Amélie Nothomb y el divertido juego literario

Me divierte mucho Amélie Nothomb. Los seguidores de Pompas de Papel lo saben. Son muchos años ya siguiendo la obra de esta escritora belga, residente en París y nacida en Japón porque su padre era el embajador de Bélgica en ese país. Me entusiasman sus retorcidas historias con finales truculentos y las reflexiones que hace sobre su propia vida. Es cierto que a estas alturas ya no me sorprenden tanto sus finales de “vuelta de tuerca”, pero eso ha dejado de importarme, porque donde uno encuentra la satisfacción al leer a Nothomb es en su afilada lengua, en su retorcida imaginación, en su sarcástico sentido del humor.

En Pétronille parte de una historia hasta cierto punto autobiográfica para construir una novela muy precisa sobre el mundo literario y los límites que establecemos a la hora de convivir con los demás. Hay solo dos personajes en la novela, la propia Amélie Nothomb a los 30 años, ya una autora famosa, y una escritora novel llamada Pétronille Fanto, de 22 años, con la que la autora comienza a relacionarse por correo hasta que se encuentran en una firma de libros. La relación comienza en el año 1996. Amélie queda prendada dLIBRO Petronille 2el carácter de Pétronille. Amélie es la aristocrática, la joven es la proletaria. La veterana respeta los modos de cortesía y las conveniencias sociales, la nueva no tiene pelos en la lengua y desprecia a todo aquel que tenga dinero. Una corriente de simpatía, como una descarga eléctrica, se establece entre las dos.

Además hay otro elemento que las une: el amor al champán. A las dos les gusta beber este maravilloso brebaje espumoso y alcanzar ese punto de embriaguez, de ebriedad, que nos vuelve más ingeniosos y que nos hace ver el mundo con otros colores, con otras texturas. Ese momento nirvana al que se llega antes de la borrachera y la posterior resaca, aunque en el caso del champán –Nothomb dice- la resaca sea casi inexistente. Entre quedada y quedada para beber y para compartir sus intereses literarios avanza la historia en la que vemos caer hasta el infierno a Pétronille que, aunque publica libros muy bien recibidos por la crítica, no son lo suficientemente queridos por el público, lo que le lleva casi a la indigencia. Amélie intenta ayudarla, pero su amiga proletaria no aceptará jamás el dinero de una rica heredera y escritora de éxito. Para sobrevivir Pétronille se convierte en probadora de fármacos, lo que a punto está de llevarla a la muerte. Hasta que un día la joven escritora, ya madura –pasa el tiempo en esta novela- comienza a encadenar éxitos literarios. Y entonces las cosas cambian.

¿Algo que sucedió, que pudo suceder? Nothomb no lo aclara, pero no nos importa porque en la ficción está la realidad, la realidad que ha creado la autora a partir de sus recuerdos y sus ensoñaciones. Un libro que está repleto de reflexiones antológicas. “El error es creer que el físico sólo cuenta en el amor. Para la mayoría de las personas, entre las que me cuento, el físico es importante en la amistad e incluso en las relaciones más elementales”. “Lo que no soporto de los museos es la velocidad de tortuga que la gente considera obligatorio adoptar en su interior. En lo que a mí respecta, me desplazo a paso ligero, abrazando con la mirada varias perspectivas”. “Tengo una larga experiencia en materia de separaciones, y sé mejor que nadie el peligro que entrañan: separarte de alguien prometiendo que volveréis a veros es el presagio de las cosas terribles”. Impagable.

Lectura gozosa y juguetona, por lo menos para los lectores. Porque al final del libro Amélie Nothomb deja una frase que nos hace pensar si escribir no es para la autora una fuente de dolor: “Por más que sé que escribir es peligroso y que al hacerlo pones en riesgo tu vida, siempre acabo cayendo en la trampa”. ¿Boutade ó confesión sincera? Conociendo a la Nothomb seguramente las dos cosas.

Enrique Martín

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