Una prueba de resistencia fÃsica que pocos superan consiste en sentarse en una habitación vacÃa, sin ningún estÃmulo, sin móvil, sin libros y sin música, y ponerse a pensar. Un estudio realizado por las Universidades de Virginia y Harvard, y que se publica en la revista Science, confirma la escasa paciencia que tenemos a la hora de quedarnos solos con nuestros pensamientos. No hace falta realizar ningún estudio cientÃfico para comprobarlo, basta con observar a los viajeros en un vagón de metro, en el autobús o en el tranvÃa y contar quienes tienen la vista fija en la pantalla de su teléfono.
Lo que han observado estos cientÃficos es que la mayorÃa de los voluntarios sometidos al tormento de no tener nada que mirar o escuchar, empezaban a ponerse nerviosos a partir de los seis minutos. Las pruebas se realizaron, por un lado, con un grupo de 413 estudiantes universitarios y, por otro, con118 personas entre los 18 y 77 años, seleccionados en un mercado de agricultores y en una iglesia.
Buena parte de los participantes declaró que durante el tiempo de aislamiento se sintieron incómodos, fueron incapaces de concentrarse o sus mentes se distrajeron. Incluso, cuando el experimento se trasladó a sus casas los voluntarios siguieron a disgusto. Un tercio de ellos confesó haber caÃdo en la tentación de escuchar música o usar el teléfono móvil.
Los cientÃficos no vieron grandes diferencias por edad o relacionadas con el hábito de utilizar smartphones por lo que concluyen que los omnipresentes teléfonos inteligentes no han acentuado nuestra tendencia a no querer quedarnos en soledad con nuestros pensamientos. Lo que sà son es una herramienta muy adecuada para llenar los vacÃos, los tiempos de espera en el autobús o el dentista.
Los investigadores fueron más allá a la hora de comprobar estas conclusiones y plantearon a los voluntarios que podÃan abandonar su aislamiento antes de tiempo si se sometÃan a una pequeña descarga eléctrica. Un 67% de los hombres y un 25% de las mujeres optaron por el castigo.
¿Por qué nos cuesta tanto estar sin hacer nada? La mente humana ha evolucionado para estar implicada en el mundo, explican estos cientÃficos. A pesar de que tenemos la capacidad de desconectar mentalmente y centrarnos solo en nuestros pensamientos, por lo general, no solemos hacerlo con mucha frecuencia o durante perÃodos largos de tiempo.
Por cierto, como cada fobia tiene su nombre, el miedo a pensar se llama fronemofobia.