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El cuerpo proporcionado

    Categories: Escultura
El Canon de las siete cabezas sobre el Doríforo de Policleto

Me he pasado la vida estudiando, desde el colegio hasta la Universidad, que el arte griego se centra en la representación de la belleza humana, de su proporción, de su simetría… Pero hasta hace poco no he sido plenamente consciente de la multitud de significados que encierran estos términos que estamos tan acostumbrados a utilizar.

De todos ellos, el que más me ha intrigado ha sido el de la proporción. Recuerdo como en el colegio nos enseñaron que Policleto, uno de los principales escultores del siglo V a. C., estableció un sistema de proporciones que consistía en repetir siete veces la altura de la cabeza para conseguir la altura total del individuo. Se nos decía que, gracias a esta sistematización, Policleto había conseguido la representación de las proporciones perfectas del ser humano.

Pero, ¿cómo se traslada esa medida de la cabeza al resto del cuerpo para que todo él resulte proporcionado? Porque la proporción va mucho más allá de las simples siete cabezas. La proporción significa que todas y cada una de las partes de nuestro cuerpo guardan una relación de equilibrio con todas las demás. De tal manera que, como decía Galeno a propósito del Canon de Polícleto, esta idea podría definirse como, la proporción de un dedo respecto al otro, de todos los dedos respecto al resto de la mano (…) es decir, de todas las partes respecto a todas las otras.

A los especialistas les ha resultado siempre muy difícil establecer cuál fue el canon del artista; especialmente, porque carecemos de originales atribuibles a su mano y, siempre, tenemos que apoyarnos en copias realizadas, en mármol, en época romana. Además, a la hora de establecer un punto de partida, un módulo, capaz de generar, a partir de él, todas las medidas del cuerpo, deberíamos tener en consideración tanto los avances matemáticos y geométricos del mundo griego, por un lado, como la tecnología con la que contaban los artistas a la hora de ejecutar su trabajo, por otro.

Recientemente, he dado con un artículo, ya antiguo, que ofrece una explicación a este problema a partir de un módulo, unos conocimientos y una técnica plausibles para la época de Polícleto. El autor del mismo, Richard Tobin, propone que el punto de partida sea la medida de la falange distal del dedo meñique; de tal manera, que en base a su longitud y anchura formemos un rectángulo, cuyo lado más largo trasladaremos a un eje horizontal. Este eje horizontal principal deberá tener una longitud total como para ser capaz de recoger todas las medidas que se generarán a partir del rectángulo inicial.

Esquema de proporciones a partir de la medida de la falnge distal del dedo meñique

Una vez dispuesto el eje horizontal y el rectángulo sobre él, trazaremos la diagonal del mismo, prolongandola en el espacio. A continuación, trasladaremos la medida de esa diagonal al plano horizontal y formaremos con ella un segundo rectángulo, sirviéndonos de la prolongación de la diagonal previa. De esta forma, habremos obtenido la longitud y anchura de la falange media del dedo meñique. Reproduciendo, una y otra vez, este procedimiento obtendremos las longitudes de la falange proximal, la palma de la mano, el antebrazo y el brazo.

Una vez llegados a este punto, la longitud del brazo, desde el codo al hombro, se establece como longitud desde la cabeza hasta la unión de las clavículas, lo que a su vez, crea un nuevo punto de partida para generar, progresivamente, todas las longitudes y anchuras del cuerpo.

Al margen de la exactitud o de su posibilidad de ratificación, esta teoría resulta muy interesante porque nos hace entender de una manera, muy sencilla, en qué consistía, verdaderamente, la idea de un cuerpo proporcionado que tuvieron los antiguos artistas griegos.

Itziar Martija: