X

Rávena: la capital del mosaico

    Categories: Ciudades

Desafortunadamente, en la actualidad, la pequeña ciudad de Rávena es absolutamente ignorada por casi cualquier itinerario turístico por Italia. Sin embargo, está población de la Emilia-Romaña no sólo es protagonista de un pasado fascinante, sino que, además, conserva hasta ocho monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Los orígenes de Rávena son inciertos. La etimología de su nombre parece tener orígenes umbrios y etruscos y hacer referencia a un emplazamiento rodeado de agua. Sus primeros habitantes, tesalios, etruscos y umbrios, construyeron sus viviendas sobre palafitos, en la zona de lagunas y pantanos formada por las torrenteras y arroyos que, procedentes de los Apeninos, desembocaban en el Adriático.

La ciudad vivió un primer florecimiento durante la época romana, especialmente, debido al hecho de que era sólo accesible por mar, al estar absolutamente circundada de agua. No sólo fue el lugar elegido por Julio César para agrupar sus tropas, antes de cruzar el Rubicón, sino que fue especialmente significada por Octavio Augusto como lugar en el que asentar la flota que controlaría la totalidad del Mediterráneo oriental. El primer emperador de Roma mandó construir en Rávena la Fosa Augustea, un canal que unía las aguas del Po, con las lagunas al sur de la ciudad, formando así el puerto de Classe que, según Plinio el Viejo, tenía capacidad hasta para 250 trirremes.

Durante la época imperial, Rávena creció hasta convertirse en un importante puerto miliar y comercial. Y, en el año, 402, con la división del Imperio entre Oriente y Occidente, Honorio declara la ciudad capital del Imperio Romano de Occidente por motivos defensivos y traslada hasta allí la corte imperial.

En el año 476, Rávena verá el fin del Imperio Romano de Occidente con la caída del último emperador, Rómulo Augusto a manos del Odoacro, rey de los Hérulos.

En el siglo VI, el emperador bizantino, Justiniano, emprenderá una campaña de reconquista de territorios que se enmarcará dentro de su Restauratio Imperii. Las Guerras Góticas, comandadas por Belisario, permitieron la recuperación del territorio italiano y la creación de un protectorado, con sede en Rávena, gobernado por un Exarca. Al mismo tiempo, Justiniano nombra a Maximiano, uno de sus hombres de confianza, Arzobispo de la ciudad.

Desde el momento de su establecimiento como capital del Imperio Romano de Occidente, hasta el siglo VI, Rávena vivirá momentos de un esplendor artístico inigualable, tanto en lo que al arte paleocristiano se refiere, como, especialmente, durante su etapa bizantina. No en vano, hoy en día, Rávena es conocida como la capital del mosaico.

Itziar Martija: