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El Gran Altar de Zeus

Panorámica de la acrópolis de Pérgamo vista desde la terraza del Altar

En 1878 los arqueólogos alemanes comenzaron a excavar en la acrópolis de Pérgamo, bajo la dirección de Carl Humann. En menos de un año se encontraron veintitrés láminas del gran friso que en el siglo II a.C. decoró uno de los más impresionantes monumentos de la antigüedad: el Gran Altar de Zeus.

A pesar de su nombre, el Gran Altar que es una edificación religiosa de enormes dimensiones que, en su interior, cobijaba un altar para sacrificios quemados. Fue construido por los reyes de la dinastía Atálida, en concreto por Eumenes II, probablemente para conmemorar sus victorias sobre él Ponto y Bitinia.

Sobre una plataforma de 5 gradas, se levantaba un podio doble, en cuyo zócalo superior se extendía, a lo largo de unos 120 m, un friso en alto relieve que fue y es una de las joyas artísticas del mundo antiguo. A la parte superior del conjunto, es decir, al altar propiamente dicho se accedía por una escalinata situada en la parte occidental que obligaba a adaptar el friso, en esta zona, siguiendo la forma de los escalones.

El recinto sagrado situado por encima daba la impresión de ser un espacio porticado con columnas jónicas, coronado con un arquitrabe de inspiración oriental. El conjunto se remataba con esculturas de dioses y diosas, cuádrigas y grupos escultóricos que representaban la caza de león.

La intención de los reyes Atálidas al construir este monumento fue no sólo la de anunciar sus victorias militares, sino también la de proclamarse herederos del glorioso pasado de Atenas, una ciudad con la que les unía una estrecha relación política y cultural. Átalo y sus sucesores quisieron revivir el esplendor ateniense de época clásica y expresarlo públicamente mediante un monumento que hacía constantes referencias simbólicas al Partenón. La primera de ellas el tema elegido para decorar el gran altar: la Gigantomaquia.

Itziar Martija: