del libro “la máquina de motivar” que este año ha editado Euskalit.

 Un compañero de viaje me solicitaba hace algún tiempo herramientas para reducir la procastinación. Dejar de posponer y traducir a soluciones, de retosproyectos, ¿consiste todo en organizarse mejor?. Antes las propuestas para el procrastinador tomaban forma de talleres de gestión del tiempo, hoy en día este parece un paradigma anticuado y todo  gira alrededor de la efectividad; la clave está en la gestión de la atención. Hay una persona que lleva mucho tiempo en esto y es Jose Miguel Bolivar del blog optima infinito, un referente, del que por supuesto le hablé a mi compañero, y en el que encuentro muy bien definido uno de los motivos para seguir escribiendo aquí: “para aprender hay que pensar y escribir te obliga necesariamente a pensar”

 La curiosidad es mi motor, mi deseo de aprender y aprender a decidir mejor es un reto diario al que enfrentarme.

Tomamos decisiones constantemente, qué desayunar, hacer o no esa llamada de teléfono, que ropa llevar hoy, que compras hay que hacer al volver del trabajo, que tareas priorizamos, cuales podemos posponer.. Decidimos, hacemos y encontramos pequeñas gratificaciones que refuerzan nuestras conexiones neuronales para que esa acción se repita en el futuro. A veces no nos cuesta nada, es ya un hábito, y otras veces,  nos supone un gran esfuerzo ponernos a la tarea. Algunas decisiones son fruto de la reflexión y otras son inconscientes. Nuestro cerebro construye toda una línea argumental en base a la decisión tomada. Tenemos siempre a nuestra disposición una completa librería, en forma de bolsa de experiencias e información acumulada, que nos sirve para justificarnos. De esta forma siempre encontramos una elaborada excusa para eso que hemos dejado sin hacer.

Hay investigadores y metaanálisis de la procrastinación, y resulta curioso saber que Leonardo da Vinci o el Dalai Lama entran en la categoría de procrastinadores. Se me ocurren conexiones con  la sorprendente verdad sobre que nos motiva de Daniel Pink o con la importancia de trabajar dentro de mi círculo de influencia y no en el de preocupación, propuesta de Stephen Covey… , pero ahora toca decidir, terminar a tiempo, descartar, publicar, y eso requiere saber poner el punto final.

¿procrastinas o encuentras los motivos para hacer lo que toca?

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