La Camarera del Folies Bergere ( Parte Última )

A-Bar-at-the-Folies-Bergere-1882[1]Efectivamente el emporio de la prostitución de lujo era el Folies Bergere. La amplísima oferta abarcaba desde la dama de lujo Mery Laurent ( amiga de Manet ), que recibía un apoyo mensual de 15000 francos de un médico americano, hasta la prostituta mas corriente.

Con sus tocados multicolores y sus encantos, ofrecían un espectáculo excitante. Los turistas propagaron por toda Europa la fama de estas típicas parisinas, de su belleza y sus talentos.

El Folies Bergere y las damas que lo frecuentaban, contribuyeron en gran medida a crear el mito de la “ capital del mundo “.

El champán era por supuesto la consumición preferida de los clientes, de hecho sobre el mostrador se pueden ver varias botellas.

En una lista de vinos del Folies Bergere del 1878, conservada por azar, se incluyen diez tipos diferentes de champán, entre 10 y 15 francos cada botella.

En el apartado de “ Grandes Vinos “ aparecen las marcas Mumm, Heidsieck y Pommery Extra Dry a 18 francos la botella.

El precio de los helados, sorbetes y bebidas americanas dependía de la cantidad.

En este caso al pintor no le interesaba la reproducción exacta del mostrador sino que buscaba un determinado efecto pictórico.

La propia luz diurna del cuadro nos ayuda a saber que no pintó toda la escena desde el Folier Berger.

La pálida luz diurna que envuelve la escena, no podía provenir de las centelleantes arañas del cristal ni tampoco de las lámparas eléctricas, sino que reflejan las condiciones luminosas del taller del pintor donde llevó a cabo el cuadro.

Manet había dibujado en el Folies Berger únicamente unos bocetos a lápiz que luego compuso en su estudio.

Próximo al movimiento realista, Manet quería mostrar lo que veía a su alrededor, representar objetivamente la vida diaria de su tiempo.

La imagen reflejada lo pone en evidencia: la camarera del bar, tan solitaria aparentemente en el templo del placer, en realidad es acosada por un caballero que la mira con deseo. Tocadocon  un sombrero de copa, la figura del dandy juerguista asiduo a los bulevares, formaba parte del público estereotipado de la vida nocturna de Paris.

El gran espejo ocupa más  de la mitad del espacio pictórico, de forma que, aparte de la figura real de Suzon, casi todo el resto es apariencia, reflejo e ilusión.

 

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