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Pon a prueba tu mente IV

Nuevos desafíos:

Consigna 1:

¿Quién es el que trabaja uno solo día al año?

Consigna 2:

Alfabéticamente ¿cuál es el primer número entre todos los números?

Consigna 3:

Arte en singular es masculino y en plural es femenino, mencione al menos dos palabras con esa característica.

Consigna 4:

Profesor: La pregunta es ésta: ¿Aprobarás este examen? Alumno: ¿Cómo voy a saberlo? Profesor: Eso no es una respuesta. Debes darme una respuesta clara. Si contestas bien, aprobarás ¿Que respuesta daría para aprobar?

El que no arriesga, no gana!!!

Pon a prueba tu mente III

Cada vez son mas los que se animan a participar activamente de este desafío. Pensar, analizar, arriesgar y actuar son habilidades indispensables para enfrentar eficáz y exitosamente los problemas que se nos presentan en la vida cotidiana y esta es una excelente manera de entrenar esos aspectos: jugando!!!

Consigna 1

Termómetro es una palabra con varias sílabas en la que cada letra se repite dos veces. ¿Puede mencionar alguna otra con la misma característica?

Consigna 2

Juan y Carlos trabajan en el mismo lugar. Ambos viajan en motocicleta y salen a la misma hora. Juan vive a 5 km, Carlos a 10 km. Cierto día salen de trabajar y, a la misma hora y a la misma velocidad se dirigen a sus respectivas casas. De pronto se viene un aguacero, ninguno lleva capa, ni se detienen. Juan se moja pero Carlos llega totalmente seco a su casa. ¿Cómo fue posible?

Consigna 3

¿Cuál es el medio de transporte que no puede tomar curvas?

Consigna 4

3 patos avanzan de frente uno detrás del otro. Uno dice tengo 2 patos delante de mi, otro tengo 2 patos detrás de mi y el tercero dice tengo 2 patos adelante y 2 patos atrás. ¿Qué ocurre?

El que no arriesga, no gana… EXITOS!El que no arriesga, no gana… EXITOS!

EL PROBLEMA COMO MOTOR DE LA INTELIGENCIA

Crisis y oportunidad.

El problema puede considerarse como el motor de la inteligencia ya que la enciende y la moviliza para que entre en acción. Una vez aceptado el problema, se activa el pensamiento: el instrumento que posee la mente para su resolución.

Sobre el pensamiento se habla mucho pero se hace poco. En el lenguaje cotidiano, se utiliza el verbo “pensar†de manera inapropiada, por ejemplo, como sinónimo de asociar, recordar o creer. Pensar, en el sentido reflexivo de la palabra, implica comprender la situación, inventar la solución y actuar en consecuencia.

Utilizar el imperativo piense es, en realidad, una paradoja. A ninguna persona se la puede obligar a pensar porque el pensamiento actúa reflexivamente cuando su socio estratégico (el problema) aparece.

El problema es entonces una oportunidad para utilizar la inteligencia y, por lo tanto, debe ser encarado con una visión optimista.

Para provocar un intenso movimiento interior que promueva un cambio en la vida, hay que adquirir el hábito del pensamiento como instrumento, desarrollar la capacidad de observación o de descubrir aquello que los demás no pueden ver, y fijar objetivos en lugar de limitarnos a reaccionar ante lo que sucede.

La necesidad, que es la madre del problema, es la consecuencia del deseo.

Se pueden distinguir dos fases por las que atraviesa la invención de una idea: nace en el hemisferio derecho, el sitio de la imaginación creadora, y continúa por el hemisferio izquierdo, donde se detiene hasta que se convierte en proyecto. La ejecución global de este proceso es la materialización de la idea como logro. Así es como el creador convierte su espíritu en materia.

Los pasos del pensamiento.

Para resolver un problema, el pensamiento utiliza un camino indirecto: obtiene conclusiones derivadas de los conocimientos que posee y los relaciona con los datos.

El conocimiento de lo general es básico para cualquier propósito ya que permite predecir lo que ocurrirá y planificar en consecuencia.

El pensamiento es el que hace el trabajo de generalizar e individualizar, es como un reflejo de la realidad que se hace posible gracias al lenguaje. Lo general se nombra con palabras, es decir, la palabra “árbol†representa a todos los árboles. Sin palabra, no hay generalización posible: el lenguaje es la realidad inmediata del pensamiento que permite ir más allá de la sensación y de la percepción.

El pensamiento, entonces, puede llegar mucho más lejos, y más rápidamente que la percepción porque mediante la generalización se puede concluir inclusive sobre aquello que no se ve.

Lo sensorial es la base del conocimiento ya que se aprende por contacto con la realidad. La práctica es la fuente, refuerza lo que se sabe y comprueba si el saber es consistente con respecto a los hechos o verdades que afirma.

Existe un doble sistema de señales: los hechos (lo real, lo que acontece) y los signos. Tanto uno como el otro se complementan en la mente del hombre.

El pensamiento difiere de persona a persona según su:

· Amplitud: Es la posibilidad de abarcar el problema en su conjunto, con sus características generales y particulares.

· Profundidad: Tiene que ver con llegar a las causas y consecuencias, inmediatas y remotas, y a sus fundamentos.

· Independencia: Es la capacidad de tener pensamientos propios y la posibilidad de ejercer sobre ellos la autocrítica.

· Flexibilidad: Se relaciona con variar los medios y los enfoques para solucionar los problemas ante los fracasos.

· Consecutividad: Es observar el orden, sin saltar erráticamente de un tema al otro aplicando los principios lógicos de la identidad, la no contradicción y el del tercero excluido.

· Rapidez: Está en relación con el timing para que la solución no llegue después del momento en que era necesario obtenerla.

El valor de las ideas.

El valor del pensamiento lógico queda planteado, la lógica fue la base del progreso de la ciencia. Sin embargo Einstein dijo que nunca descubrió nada nuevo con su hemisferio racional. Fueron pequeñas ideas las que transformaron al mundo. Lo que necesitamos es descubrir nuestro genio interior y llevarlo a la práctica con el auxilio de las ideas simples que se filtran con facilidad y que no reciben reparos por incomprensión o intereses en pugna ni generan la resistencia que sí provocan las propuestas complejas. El creador es el mejor imitador que tiene Dios en la Tierra porque genera un producto concreto de la nada.

Un arquitecto que ha descubierto su vocación y la ejerce con placer, pasa por un terreno e imagina la casa de sus sueños. Como tiene competencia y capacidad para concretar su idea, puede llevarla a la práctica con los recursos necesarios.

Examinemos algunos ejemplos de la historia sobre pequeñas ideas que produjeron grandes cambios:

· La fórmula elemental de guardar los fósforos en una cajita y su posterior automatización le dio a los suecos el monopolio sobre esa industria.

· King C. Gillette inventó la hoja de afeitar mientras se afeitaba. Partió de la premisa de inventar un producto que obligara a los hombres a comprarlo durante toda la vida.

· Albert Einstein descubrió la teoría de la relatividad imaginando que viajaba en la punta de un rayo de luz.

· Los medios masivos de difusión surgieron de la combinación entre el linotipo de Ottmar Mergenthaler, que hizo posible el periódico de impresión rápida y en escala, y la publicidad gráfica. El precursor fue Joshep Pulitzer que recurrió a esta fórmula para distribuir noticias y obtener ganancias al mismo tiempo.

· Nyels Finsen observó un gato en el tejado que se movía hacia el sol y tuvo una idea que lo convirtió en poco tiempo en el precursor de la lámpara de rayos ultravioletas.

· Jacobo Schaffer descubrió el papel cuando investigaba cómo las avispas lo obtenían de los árboles. Revolucionó al precario método que utilizaba trapos viejos para fabricarlo.

· Louis Wartemann inventó la pluma estilográfica después de perder un negocio por derramar tinta sobre el contrato.

· Thomas Edison se propuso iluminar un hilo muy fino y después de mil fracasos llegó a inventar la lámpara eléctrica.

· Los enormes huesos del oído son operados por una delicada membrana. Alexander Graham Bell pensó que podía imitar este sistema con piezas de acero. De esta manera inventó el teléfono.

· El planeta Neptuno se descubrió ya que José Leverrier supuso su existencia al observar las perturbaciones en el movimiento del planeta Urano.

· Otto Lilienthal inventó el planeador por comparación con el tipo de alas de las aves.

Concentración

La concentración es la clave del éxito.

Un estudio de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburg, Pennsylvania, demostró que si se efectúan simultáneamente dos actividades, la efectividad de cada una disminuye en el tiempo. Ante la complejidad, dividir la atención genera el 85% de los accidentes ya que no se puede desarrollar al mismo tiempo más que una función en forma perfecta.

Frente al constante crecimiento de los estímulos caben dos opciones: someterse pasivamente a ellos o atenderlos selectivamente según el interés. Al eludirlos evitamos ser invadidos por ellos pero a la vez, creamos una barrera que nos impide captar lo importante y descubrir oportunidades. Para orientarse en una dirección, hay que salir del automatismo y tomar conciencia.

Cuando prevalece la atención involuntaria, la mente – que es por naturaleza vagabunda – se distrae cada 12 segundos (es decir, 300 veces en una hora). Es por eso que durante la lectura, con frecuencia es necesario volver a párrafos anteriores.

Podemos imaginar a la mente saltando entre una figura y un fondo, pero esa rotación puede provocarse de dos formas:

1) Por selección (desde adentro).

2) Por imposición (desde afuera).

El secreto consiste en saber cuándo aplicar o quitar filtros según corresponda.

Existen dos tipos de concentración: la activa, que descubre novedades, y la pasiva, que las enriquece mediante la reflexión y la meditación en estrecho contacto con la memoria.

Los peligros de la concentración activa son: la obstinación, la estrechez de miras y la falta de distancia. El mayor peligro de la pasiva es el divague. Para evitar estas fallas, la receta es concentrarse durante la acción y meditar antes de la decisión. El principio rector es saber lo que se quiere, actuar en consecuencia y controlar los resultados que se obtienen.

Los afectos juegan un rol prioritario en la dinámica mental, por eso, hay que educarlos desde la infancia desarrollando la inteligencia emocional como actitud. El interés es el componente intelectual de la emoción. Si se lo cultiva, conectándolo con el deseo primario, produce el entusiasmo y la pasión. Sin equilibrio entre razón y emoción, la mente opera en un vacío, sin brújula orientadora. Es entonces cuando aparecen vicios como apelar a la “fuerza de la voluntadâ€. Sin claridad en lo que se desea, no hay motivación; sin un propósito definido, no hay constancia en la decisión.

La peor solución es el autoengaño porque no permite enviar señales claras al cerebro. Lo que se reprime o el obstáculo, aparece luego como una atracción fatal que produce una fijación negativa en ideas parásitas. En cambio, la concentración perfecta hace concordar la intención y la acción en un estado ecológico de flujo donde el logro se alcanza sin esfuerzo.

La tensión es el enemigo número uno. Cuando se produce por un robo, una pelea, etc., la energía pasa del cerebro al corazón y a los músculos. La respuesta se asocia a una emoción violenta. El tipo de vida moderna lleva a una tensión crónica con enemigos imposibles de combatir como el desempleo, las drogas, la corrupción, la contaminación, etc. El estado de angustia está latente y no permite identificar su causa.

Por lo tanto, es cada vez más importante aprender cómo funciona la mente para operar ante situaciones de creciente dificultad. Esta es la gran deuda del sistema educativo formal que no enseña cómo producir la propia energía, la que se logra comparando el ideal con la coyuntura, haciendo de cada defecto una virtud, “recargando las baterías†a través del relax y de la respiración profunda que permite que la sangre circule por las venas y transporte por el cuerpo el espíritu innovador de la creatividad.

El secreto está en dejar de reaccionar ante lo que pasa y elegir el futuro que se anhela, manteniendo así la ruta seleccionada. Si se empieza por educar a la mente, la concentración hará la diferencia.

Gimnasia cerebral

Los lóbulos frontales permiten construir proyectos, adquirir la conciencia y la libertad que nos expulsó del Paraíso. De esta manera, podemos escapar del condicionamiento biológico y contrastar la idea de Albert Einstein: “Dios no juega a los dadosâ€. Así seremos los arquitectos de nuestro propio destino.

La sustancia gris está compuesta por 100.000 millones de neuronas que integran una cadena. En 5 sinapsis o puntos de encuentro, esta cadena se comunica con las neuronas (o cadenas) más lejanas en milésimas de segundo. Las que se descargan juntas, se conectan entre sí. Las que no participan, desaparecen. De ahí la importancia de la gimnasia mental.

El cerebro se construye a partir de nuestras acciones. La ventaja es que podemos realizar una gimnasia mental ya que el cerebro, como “hardwareâ€, acepta una imagen como si fuera un hecho. Por ejemplo, el que escribe en un teclado sólo con su dedo índice aumentará la representación del mismo en el cerebro. Imagine que se agacha, toma una pesa y la levanta 10 veces. Su cerebro, activará el área de movimiento. Este método es usado por deportistas profesionales para programar mentalmente su rendimiento, y también lo utilizan los publicistas para unir marcas con emociones.

La clave es la concentración. Los lóbulos frontales realizan una selección pero el problema es cómo sostener la atención, cómo desconectar o bajar el volumen de las otras áreas, cómo aprender y luego delegar la rutina. Lo importante es que la elección sea hecha desde adentro y en función de los deseos.

El cerebro tiene sistemas autónomos que pueden ayudarse entre sí. Por ejemplo, si a Ud. le preguntan “¿cuántas ventanas hay en su casa?â€, el hemisferio izquierdo realiza el cálculo mientras que el derecho visualiza.

Luego de los 25 años perdemos 50.000 neuronas por día. Al envejecer disminuyen los reflejos y los intereses, pero estos efectos pueden evitarse. La actividad física genera neuroestimulantes. Si bien la educación puede ser otro incentivo, es la experiencia en forma de inteligencia cristalizada la que mejora con los años. Por ejemplo, las personas mayores suelen destacarse por tener una mayor capacidad de análisis, recordar sus obligaciones y ser más cuidadosas.

El cerebro mejora con su uso: cuando se pierden neuronas hay millones, intactas, que esperan su oportunidad. La juventud es relativa a la esperanza. Pablo Picasso pintó hasta después de los 90 años.

La fuerza bruta de la inteligencia juvenil se compensa con la ecología mental. El cerebro que ya ha “aprendido a aprender†rejuvenece cuando practica ante situaciones nuevas, puede jugar a decodificar lo percibido, almacenarlo y recuperarlo.

El método consiste en anticiparse o efectuar una prelectura, preguntándose qué es lo que se sabe sobre un tema determinado. Luego, es necesario leer activamente y contestar las preguntas, evaluar lo aprendido y testear el recuerdo. Finalmente, la actitud emocional es básica: hay que sentirse joven.

La gimnasia humana más importante es la lectura, que es el motor de la civilización y la cultura. Los genes nos brindan los instintos,

las reacciones y los movimientos necesarios. El tallado del alfabeto en el cerebro es entonces la victoria de la mente y del espíritu sobre la materia. Los genes, que especifican nuestro comportamiento, han dejado para el cerebro la sensibilidad ante la experiencia.

Contando con ese capital intelectual, la vida se transforma en el gimnasio del cerebro. Por lo tanto, es muy importante evaluar a qué nos dedicaremos durante los próximos veinte segundos. La vida episódica pasa sin dejar huellas. La sistémica, en cambio, tiene un objetivo y busca alcanzarlo aprovechando cada instante como una oportunidad. Mantener ese interés y el contacto social son sus ingredientes básicos.