El joven Caravaggio se convenció de que había que pintar sin titubeos la naturaleza tal como la veía e independientemente de que al espectador le pareciera bella o fea. En esos momentos Caravaggio sentía dentro de sí una libertad y pintaba aquello que deseaba pintar.
En el lienzo “Muchacho mordido por un lagarto” por primera vez en la historia del arte, un artista captaba a un personaje al instante mismo en que se producía el dolor. Caravaggio hizo así aflorar la pasión, los sentimientos y el dolor del personaje.
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