Dicen que el hambre agudiza el ingenio

Quienes disfrutamos comiendo sabemos de sobra que comer poco, pasar un poco de hambre, hace que el tiempo transcurra con una lentitud insufrible. La ciencia nos había dicho que, además, también alarga la vida, al menos la de algunos mamíferos. La restricción calórica hace que vivan más años, y se supone que eso vale para todos los mamíferos, incluidos primates más o menos espabilados, como nosotros. Pues bien, además de eso, también se sabía que pasar algo de hambre tiene otras ventajas: promueve habilidades cognitivas en animales de cierta edad.

Resulta que había quien quería saber si ese mismo efecto se produce también en seres humanos. Para ello, un grupo (Proceedings of the National Academy of Sciences, DOI: 10.1073/pnas.0808587106) de la Universidad de Münster, en Alemania, midió la capacidad memorística a corto plazo de personas de 60 años con sobrepeso (aunque no obesas) y a un tercio de esas personas les pidieron que mantuvieran una dieta diaria con un 30% menos de calorías. Pues bien, después de 30 días a dieta sus resultados en los tests de memoria resultaron, en promedio, un 20% más altos que los de las personas que habían mantenido la ingesta calórica anterior. También presentaron niveles inferiores de glucosa e insulina en sangre, algo que estudios anteriores habían asociado a un mejor funcionamiento de las funciones cerebrales.

Será por eso que dicen que el hambre agudiza el ingenio, aunque en mi caso, debo decir que el hambre no me deja pensar, o mejor dicho, sólo me deja pensar en una cosa.

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