¿Monos hippies o monos asesinos?

Los muriquis (Brachyteles sp.) viven en la selva atlántica brasileña y tienen fama de ser los primates más pacíficos e igualitarios del mundo. Por esa razón, -no sé si con demasiada propiedad-, se les denomina monos hippies. Hace poco tiempo, sin embargo, se ha registrado un episodio de tal violencia en un grupo de muriquis, que su reputación pacífica se ha venido abajo.

Un grupo de seis monos atacaron a un macho adulto hasta dejarlo malherido. Le propinaron mordiscos en la cara, cuerpo y genitales y una hora después del ataqué, murió. Mauricio Talebi, director del grupo de investigación de la Universidad de Sao Paulo-Diadema que está estudiando esta especie, sostiene que ese comportamiento tiene que ver con las condiciones en que se desenvuelven los monos en su entorno.

Los muriquis mejor estudiados hasta la fecha viven en las selvas del norte (Brachyteles hypoxanthus), donde abundan las hojas que les sirven de alimento. En esas poblaciones los machos esperan pacientemente su turno para copular con las hembras. Pero el ataque tuvo lugar en una población de la especie (Brachyteles arachnoides) que habita en las selvas del sur, en las que el alimento que consumen, -en este caso fruta-, se encuentra mucho más disperso. Por esa razón, las hembras se alejan con frecuencia de los grupos para poderlo conseguir, por lo que los machos disponen de menos oportunidades para practicar sexo que los de la especie que vive en el norte.

Según Mauricio Talebi, al disponer de menos oportunidades para practicar sexo, aumenta la tensión mutua, lo que da lugar a que se produzcan agresiones entre los machos. Además, en esta especie hay grupos muy cohesionados de hermanos y parientes, lo que hace muy vulnerables a los individuos que, por las razones que fuese, no forman parte de uno de esos grupos.

Puede que la hipótesis sea correcta y puede que no, pero a mí la explicación me parece muy razonable, porque esas circunstancias suelen ser las que determinan unos y otros comportamientos en el resto de primates, entre los que nos encontramos los seres humanos. Está claro, no obstante, que las cosas no son exactamente iguales en unas y otras especies, porque la historia evolutiva de cada una, así como otras características, sobre todo de carácter ambiental, determinan distintas estructuras sociales y familiares. Pero no cabe duda de que compartimos muchos comportamientos básicos y los impulsos que nos mueven a los individuos de unas y otras especies tienen mucho en común, más de lo que a algunos gustaría. Y como diría el otro, no hay nada de malo en ello; somos como somos, producto de nuestra historia y de nuestras circunstancias.

Nota: esto lo he leido en la revista American Journal of Primatology 71: 1-8 (DOI: 10.1002/ajp.20713)

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