Demografía vasca y políticas natalistas

Ayer me referí al Optimum Population Trust y a su actividad en pro de la disminución de la cantidad de seres humanos que hay en el planeta. Hoy voy a referirme a la demografía vasca porque, aunque no lo parezca, tiene que ver con lo anterior.

En el País Vasco tenemos una de las tasas de natalidad más bajas del mundo. Las cifras que doy a continuación, obtenidas del Eustat (organismo oficial de estadísticas), corresponden a la Comunidad Autónoma Vasca e ilustran esa baja natalidad y sus consecuencias inmediatas. El índice sintético de fecundidad fue 2’67 en 1975, 1’24 en 1985, 0’92 en 1995 y 1’20 en 2005; la edad media a la maternidad (en años) fue 28’6 en 1975, 29’1 en 1985, 31’3 en 1995 y 32’4 en 2005; y el número de niños nacidos fue (redondeando) 40.000 en 1975, 21.000 en 1985, 15.000 en 1995, y casi 20.000 en 2005. Creo que el año pasado nacieron unos 21.000 niños. En resumidas cuentas, durante las últimas dos décadas han nacido cada año menos de la mitad de niños que los que nacían hace tres o cuatro décadas. Este descenso se ha dejado sentir de forma intensa en los centros escolares y desde hace una década también en la universidad. Lo malo es que ya se han manifestado los primeros efectos del descenso demográfico en el mercado de trabajo. En sectores productivos y de servicios muy significativos y de gran impacto económico y social hay problemas serios para satisfacer las necesidades de personal cualificado. Se titulan pocos ingenieros, pocos científicos, poco personal sanitario y poco personal educativo, menos de los necesarios para reponer al personal que se retira. Las empresas industriales (suponiendo que la crisis tenga un final) no van a tener personal cualificado suficiente en la próxima década. Y lo mismo le va a ocurrir a los sistemas sanitario y educativo. Y en el campo de la investigación científica y tecnológica pasará otro tanto de lo mismo.

Estoy convencido de que estos problemas, a corto y medio plazo, sólo pueden mitigarse, no solucionarse. Y para ello sólo se me ocurren dos vías. Una es retrasar, incentivandola, la edad de jubilación. Y la otra es incentivar la inmigración de personal cualificado. Esto segundo tiene el problema, en absoluto menor, de que así se descapitaliza a los paises de los que procede ese personal.

Los paises occidentales, del centro y norte de Europa principalmente, han desarrollado políticas natalistas para contrarrestar las mismas tendencias, y han tenido cierto éxito. Y esas mismas políticas se han iniciado aquí, entre nosotros. Pero, ¿tiene mucho sentido estimular la natalidad en un rincón del planeta siendo tantos como somos en el mundo? Yo creo que es una locura, pero hay razones poderosas para ello. De esas razones escribiré en otra ocasión.

4 pensamientos sobre “Demografía vasca y políticas natalistas

  1. Pedro

    La razón para una inexistente política natalista en ciertos países de Europa es por la estrecha vinculación mental que en éstos se realiza entre reproducción y familia. La familia: realidad preestatal, premarxista y preprogre (¡qué gran palabra!), de la que había que liberarse con urgencia. Pero ahora que se ha revelado como el mejor modo de disolverla sugerir que hay otras familias posibles, uno ya puede hablar de la suya sin vergüenza. De modo que, al final, el proceso por el que tú apuestas se está produciendo ya, lo que ocurre es que la inmigración, en vez de sujetos adultos, será de otro modo: un intenso reclutamiento de criaturas, por parte de parejas de homosexuales, lesbianas, solteros y solteras y parejas estériles. De hecho, el proceso está en marcha: la sustitución generacional ya se fundamenta, por diversas vías, en una sustitución biológica y demográfica casi total.
    Conste que yo no valoro nada: sólo describo. Como hombre con pareja estable e hijos biológicos, soy un perfecto retrógrado. Afortunadamente, ya vamos quedando pocos. Me temo que la ministra Aído nos excluirá pronto de la especie humana, como a esos embriones de oso panda que aún llevan en el vientre algunas mujeres incomprendidas.

  2. Juan Ignacio Pérez Iglesias

    Hola Pedro:
    Tu visita siempre es bienvenida a esta bitácora. Me gusta lo que dices de que la familia es preprogre, gran palabra, sí señor. Pero no creo que la falta de políticas natalistas se deba a esa identificación entre reproducción y familia. No porque no se haya producido tal identificación en algunos sectores, sino porque yo creo que los retrogrados como tú (y como yo, claro está) somos mayoría, y al fin y a la postre, no es fácil contrariar a la mayoría. Yo creo que ha ocurrido otra cosa.
    Como hemos vivido tantos años bajo el signo del paro masivo, había una sensación generalizada de que sobrábamos, por lo que nadie vio la necesidad de que nos reprodujésemos más. Ahora, -a pesar de la crisis-, las cosas han cambiado: la sociedad necesita reclutas.
    Tampoco creo que lo que propongo se esté produciendo como dices. Es cierto que hay muchas adopciones (por cierto, en esto exageras: la inmensa mayoría por parte de parejas heterosexuales), pero esas adopciones representan una fracción muy pequeña de la incorporación de personas de fuera de Euskadi a nuestro censo. En la periferia de Bilbao o en ciertos pueblos y zonas de la margen izquierda hay miles de africanos, asiáticos y latinoamericanos. Y la verdad, a ellos se debe, en gran medida, que hayamos pasado de índices de fecundidad inferiores a 1 a índices de 1’2 de 1995 a 2005.
    Mañana seguiré con estos asuntos.

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