El colega que decidió ser feliz

En cierta ocasión, un compañero de la Facultad, biofísico para más señas, dijo en el curso de una conferencia que él había decidido ser feliz. El caso es que la afirmación, así sin más, sonó un tanto extraña, pero a mí me gustó y hablando después con él, tuve ocasión de comentarla. A mí me había gustado porque hay gente que tiende a verlo todo negro y gente que tiende a verlo de color (no me mojo con el color, porque el rosa no es precisamente uno de mis colores). Yo soy uno de estos últimos y me identifiqué con mi colega biofísico y además, me suele molestar que me vengan con actitudes pesimistas.

Lo cierto es que hay gente optimista y gente pesimista. Yo siempre he pensado que se nace de una forma o de la otra; esto es, que tiene poco que ver con las experiencias de la gente. Y parece que así es. En febrero de este año se publicó on line en la revista Proceedings of the Royal Society B (Vol. 276: 1747-1751) un trabajo de Elaine Fox, Anna Ridgewell y Chris Ashwin que pone de manifiesto la existencia de una base genética para esa diferencia entre optimistas y pesimistas.

Ese grupo de investigación ha identificado un gen promotor polimórfico cuya variabilidad está relacionada con el sesgo que conduce a unas personas a fijarse en los aspectos favorables de las cosas y a otras a fijarse en las desfavorables. En el mecanismo implicado interviene una proteina que es transportadora de serotonina. La serotonina es un neurotransmisor y si la proteina transportadora es muy activa, recicla rápidamente la serotonina liberada a la hendidura sináptica y la pone a disposición de la neurona presináptica. Pues bien, los optimistas tienen esa variedad activa; esto es, las personas cuyo transportador de serotonina es más activo son las que tienen la tendencia a fijarse en lo bueno.

Al margen de que, obviamente (para mí al menos) es mejor ver la vida de color que verla negra, también es más sano, porque los pesimistas tienden a sufrir neurosis y depresiones con más facilidad que los optimistas; lo malo es que parece que los pesimistas no pueden evitar serlo.

Nota: Conviene recordar aquí algo que expliqué en una entrada anterior, cuando me referí a la diferencia que hay, entre mujeres y hombres, en la cantidad de transportadores de serotonina y los receptores de este neurotransmisor en la célula postsináptica, y la relación que hay entre esos elementos y la mayor tendencia de las mujeres a sufrir depresiones.

8 pensamientos sobre “El colega que decidió ser feliz

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  5. Jose Limia

    Que bajon!!! Empiezas el articulo indicando la posibilidad de que ser feliz o tener una vision optimista de la vida (creo que una cosa va con la otra) son una cuestion de eleccion, y lo terminas diciendo que los pesimistas nacen. Por tanto no hay nada que puedan hacer al respecto. Suerte que soy del grupo optimista.
    Lastima, queria haber pasado al articulo a un buen amigo del otro grupo, pero parece que no tiene solucion!! 🙁

    1. Juan Ignacio Pérez Iglesias Autor

      Bueno, es que el amigo, cuando dice que él decidió, en realidad no lo decidió: ya era feliz. La gente, a esos efectos se divide entre los que ven dificultades y problemas en todas partes y los que, como tú o como yo, vemos que las cosas pueden perfectamente mejorar, y que se dan las condiciones para ello. 😉

  6. Yanira

    Estoy convencida que podemos engañar al cerebro, puedo producir mis propias cantidades de “drogas naturales”.
    Si fuera pesimista y con todos los estudios sobre neuroplasticad que existen me levantaría todos los días y diría : Que bien estoy hoy! Qué lindo día! Gracias! Por favor! Qué bien te ves!… produciría yo misma serotonina, dopamina, etc.
    Crearía una conciencia paralela para el parloteo negativo y también le diera òrdenes a esa parte negativa! Shhhh!!! estoy bien, me siento bien, estoy feliz, claro que puedo!!!

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