Hablar de Dalí  es hablar de excentricidad, genialidad y  surrealismo. Todo un universo mágico que el de Figueres trasladó a sus lienzos y que ha conseguido atrapar a muchos  interesados por su pintura. Las numerosas mujeres que frecuentaban su casa ( la madre, hermana, tias, abuelas y gobernanta ) animaban el ambiente familiar del artista. Dalí era un pequeño señorito que muy pronto dio muestras de su farragoso temperamento.

Su obsesión por la comida la dejó muy patente a lo largo de todas las pinturas en las que introducía alimentos, como en su obra maestra La Persistencia de la Memoria, en la cual los relojes blandos recuerdan al queso Camenbert derretido.

“Estoy  absolutamnete convencido de que el futuro de su hijo será brillante”. Con estas palabras, el artista catalán Joan Miró convenció al padre de Dalí para que dejara partir de inmediato a su hijo a París. Pero hubo otra señal positiva para él; Picasso, de paso por Barcelona en 1925, se había quedado encantado con los cuadros expuestos en su primera muestra individual en la  Galería Dalmau.

En 1946 Dalí y Walt Disney se conocieron en Hollywood durante una fiesta en honor al artista por las secuencias de Recuerda. Fué un flechazo y decidieron colaborar juntos en un largometraje de dibujos animados.  Destino  era el título de los dibujos animados ,que debía durar unos seis minutos y ser la continuación de otra obra maestra de Disney: Fantasía. Pero el proyecto se truncó a causa de la difícil situación económica en que se encontraba la factoría Disney en aquellos años. Destino es la historia de una joven que buscaba el amor verdadero. Se desarrolla en un inquietante escenario surreal, donde muletas, pirámides y bailarinas sin cabeza parecen las animaciones de los cuadros de Dalí: el resulatdo es la sorprendente animación de las fantasías del genio catalán y casi la concreción del sueño del gran Walt Disney de continuar su Fantasía.

Video Destino