Cuando se toman decisiones arriesgadas hay que hacer frente a la posibilidad de perder. Por esa razón, los organismos han desarrollado mecanismos para evaluar los riesgos y para evitarlos. En numerosos estudios se ha comprobado que la gente evita riesgos a menudo, incluso bajo situaciones de las que potencialmente podrían derivarse importantes beneficios. A ese comportamiento se le denomina “aversión al riesgo”.
Un trabajo recién publicado informa de la relación que existe entre la “aversión al riesgo” y el funcionamiento de un área del cerebro denominada amígdala. El trabajo se basa en el estudio de dos sujetos que tienen la amígdala dañada en una zona en particular (y su comparación con otros que no sufren daño) y que mostraron una sorprendente falta de aversión al riesgo al realizar apuestas de dinero. Según los autores del trabajo, sus resultados sugieren que la amígdala juega un papel clave en la generación de la aversión al riesgo mediante la inhibición de actuaciones que pueden tener resultados peligrosos. Al parecer, la valoración de la recompensa radica en un circuito neuronal diferente, aunque los dos -el de la valoración de la ganancia y el de la valoración del riesgo- se hallan interconectados, y la decisión que se toma depende de la interacción entre ambos.
Según los autores del estudio, los resultados obtenidos sugieren que las diferencias que existen entre unos individuos y otros en relación con este aspecto del comportamiento podrían tener su base anatómica en esta zona del cerebro, sin que ello suponga descartar del todo la influencia de factores socioeconómicos
La relación entre la aversión al riesgo y la amígdala parece ser compatible con lo que ya se sabía acerca de este órgano, ya que era conocida su relación con los comportamientos de precaución, vigilancia y temor ante situaciones de incertidumbre.
Se me ocurre que en el futuro, las empresas financieras quizás analicen la anatomía y funcionamiento de la amígdala de sus potenciales responsables de inversiones y operaciones, para fichar a los que ofrezcan un perfil idóneo en este aspecto.
Referencia: B. de Martino et al (2010): “Amygdala damage eliminates monetary loss aversion” Proc. Nat. Acad. Sci. Vol. 107: 3788-3792 (DOI: 10.1073/pnas.0910230107 )
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Buen artículo. Se me ocurre una relación de la aversión al riesgo con la fobia social