Mr. Andrews con su rostro pálido se presenta como un arrogante personaje. Con una pierna cruzada por delante de la otra, se apoya indolente sobre el banco. La postura relajada, la levita clara y la corbata inmaculada anudada al cuello, en combinación con los utensilios de caza, sugieren el equilibrio justo entre trabajo y placer que caracteriza al caballero. Apoya los pies sobre las raíces del roble, árbol que desde siempre ha simbolizado solidez y permanencia, es más, incluso la eternidad.

Andrews se presenta como representante de la nobleza terrateniente.

Los sentimientos no tenían ningún valor a la hora de concertar un matrimonio entre familias ricas. La novia generalmente, se casaba con 15 o 16 años como es el caso de Mrs. Andrews. Mary no era más que una marioneta en manos de los dos clanes. Los abogados durante esta época elaboraban cientos de contratos llenos de cláusulas intentando preservar siempre las riquezas familiares.

No hay duda que Mary era un gran partido para Mr. Andrews, puesto que ella portaba las tierras donde ambos posan.

Las telas del moderno vestido de Mary procedían seguramente de Londres o Paris, no de la fábrica local de su familia. El banco rococó  apenas da cabida al ampuloso vestido largo de seda color azul y amarillo pálido con miriñaque por debajo. Su mirada fría y los labios apretados nos dicen que podría traducir un interés por acumular y conservar sus bienes.

En 1768, se fundó la Royal Academy, de la que formó parte desde el comienzo. A su muerte, Reynolds, la máxima autoridad artística de la época, con quien nunca compitió pese a ser ambos retratistas, alabó su pincelada fluida y brillante y su estilo de toques que «gracias a una especie de magia, a una cierta distancia, se convierte en el trazo deseado».

También realizó numerosos dibujos y grabados al aguafuerte. El artista trabajó igualmente la litofanía, un sistema de “proyección” de imágenes a través de pantallas de cera recubierta de porcelana a través de la cual se filtraba la luz.

( VÍDEO THOMAS GAINSBOROUGH )