El Athletic Club recibirá este sábado al Real Madrid en San Mamés eufórico tras la remontada de la última jornada en Almería y obsesionado por lograr esta temporada la clasificación europea.
El Athletic logró en el Juegos del Mediterráneo una victoria que le puede resultar vital en sus aspiraciones continentales, ya que con ella saltó de la octava plaza en la que se había quedado después del fin de semana a la quinta a la que se ha encaramado con el triunfo ante el Almería en el cierre de la jornada 30.
Ganando el lunes, los de Joaquín Caparrós han frenado también el pesimismo que se había instalado entre sus aficionados después de sumar solo 4 de los últimos 21 puntos puestos en liza, una crisis de resultados que empezaba a compararse con la que la temporada anterior le dejó al final sin el premio europeo.
En la clasificación, el Athletic mantiene su ventaja en el diferencial particular y global con el Sevilla, con el que está empatado; supera de nuevo al Espanyol, al que ahora aventaja en 2 puntos; y mantiene también la distancia de 3 puntos y el ‘average’ particular con el Atlético de Madrid.
Al noveno clasificado, el Mallorca, le supera ya en 7 puntos, por lo que parece que las tres plazas europeas que dan esta temporada la quinta, sexta y la séptima posición liguera parecen quedar, de momento, en una pelea entre cuatro equipos.
Esa situación en la que ha quedado y el hecho de haber sido capaz de remontar a domicilio, algo que no hacía desde hace casi dos años, ha desatado la euforia en el conjunto rojiblanco, que ya esperaba este año la visita del Madrid con otro ánimo que anteriores por la fortaleza que está demostrando en San Mamés y después de haberle ganado el curso anterior.
Además, el hecho de que al conjunto blanco se le haya puesto ya casi imposible el campeonato liguero y tenga que centrarse en la Liga de Campeones estos días le anima más de cara al choque más esperado en La Catedral año tras año.
Aunque lo que le importa el sábado al Athletic es apuntalarse en una zona europea que este año marca, como pocas veces le suele ocurrir al equipo bilbaíno de manera tan diáfana, la línea entre el fracaso y el éxito.
Tanto a nivel deportivo como de gestión de una directiva que, sin ese botín, lo tendría difícil en el proceso electoral que se avecina. Sin Europa, tanto el presidente, Fernando García Macua, como el entrenador, Joaquín Caparrós, tendrían complicada una continuidad que clasificarse para una competición continental les aclararía mucho.
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