Recuerdos falsos: cuando la memoria nos engaña

La memoria es una capacidad asombrosa. Hay personas capaces de evocar hechos o conversaciones al detalle y hay otros que exponen sus recuerdos con tanta seguridad en sí mismos que, aunque se les cuele de forma inconsciente algún detalle inexacto, jurarán por lo más sagrado que lo que les dice su memoria sucedió tal cual, desde el principio al fin. Puede ocurrir que, en realidad, nada de lo que aparece en ese recuerdo sucediese así pero están convencidos de lo contario. Es lo que pasa cuando juras y perjuras que alguien te contó algo y lo recuerdas con pelos y señales, aunque todo el mundo, incluida la fuente del relato, te digan que no es así. Cuando estos aparentes misterios suceden (“pues lo habré soñado”) es posible que hayamos fabricado un falso recuerdo.

2107432_300La memoria está muy relacionada con el lenguaje. Cuando procesamos una conversación el cerebro analiza la relación semántica que existe entre las palabras que escucha y las que ya conoce y las relaciona para poder así reconocer su significado. Este proceso cognitivo es fundamental para poder almacenar recuerdos, memorizar nombres y hechos. Lo que ocurre es que este sistema de detección y almacenado de información de carácter lingüístico no funciona siempre al 100%. Cuando falla es cuando surgen los falsos recuerdos.

El investigador del Basque Center on Cognition, Brain ang language (BCBL) Kepa Paz-Alonso ha publicado recientemente un estudio en la revista Journal of International Neuropsychological Society en el que analiza cómo se el procesamiento semántico y cómo éste se guarda en la memoria comparando las respuestas de adultos y niños. La principal conclusión es que es más fácil que sean los adultos quienes generamos esos recuerdos inciertos.Y esto ocurre porque el sistema de reconocimiento de palabras en los adultos es más eficiente que en los niños. Pero, si algo es más eficiente, ¿por qué genera un error?

El cerebro de los adultos repite continuamente conexiones entre diversas regiones del cerebro relacionadas con la memoria y está acostumbrado a relacionar la información nueva de carácter linguístico de forma semántica para poder almacenarla. El proceso es más eficiente en los adultos que en los niños, que todavía no han aprendido a mecanizar este ir y venir de palabras y significados. La otra cara de la moneda es que esta ventaja, el contar con un proceso mecanizado que ahorra tiempo y que permite memorizar mejor, es la que hace que en ocasiones se generen recuerdos falsos. Son los  “pecados de memoria”, en palabras de Kepa Paz Alonso, que para llegar a esta conclusión probó con técnicas de resonancia magnética funcional la capacidad de memoria de niños de entre 8 y 9 años y de adultos. Mientras realizaban la prueba se les preguntaba por una serie de palabras que podían o no haber escuchado. Los niños fueron más precisos en sus respuestas porque tienen menor capacidad de procesar el lenguaje de manera relacional.

En otro estudio publicado en la revista Schizophrenia Research, el investigador del BCBL muestra como las personas adultas aquejadas de esquizofrenia son, como en el caso de los niños, menos proclives a desarrollar recuerdos falsos ligados al procesamiento semántico del lenguaje.

Pensar que los recuerdos que mantenemos de conversaciones o de información que hemos escuchado pueden incorporar algún que otro “pecado de memoria” es un tema sobre el que merece la pena reflexionar. ¿Es que ya no podemos fiarnos ni de nosotros mismos? Por lo pronto podemos pensar en lo que ocurre en un proceso judicial con las declaraciones de los testigos. La neurociencia cognitiva puede convertirse en una aliada en este ámbito. Kepa Paz-Alonso considera que es importante que los agentes del sistema judicial tengan un conocimento de lo que se está averiguando en relación a la memoria, que dista mucho de ser un recuerdo fiable al 100%.

Incluso se especula con la posibilidad de utilizar la resonancia magnética como un detector de mentiras que sustituya en los juicios al desacreditado polígrafo. El investigador vasco puntualiza que se trata de una prueba muy compleja, que no tiene por qué clasificar bien los testimonios de todas las personas ni todas las cuestiones, y que puede producir falsos positivos o negativos. Por el momento en países como Estados Unidos ha habido intentos de aportar estas pruebas de neuroimagen en un juicio, pero han sido rechazadas por no acreditar el suficiente rigor científico en sus resultados. 

La entrevista con Kepa Paz-Alonso en La mecánica del caracol se puede escuchar aquí.

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