Categories: Mente y cerebro

Control mental y ejecución a distancia… (o el futuro ya está aquí)

Hace unos años, la posibilidad de controlar aparatos a distancia, simplemente con pensar las operaciones que habían de realizarse, se consideraba lejana, muy lejana, si es que se llegaba a considerar posible. Hoy, sin embargo, esa posibilidad se considera una realidad próxima.

Los primeros pasos se dieron mediante el uso de electrodos implantados en el cerebro. Un programa informático aprendía a convertir la actividad eléctrica asociada a determinadas actividades cerebrales en impulsos que provocaban el desplazamiento de un cursor en una pantalla. Pero implantar electrodos en el cerebro no deja de tener sus complicaciones y su cierta componente “cruenta”.

Después se pasó al uso de la electroencefalografía (EEG), convirtiendo la actividad eléctrica que registra esta técnica en impulsos susceptibles de ser utilizados con diferentes propósitos. Al principio el método resultaba muy limitado, por falta de precisión. La inserción de electrodos en el cerebro de forma directa ofrece una muy superior precisión, pero es de aplicación mucho más limitada.

El pasado mes de marzo, T. Bradberry, T Gentili y J. Contreras Vidal han publicado un trabajo en Journal of Neuroscience (“Reconstructing three-dimensional hand movements from non-invasive electroencephalographic signals”) que supone un avance muy significativo en este terreno. Registraron la actividad cerebral (mediante EEG con 34 sensores) de voluntarios al mover la mano al presionar 8 botones al azar, a la vez que los movimientos de la mano en las tres dimensiones. Después, pidieron a los voluntarios que pensasen en mover la mano para presionar cada uno de los 8 botones. La comparación entre los registros de los movimientos reales y de los imaginados perimitió al ordenador determinar cuál era el botón que se había pensado pulsar en cada ocasión.

Ese trabajo ha supuesto un avance muy significativo, pero queda aún un largo camino por recorrer. No obstante, hay buenas perspectivas de desarrollar un aparato sencillo, no intrusivo y de precisión. Está claro que hay campos donde esta tecnología tendrá importantes aplicaciones, como es el caso de las personas con la movilidad restringida. Pero en general, abre posibilidades de enorme interés para su uso también por personas en perfectas condiciones de psicomotricidad, sobre todo en combinación con otros dispositivos que permitan formas diferentes de interacción con el entorno.

Hoy todavía no es más que ficción científica, pero imagino las posibilidades que nos brindaría contar con un clon al que puiésemos controlar a distancia recibiendo los inputs sensoriales que  recibe él y haciendo que el clon ejecute las acciones que nosotros le ordenemos. Sí, sé que es ficción, pero a la vista de todo esto, ese es el tipo de futuro que me gusta imaginar. 😉

Juan Ignacio Pérez Iglesias

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