Desde su destrucción y gracias al célebre cuadro de Picasso, Gernika se convirtió en símbolo de la brutalidad de la guerra civil. El artista apoyó al gobierno republicano desde el primer momento de la contienda, y a principios de 1937, éstos encargaron al artista la realización de una pintura mural para el pabellón español de la Exposición Universal de París, que debía celebrarse en el mes de julio de ese mismo año.
La noticia del bombardeo es la que le inspiró el tema, y Picasso expresó la conmoción que sentía en una obra espectacular, realizada en pocas semanas, entre el 1 de mayo y el 4 de junio del 1937. El Gernika se ha convertido en un cuadro elemental sobre la destrucción de vidas humanas y la civilización, en el que Picasso empleó símbolos universales que expresan el increíble dolor y el sufrimiento de las personas.
Es la primera vez que Picasso emplea sin tapujos el lenguaje de los dibujos infantiles con sus formas y signos simplificados. Imágenes planas alternan con vistas frontales y de perfil, trazos de color se superponen a los contornos de la figuras, y sin embrago, todo ello tiene la clara intención de reflejar el miedo, el sufrimiento y el dolor mediante gestos comprensibles y formas de expresión existenciales para llegar a la conciencia del espectador.
La estructura del cuadro es semejante a la de un tríptico, cuyo panel central está ocupado por el caballo agonizante y la mujer portadora de la lámpara. Los laterales serían, a la derecha, la casa en llamas con la mujer gritando y, a la izquierda, el toro y la mujer con el toro muerto.
– Toro: aparece a la izquierda del cuadro. Parece mostrarse confundido. Picasso decía que simbolizaba la brutalidad y la oscuridad. Seria seguramente un símbolo que retomaría de su serie ejecutada años antes de la Minotauromaquia.
– Madre con el hijo muerto: se coloca bajo el toro, como si estuviese protegida por él, con la cara vuelta hacia el cielo mostrando un grito de dolor. Tiene los ojos con forma de lágrimas, es decir, como si estuviese llorando. Sujeta en sus brazos a su hijo muerto, que además carece de pupilas con lo que subraya este acto.
– Paloma: se ubica entre el toro y el caballo. Tiene el ala caída y la cabeza vuelta hacia arriba, con el pico abierto. Se ha considerado que se trataría de la paz, pero de una paz rota por la barbarie.
– Guerrero muerto: realmente solo se muestran una cabeza y los dos brazos. Ambos están extendidos, y sobre una de sus manos sujeta una espada rota con una flor que se ha querido interpretar como si se tratara de un rayo de esperanza dentro de ese panorama destrozador.
– Bombilla: esta imagen colocada en el centro de la composición ha despertado muchas teorías al respecto. Se ha querido ver que podría tratarse de la representación de un ojo. Un ojo que todo lo ve.
– Caballo: bajo la bombilla se ubica el caballo en el centro también. Adelanta una de sus patas para mantenerse en equilibrio, puesto que parece que se va a caer. En su costado se abre una herida que además está atravesada por una lanza. Tiene la cabeza levantada y la boca abierta.
– Mujer arrodillada: se encuentra herida y se acerca hacia el caballo. Parece ser que va a descansar sus heridas sobre el animal. Se ha querido ver que se trataría de un gesto de protección.
– Mujer del quinqué: ilumina la estancia con una vela y avanza con la mirada perdida. Sería una alegoría de la república.
– Casa en llamas: la mujer que parece quemarse no nos habla de otra cosa más que del sufrimiento y del dolor de la barbarie.
Picasso era consciente de la trascendencia que podría tener la obra en la historia del arte, y realizó sus trabajos preparatorios de tal manera que es posible seguir exactamente la génesis de su creación. Ese camino quedó documentado por 45 estudios previos y por las innumerables fotografías que se conservan de absolutamente todo el proceso creativo.
Iker Landeta