Archivo de la etiqueta: Libros

Leer, viajar, soñar

002

“Lo imprevisto no existe”, declara el impasible Phileas Fogg antes de partir del Reform Club de Londres para dar su vuelta al mundo en 80 días. Cuenta Verne que Fogg “no viajaba, sino que describía una circunferencia alrededor de la tierra”, ateniéndose siempre a su puntillosa hoja de ruta e inquebrantable fe en la era de los inventos pese a las tempestades, averías de barcos de vapor o emboscadas de los indios Sioux que amenazan con descarrilar su apuesta.

ulises

En las antípodas del recto caballero inglés se encuentra el Mediterráneo Ulises, tramposo y astuto varón como lo llama Homero, el vagabundo por excelencia que naufraga, llora, ama, lucha contra cíclopes y monstruos marinos y provoca la ira de los dioses antes de regresar a su amada Ítaca.

Leí ambas novelas por primera vez hace años, pero he tenido la enorme dicha de volver a ellas recientemente al leérselas a mi hijo mayor a las noches, antes de apagar la luz. Y como ocurre cada vez que releemos un clásico, nos sorprendemos al descubrir nuevas claves, complicidades que no sospechamos cuando nos adentramos febrilmente en sus páginas en la primera lectura, quizá porque éstas nos dejaron deslumbrados como al niño que descubre una cueva llena de tesoros.

El Mediterráneo como metáfora de la incierta travesía humana. En medio del creciente divorcio entre el Norte y el Sur de Europa, Angela Merkel llegó ayer a Atenas para, probablemente, decir a sus anfitriones griegos que no sean tan truhanes, tan vividores, tan Mediterráneos como Ulises, y que aprendan más del metódico y austero Fogg, dechado de disciplina, quien dijo aquello de que “es el sol el que está mal, no el reloj”.

merkel-greece

¿Pero qué sería Europa sin el alma griega que la alumbró? Kavafis decía que el viaje era Ítaca. Contrariamente a Passepartout, Fogg apenas muestra curiosidad o inquietud por el mundo, encerrado en su interminable partida de whist y pendiente de las columnas de beneficios y pérdidas que anota religiosamente en su cuaderno al llegar a puerto.

Fogg retorna al punto de partida, habiendo encontrado una mujer en la India pero esencialmente siendo el mismo hombre; Ulises, baqueteado por las guerras, el mar y los mil desafíos de la travesía (por la vida misma) no es al regresar a Ítaca el hombre que partió.

Teme Mario Vargas Llosa que el libro escrito para las pantallas digitales acabe adocenando el contenido de los libros escritos tradicionalmente para el papel.

(Para el New York Review of Books, el futuro del libro digital ya está aquí, aunque en Europa y en España las cifras de ventas de libros digitales sean todavía comparativamente bajas.) Ojalá se equivoque el Nobel.

libros-antiguos_21095604

Si algún día mis hijos leen a Verne o a Homero a sus hijos por las noches probablemente lo hagan en digital y no en el soporte del viejo Gutenberg. Pero el viaje interior, ese del que hablaba Kavafis, será el mismo. Fogg, Ulises y tantos otros inolvidables personajes de la literatura, perdurarán. Como le digo a mi hijo antes de apagar la luz, mañana seguiremos con Verne.