Cualquiera que haya viajado a Roma habrá visitado uno de los edificios más singulares del mundo: el Panteón. Modelo y fuente de inspiración para un sinnúmero de artistas, su atractivo sigue cautivando a todo tipo de gentes.
El Panteón de Agripa fue mandado construir por el amigo personal del Emperador Augusto, en el año 27 a.C., como parte de su extenso programa propagandístico, tras su victoria en Actium. Este primer templo, erigido en la confluencia de dos rías, se levantó en el lugar en el que la tradición afirmaba que Rómulo, divinizado, había sido transportado a los cielos por Marte, dios de la guerra.
Sin embargo, el templo construido por Agripa ardió hasta sus cimientos en el año 80 d.C., por lo que, en el año 120, fue mandado reconstruir por Adriano. El Emperador transformó la inicial planta rectangular, proyectada por Agripa, en otra circular, basada en la utilizada habitualmente para los templos dedicados a Vesta, pero trasladando el interés al interior.
Sobre un enorme cilindro de ladrillo se levanta una inmensa cúpula que cubre todo el espacio interior. Una cúpula de más de cuarenta metros de diámetro, decorada con casetones y perforada por un óculo central de casi nueve metros que, además de ser el único punto de luz del edificio, funciona como elemento simbólico de la advocación del templo a todos los dioses.
La influencia de este edificio en la tradición arquitectónica occidental ha sido decisiva, especialmente durante el Renacimiento. A partir del siglo XV, proliferaron todo tipo de tratados sobre arquitectura que analizaban e interpretaban los monumentos de la antigüedad romana en base a las nuevas ideas renacentistas. De este modo, el Panteón se convirtió en foco de estudio para arquitectos y otros artistas de la época. La cúpula se convirtió en uno de los principales sistemas de cubrición de los templos renacentistas, como símbolo de la eternidad y la idea de lo celeste y lo divino.
Brunelleschi tomó el Panteón como punto de partida para la construcción de la primera cúpula del Renacimiento, la del Duomo de Florencia. Tras ella vendrán muchas más: las de la Capilla Pazzi en Santa Croce o la Sacristía Vieja en San Lorenzo, ambas en Florencia y obra del mismo Brunelleschi. O la de San Pietro in Montorio, realizada por Bramante en Roma y que, a su vez sirvió de inspiración, junto al Panteón, a Miguel Ángel para levantar la impresionante cúpula de San Pedro en el Vaticano.
No cabe duda de la importancia artística de este edificio, pero más allá de este hecho, el Panteón es un edificio que cautiva y casi hipnotiza al que lo visita. De noche, de día, con sol o con lluvia, al entrar los ojos se nos van directamente a la cúpula y a ese óculo central, creando una sensación inmensa de ingravidez, de estar inmersos en un espacio casi irreal que nos transporta a otra época.
Please comment with your real name using good manners.