“El descendimiento de la cruz” es una obra de Roger Van der Weyden que data de 1436 de oleo sobrte tabla con unas dimensiones 220 x 262 cms y se encuentra actualmente en el Museo del Prado.
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El gran maestro de Tournai centra la composición en la Compassio Mariae, la pasión que experimenta la Virgen ante el sufrimiento y la muerte de su hijo. Para traducirla en imágenes, el pintor escoge el momento en que José de Arimatea, Nicodemo y un ayudante sostienen en el aire el cuerpo de Jesús y María cae desmayada en el suelo sostenida por San Juan y una de las santas mujeres.
Weyden maneja con maestría las figuras representadas en un espacio limitado al fondo y en los extremos, donde los movimientos opuestos y complementarios de San Juan y la Magdalena cierran la composición. En el interior de ese espacio sobresale el juego de diagonales paralelas que diseñan los cuerpos de Cristo y de María, poniendo de manifiesto su doble pasión. Impactan los gestos, la contención con que se expresan los sentimientos y el juego de curvas y contra curvas que une a los personajes.
La riqueza de sus materiales -el azul del manto de María es uno de los lapislázulis más puros empleados en la pintura flamenca de la época- y sus grandes dimensiones, con las figuras casi a escala natural, evidencian ya lo excepcional de la obra. El espacio poco profundo, de madera dorada, en que Weyden representa a sus figuras y las tracerías pintadas de los extremos superiores -imitando también la madera dorada-, al igual que el remate rectangular del centro, las hacen semejar esculturas policromadas. Además, el engaño óptico se refuerza aún más por el fuerte sentido plástico que Weyden imprime a sus figuras, siguiendo el ejemplo de su maestro Robert Campin, como hace en todas sus obras tempranas.
Lo más sutil del cuadro son los rostros: los propios rostros de los personajes, esos diez rostros que nos enseñan las diversas categorías del dolor humano: la muerte, la angustia, la pena, el llanto, la desesperación, la tristeza, el desasosiego o la incertidumbre. Dolor contenido en unos casos o dolor explícito en otros, manifestado en las lágrimas que brotan de algunos de los asistentes al descendimiento y en los gestos de las dos mujeres de los extremos. Dolor espiritual e incluso dolor físico. Los rostros del dolor, en definitiva.
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La próxima semana: “Martes de Carnaval” de Cezanne
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obra imprescindible de ver y conocer. Iker el mejor
la verdad es que para mi este cuadro representa tristeza pero a la vez … no se un poco de ternura parece que cristo estuviera dormido
tia… estas mal pos claro que esta dormido
ola bombom
sabes que técnica ha sido utilizada