Nos encontramos delante de la obra más conocida del mundo seguramente; se trata de La Gioconda. Una obra que mide 77 por 53 centímetros pintados sobre madera de chopo. La joven del cuadro está sentada en una silla, en una especie de balcón con vistas a un extraño paisaje rocoso.
El brazo de la silla está situado en paralelo al plano del cuadro, al igual que su torso. Pero ella se encuentra girada hacia adelante, mirando directamente hacia el espectador con sus ojos oscuros un poco ladeados hacia la derecha. Tiene las mejillas redondas, la frente amplia y sin cejas, los labios juntos, esbozando una sonrisa en la comisura izquierda.
La mano izquierda agarra el brazo de la silla, y los finos dedos de la derecha reposan elegantemente sobre la otra. Lleva un velo translucido en el pelo, en su vestido se forman unos sencillos pliegues y un manto le cae del hombro izquierdo.
Leonardo da Vinci dejó miles de dibujos preparatorios y notas detalladas de todos los aspectos de su vida, pero no hay un solo boceto preliminar de la Mona Lisa ni ninguna mención al retrato en sus cuadernos. Esa incertidumbre contribuye al misterio que lo rodea.
Esta tarde Iker Landeta nos ha ayudado a analizar este misterioso cuadro.