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Secession II

El gigante Tifeo acompañado de las tres Gorgonas: la Enfermedad, la Locura y la Muerte.

Klimt concibió el Friso Beethoven como una inmensa alegoría de la búsqueda de la felicidad por parte del ser humano. Un camino que nos conduce a la superación del mal mediante el bien.

La composición general se articulaba a lo largo de tres paredes en las que se hacía referencia a tres etapas de esa búsqueda. En la primera de ellas, la izquierda, se representa la aspiración a la felicidad. El friso da comienzo con una sucesión de genios alados que nos conducen a las imágenes centrales de la pared: una mujer desnuda, de pie y una pareja, también desnuda, arrodillada. Cada uno de ellos simboliza los sufrimientos de la Humanidad que suplica al Caballero bien armado. Él partirá en busca de la felicidad, acompañado de la Compasión y la Ambición, las mujeres que se asoman tras él.

En la pared central, las fuerzas del mal, hacen frente a las aspiraciones humanas. En el centro, con aspecto sismiesco, el monstruo Tifeo al que acompañan, a su izquierda las tres Gorgonas: la Enfermedad, la Locura y la Muerte; y a su derecha la Lujuria, la Impudicia y la Desmesura. Estas imágenes contrastan con la representación de la Pena, rodeada del cuerpo con forma de serpiente del gigante Tifeo y con las ansias y deseos de la humanidad que se alejan volando en el ángulo de la composición.

El beso

La última de las paredes, la derecha, se dejó en gran medida sin decoración puesto que bajo ella se abría un espacio que comunicaba con la zona central de la exposición en la que se exhibía la escultura de Klinger que era el centro de la muestra. En ella el anhelo de felicidad encuentra reposo en la poesía, representada mediante una mujer que toca la cítara. Las artes serán las encargadas de conducirnos hasta la Felicidad Pura. Una apoteosis representada por una pareja besándose con la que se alude a dos de los versos, de Schiller, del Himno a la Alegría que forman parte del cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven: “Alegría bella chipa de los dioses” y “Ese beso al mundo entero”.

Itziar Martija: