La tercera cultura

Los tres libros de eso que los anglosajones llaman no-ficción que más me han interesado en los últimos años han sido Consilience de E. O. Wilson, Guns, germs and steel de Jared Diamond y La tabla rasa (este lo leí en español) de Steven Pinker. Consilience es, a mi juicio, una obra capital y sospecho que dentro de unos años será considerada como un clásico del pensamiento contemporáneo. Las obras de Diamond y de Pinker, cada una en su campo y en su estilo, son buenos ejemplos de la idea básica que subyace a la obra de Wilson.

Edward Wilson, en Consilience, defiende la unidad fundamental del conocimiento. Deplora la separación de la cultura literaria y de la científica que tuvo lugar tras la Ilustración, y reivindica el denominado “encantamiento jónico”, el propósito ilusionado y optimista de conocer las reglas básicas de la naturaleza que explican el orden del universo. No voy a desarrollar aquí las ideas de Wilson. Él lo hace muy bien y no necesita exégetas, por lo que recomiendo encarecidamente su lectura. Resumiendo muchísimo, Wilson sostiene que mientras que las disciplinas científicas han experimentado un progreso espectacular, las literarias[1] se encuentran en un callejón sin salida. Por eso propone extender al campo de esas disciplinas el entramado conceptual, y en algunos casos metodológico, que ha resultado tan exitoso en las disciplinas científicas.

No creo que sea por influjo directo de Wilson, pero lo cierto es que cada vez son más los campos del conocimiento en los que la aportación conceptual o metodológica de las ciencias naturales está resultando fecunda. La geografía humana, la psicología, la sociología, la religión e, incluso, el arte, las artes, comienzan a ser estudiadas bajo la misma perspectiva que las cientas experimentales y naturales. Todas ellas son disciplinas que atañen directamente al ser humano, que estudian diferentes aspectos de la condición humana. Precisamente por ello, habían quedado lejos del alcance de la metodología y conceptualización propias de las ciencias naturales, unas más que otras, eso sí. Pues bien, como digo, eso está cambiando. Ha surgido lo que se ha dado en llamar la “tercera cultura”. Esa tercera cultura es una forma de estudiar y entender el ser humano y el contexto natural y social en que se encuentra, que trata de acabar con la brecha existente entre la cultura literaria y la cultura científica, y hacer que ambas compartan una única esfera intelectual. En ese empeño, el evolucionismo se ha revelado como una poderosísima herramienta, porque los principios que en su día nos permitieron entender la diversidad natural y las características de los seres vivos, nos pueden permitir ahora alcanzar un grado equivalente de comprensión de lo que consideramos más genuinamente humano y de los grupos sociales, religiosos y políticos de los que el ser humano forma parte.


[1] Me niego a denominarlas Humanidades porque esa denominación no hace justicia al carácter profundamente humano de las ciencias.

8 pensamientos sobre “La tercera cultura

  1. Hugo C.

    Estoy deseando pasarme por la librería y cogerme el de Wilson. Los otros dos los tengo, pero todavía no los he leído jeje. Este verano caen 😛

    “Me niego a denominarlas Humanidades porque esa denominación no hace justicia al carácter profundamente humano de las ciencias.”

    Cuánta verdad. Schrödinger, como muy pronto postearé, diría que la ciencia es “parte integrante del humanismo”.

    Un saludo, y enhorabuena por el blog.

  2. Juan Ignacio Pérez Iglesias

    José Luis, Hugo C:
    Hay varias ediciones en inglés de Consilience, y en español lo ha editado, al menos, Galaxia Gutemberg-Círculo de lectores (creo).
    Hugo C:
    Bienvenido a este sitio, y gracias.
    Salud

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