La lámpara tiene una vela encendida porque representa la presencia de Dios y enfatiza el carácter sagrado de la ceremonia. Era frecuente que durante la Edad Media se portara un cirio en la cabecera de los cortejos de boda. La llama simboliza a Cristo, que todo lo ve y es testigo de las promesas nupciales; por eso no eran necesarios los testigos terrenales.
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