X

Florencia y David

    Categories: Escultura

Cuando uno viaja a Florencia se encuentra con un lugar mágico que todavía conserva ese encanto de las ciudades pequeñas que se recorren fácilmente a pie. Y allí, en el centro, delante del que lleva siglos siendo sede del gobierno municipal, el Palazzo della Signoria, nos encontramos de frente ante una de las obras maestras de todos los tiempos: el David de Miguel Ángel (la escultura es una copia del original en la Galleria dell’Accademia).

La figura del David bíblico y la ciudad de Florencia están indisolublemente unidos desde el Renacimiento. En ese momento, en una época en la que la ciudad-estado italiana se hacía fuerte frente a sus enemigos seculares y se convertía en el faro artístico y cultural de Europa, los florentinos vieron en David un símbolo de su orgullosa República.

Los tres escultores más importantes del Renacimiento florentino –Donatello, Verrocchio y Miguel Ángel- representarán la figura del joven héroe y futuro rey del pueblo de Israel. Dos de estas esculturas, las de Donatello y Verrocchio, serán encargos específicos de una de las más poderosas familias florentinas del momento,  los Medici. Ellos también adoptarán la figura de un joven David como símbolo de su poder creciente y de su legitimación como gobernantes de la ciudad, imponiéndose a la República.

Desde el siglo IV David había sido considerado un símbolo del buen gobernante ungido por Dios. Y en el siglo XV, la figura era reconocida como un ejemplo a imitar entre los mandatarios puesto que para ellos simbolizaba un conjunto de virtudes bendecidas por Dios tales como la ayuda en el combate, el derecho de conquista o la armonía cívica y la abundancia material. Conceptos fundamentales, sin duda, para cualquier sociedad renacentista.

En este contexto, los artistas florentinos de finales del siglo XV, y Miguel Ángel a comienzos del XVI, se afanarán por representar al joven astuto y valiente que fue capaz de derrotar al gigante Goliat.

Itziar Martija:

View Comments (1)

  • Qué bien que me has recordado las versiones de Donatello y Verrochio.
    Qué ganas de volver a Florencia, que como dices es una de esas ciudades mágicas y "amables" ya que se dejan recorrer y cada esquina depara una sorpresa....
    Un abrazo ;-)