X

El Templo de Afaia: el tesoro de Egina III

    Categories: Escultura
Heracles, representado como arquero, dispara sus flechas sobre sus contrincantes troyanos.

Los dos frontones conocidos del templo de Afaia, en Egina conservan una cualidad casi única y es que permiten analizar el desarrollo del arte griego, desde finales de época arcaica, hasta el nacimiento del clasicismo.

Además, el cambio en el estilo escultórico se ve intensificado por el hecho de que ambos frontones representan temas similares a partir de estructuras prácticamente idénticas en su concepción, figuras centrales de la diosa Atenea con guerreros combatientes a ambos lados.

Ambos frontones relatan escenas mitológicas en las que se representan las dos campañas contra Troya. La segunda, en el frontón occidental, la más conocida de las dos, es la famosa Guerra de Troya, librada por los grandes héroes griegos contra Príamo y sus hijos. La primera, en el oriental, es la espedición emprendida por Heracles y Telamón -padre de Áyax– contra Laomedonte, padre, a su vez, de Príamo.

De los dos, como ya se ha visto, el frontón más antiguo es el segundo, el que narra la Guerra de Troya, que Homero cuenta en la Ilíada. A ambos lados de Atenea se despliegan los soldados griegos y troyanos entre los que se puede reconocer a Teucro, el mejor arquero de los griegos, a la izquierda de la diosa. A su derecha, Áyax lucha contra un oponente troyano, mientras, tras él, Paris, representado como arquero, ha lanzado su flecha contra uno de los griegos.

El realizado a comienzos del siglo V a.C., narra, por su parte, la primera espedición contra Troya. En este caso, a los lados de Atenea se reconocen las figuras de Heracles, como arquero, disparando a Laomedonte, padre de Príamo quien posiblemente pueda reconocerse en el campeón situado a la izquierda de la diosa. A su derecha, Telamón lucha contra un combatiente troyano, mientras otro acude en su ayuda.

Gran parte de estas figuras se conservan en estado fragmentario, pero algunas de ellas y, en especial, los guerreros que remataban las esquinas de ambos frontones, son la base perfecta para la comparación de la evolución estilística que se produjo en los escasos 20 años que median entre ambas obras.

El más antiguo de los frontones presenta características estilísticas que lo relacionan con el final de la época arcaica
El guerrero oriental, ejecutado unos veinte años más tarde, abre el camino a la sensibilidad propia de la época clásica.

Las dos figuras representan a guerreros heridos en combate, a punto de morir. Pero, mientras el del frontón occidental da la sensación de ser ajeno a lo que le sucede, de ejecutar una pose dirigida al espectador, en la que todo se mide, desde su cuidado peinado a cada uno de los músculos individualizados, en su cuerpo, el del oriental parece sentir el peso de la muerte sobre él. Su cuerpo, más naturalista, pesado y musculoso, se desploma sobre el suelo mientras él se esfuerza por incorporarse, apoyándose en la espada y de su boca se escapa su último aliento.

Itziar Martija: