Representa a la esposa del industrial del azúcar Ferdinand Bloch-Bauer. Mecenas y asidua de los círculos culturales vieneses, solía organizar reuniones de intelectuales a las que asistía Klimt y el compositor Richard Strauss. Es su carné de identidad oficial, pero esconde una historia personal que sin duda, ha dado realce a una obra por la que han litigado los herederos de la protagonista y el Estado austríaco desde hace décadas.

En realidad, la refinada y lucida dama de la burguesía austríaca fue una chica desdichada. Hija de banquero, se casó joven, a los dieciocho años, por interés familiar y sin amor con un magnate de la industria dieciséis años mayor. Fumadora empedernida, frágil y enferma durante toda su vida, murió a los cuarenta y tres años. Testimonios de la época apuntan que Adele Bloch-Bauer pudo haber sido amante del artista; lo que sí es seguro es que fue la única modela pintada dos veces por Klimt.

El cuadro fue confiscado a sus propietarios, los herederos directos de Adele, tras la anexión de Austria por la Alemania nazi en 1938. Adele Bloch-Bauer había muerto en 1925. Al no tener hijos, dispuso que la obra pasara al Estado de Austria a la muerte de su esposo, pero cuando la Alemania nazi se anexionó a Austria en 1938, Ferdinand Bauer huyó a Suiza y cambió el testamento legando sus propiedades a los tres hijos de su hermano Gustav. Desde entonces no han dejado de reclamar la devolución de la obra.

( VÍDEO KLIMT )