Ciencia para amatxus

Es una verdad reconocida por todo el mundo que las madres son muy listas. Ante la pregunta “Y tú eso cómo lo sabes” la respuesta suele ser “porque soy muy lista” o “por ciencia infusa”. Por ciencia infusa se entiende el saber innato que no se ha adquirido mediante el estudio y, aunque a menudo este término se utiliza de forma irónica, lo cierto es que hay mucha ciencia infusa a nuestro alrededor. Como nos han explicado en alguna ocasión Idoia Mújika, Elena Rosales y Larraitz Etxeberria, del Museo Eureka, en nuestras charlas de los martes, hay mucha ciencia, por ejemplo, en tareas que tradicionalmente han sido cosa de las amatxus del mundo, como la preparación de la comida. Lo que pasa es que el saber popular que se transmite de madres a hijos a menudo resulta estar plagado de leyendas urbanas. Aquí tenemos varios ejemplos que en alguna ocasión han salido a relucir en el programa:

1. “Cierra la puerta de la nevera, que se escapa el aire frío”. Clásico entre los clásicos que tiene a muchos adultos bajo la compulsión de cerrar la nevera tan rápido que siempre se olvida algo y hay que abrirla de nuevo. Como nos explicó el profesor de Física de la Universitat Politècnica de Catalunya Jordi Mazón en nuestras charlas sobre su libro “100 preguntas de física” ( Entrevista 1 y 2 ), el aire frio no sale de la nevera, sino que es más bien el aire caliente del exterior el que entra: “en este universo en el que vivimos el calor fluye de los cuerpos calientes a los fríos, pero nunca al revés”. Por cierto que Jordi también recuerda aquí a su progenitora: “Alguna vez he pensado en comprar a mi madre una nevera tipo arcón, como las del supermercado, abierta permanentemente. En estas el aire frío, más pesado que el cálido, se queda permanentemente dentro del arcón-nevera. Lástima que ocupen demasiado y no quepan en una cocina convencional”.

2. “Ponte un gorro, que la mayor parte del calor del cuerpo se escapa por la cabeza”. Tanto el frío como el calor son de naturaleza fugitiva. Ken Jenings explica en su libro Manual para padres quisquillosos que en un manual de supervivencia en condiciones de frío extremo publicado por el Ejército de Estados Unidos se aseguraba que entre el 40 y el 50% del calor corporal se pierde por la cabeza en condiciones gélidas. Esta conclusion procede de un experimento realizado en los años 50 en condiciones realmente gélidas, con soldados que llevaban trajes isotérmicos a temperaturas bajo cero …y sin gorros. Cómo explica Jenings “Nuestras caras y cuellos son cinco veces más sensibles a los cambios de temperatura que el resto de nuestro cuerpo, por lo que nuestra cabeza puede parecer especialmente vulnerable al frío en un día de invierno. Aún así, perderíamos la misma cantidad de calor corporal si, por decir algo, dejáramos al descubierto un brazo o una pierna”. Un estudio realizado en 2006 por el profesor de la Universidad de Manitoba Gordon Giesbrecht, experto en el estudio de la hipotermia, corroboró que sólo el 10% del calor corporal se pierde por la cabeza. Con gorro, no obstante, se está más a gustito cuando el frío aprieta.

3. “Para curar un resfriado hay que tomar mucha vitamina C”. Si a pesar de los consejos anteriores sales a la calle sin gorro y te resfrías hay que pasar por la farmacia y por la frutería. Los zumos de naranja que se recetan para los resfriados son muy apetecibles pero ¿sirven para algo más?. El biólogo e investigador del CSIC Daniel Closa explica en su libro “100 mitos de la ciencia” (la entrevista se puede escuchar aquí) que esta historia de la vitamina C se debe al Premio Nobel de Química y de la Paz Linus Pauling. Aunque estaba equivocado. Los estudios que se han realizado en personas que recibían suplementos de vitamina C no han registrado ninguna mejoría en el caso de resfriados. Esta vitamina sí ayudo a terminar con el escorbuto, una enfermedad que afectaba a los marineros cuya dieta no contaba con productos frescos como frutas y verduras. Cuando el médico inglés James Lind se dió cuenta de que dando zumo de lima a los tripualntes se podía prevenir el escorbuto, la Armada inglesa pasó a tener marineros con mejor salud. La vitamina C previene el escorbuto, es antioxidante, nos ayuda a producir el colágeno que mantiene unidas nuestras células, participa en la síntesis de hormonas y otras moléculas… pero no cura el resfriado. Aunque los zumos apetecen mucho cuando estamos enfermos. Por cierto, en su libro Daniel Closa dice que en una vida de 75 años nos pasaremos unos tres años resfriados.

4. “Este año no tendremos verano, que lo han dicho las témporas”. Las témporas son ciclos litúrgicos de la Iglesia Católica que coinciden con el fin de las estaciones y que se han venido utilizando para predecir el tiempo que haría en los siguientes tres meses. Para ello se cogen tres días (miércoles, viernes y sábado) y el tiempo de cada uno de los tres días se correspondería con la previsión para los siguientes tres meses. Nos lo explica en esta entrevista el gran divulgador Félix Ares. Hay muchos modos de interpretar este sistema de predicción meteorológica que no tiene nada de científico. Lo que pasa es que a menudo las predicciones que se dan son tan generales o vagas que en un momento u otro algo pasará que se le aproxime.

5. “Deja esa herida al aire, que así se cura antes” La revista Nature publicó el 20 de enero de 1962 un artículo del doctor británico George Winter en el que explicaba que la humedad es un factor clave en la curación de heridas. Lo demostró realizando varios cortes en el lomo de cerdos domésticos y comprobando cómo se curaban las heridas expuestas al aire y las cubiertas con apósitos. Comprobó que en el caso de las segundas las células de la piel se regeneraban el doble de rápido. La clave estaba en la humedad que impedía que se formase la costra y favorecía la regeneración de las células. A esto hay que añadir la acción que normalmente precedía al consejo…un buen chorro de agua oxigenada sobre la herida abierta. Por lo visto no es un gran antiséptico y esa espumilla que aparece sobre la herida y el escozor que la acompaña, señal inequívoca de “curación inminente”, ha resultado ser la reacción del agua oxigenada con las enzimas de la sangre y la muerte de algunas células que resultan dañadas al contacto con una sustancia irritante. No todo lo que pica cura, aunque para evitar que los niños se toquen una costra irritante todos habremos oido decir alguna vez eso de “pica porque se está curando”.

6. “Si te tragas un chicle se te quedará pegado en la tripa nosecuantos años”. También se conocen otras variedades como “Si te tragas las cáscaras de pipas ( o de gambas u otras cosas con cáscara) tendrás apendicitis”. Variaciones sobre el mismo tema ( tragarse algo ) hay a montones. En el caso del chicle, dado que no podemos digerir la goma de mascar, hecha con gomas naturales o sintéticas, el intestino lo elimina por la vía rápida, como ocurre con granos de maiz y cualquier otra cosa a medio digerir que es excretada. En lo que respecta al apendicitis: el apéndice, un pequeño órgano en forma de gusano que está adherido al final del intestino grueso y que se puede infectar cuando una bolita de heces queda retenida en él. En raras ocasiones los médicos, al operar, se han encontrado cuerpos extraños que han provocado la infección, como lombrices o cáscaras de pipas, pero podría ocurrir lo mismo con palomitas de maiz, pipas de sandía o cualquier otra cosa a medio digerir. De todas formas lo que ocurre con estas historias es que es mejor evitar tragarse chicles y cáscaras de lo que sea. Si no les vamos a sacar ningún rendimiento…

7. “No te puedes bañar hasta que haya pasado una hora y media después de la comida”. Ni ponerte y quitarte gorros, ni las neveras abiertas, ni las pipas ni nada…si algo nos ha joribiado la infancia es tirarnos una hora y media bajo la sombrilla o el pino de turno hasta que el reloj marcase la hora en la que nos podíamos bañar. Y de nuevo desde el Museo Eureka nos llega la explicación sobre los famosos y temidos cortes de digestión. En realidad lo que puede ocurrirnos es una hidrocución. Una persona está tomando el sol, decide darse un baño, entra al agua, pierde el conocimiento y se ahoga. La hidrocución es la muerte por inmersión en un líquido antes de que este entre en sus pulmones. La muerte no la produce el ahogamiento sino los fenómenos que suceden cuando entran en contacto la piel y el agua. Existen tres teorías para explicar este proceso, según nos explican en Paradigmedical

  • El cuerpo expuesto al sol tiene mucha más temperatura que el agua fría. Se produce una vasoconstricción inmediata y extrema al contacto con el fluido frío, aumentando bruscamente la presión sanguínea y produciéndose un choque hemodinámico. Esta activación simpática tan aguda genera un reflejo nervioso inhibidor a modo de descarga que provoca un stop repentino de pulmones y corazón llevándonos a una parada cardiorrespiratoria.
  • Además, en ocasiones la mucosa nasofaríngea puede verse afectada por el mismo mecanismo explicado en el punto anterior, al contacto con el agua fría, provocando un espasmo de la laringe. Esta es una situación crítica dado que se bloquea la entrada del aire a los pulmones deteniéndose la respiración de manera inmediata.
  • En última instancia y coincidiendo con los dos eventos anteriores todo ello se podría ver acompañado de una descarga desmesurada de sustancias vasoactivas tipo histamina que perpetuaría sinérgicamente los mecanismos anteriores.

Quizás quedarse un rato bajo el pino o la sombrilla después de comer no era tan mala idea. Al quitarnos del sol no acumulamos tanto calor en el cuerpo. Al final, bien pensado, mucha base científica no tendrán todas estas historias, pero mal no nos han hecho. Las amatxus, definitivamente, somos muy listas.

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