Las caricias, la voz y la oxitocina

La oxitocina es un neuropéptido que cumple funciones de hormona y de neurotransmisor. Está implicada en el establecimiento de vínculos entre individuos en diferentes contextos (relación de pareja, madre e hijo y otras) y en distintas especies animales. El contacto físico tiene gran importancia en un buen número de especies de mamíferos como mecanismo para establecer y reforzar vínculos. Por eso, no es sorprendente que en algunas especies, incluida la humana, se haya observado que la oxitocina interviene en la relación que se establece entre individuos que se tocan cuando el contacto da lugar al establecimiento o refuerzo de un vínculo, o a un apaciguamiento tras un conflicto.

El contacto fisico es muy importante, pero aparte de tal forma de relación, la voz, las señales vocales, también son importantes en un buen número de especies. Hay muchos mamíferos cuyos individuos se comunican entre sí mediante vocalizaciones y para los que esa comunicación, así como las relaciones que permite y promueve, son muy importantes. Las vocalizaciones son utilizadas para transmitir emociones, por lo que sirven además para establecer o reforzar vínculos afectivos. Esa función es parte del objetivo comunicativo, aunque tiene una dimensión cualitativamente diferente a la mera y aséptica, -desde el punto de vista emocional-, transmisión de información.

Pues bien, la oxitocina no sólo interviene en el contexto de contactos físicos tales como caricias, atusamientos u otros similares, sino que también lo hace cuando el vehículo de comunicación es la voz. Las vocalizaciones emitidas con el propósito de calmar o reconfortar a otra persona también dan lugar a que aumente el nivel de oxitocina en el organismo, aumento que viene acompañado por una disminución del de cortisol, hormona que cumple también diferentes funciones fisiológicas, pero que es un indicador muy preciso de una situación de estrés.

Sabemos que el contacto físico reconforta y alivia las situaciones de estrés; la voz, cuando se emite con ese propósito también lo hace. Y en ambos casos interviene la oxitocina, la hormona (y neurotransmisor) que, de alguna forma, interviene en la formación y consolidación de vínculos “afectivos”. ¡Qué gran hormona!

Nota: A la oxitocina ya me he referido en esta bitácora en relación con su papel en las relaciones humanas y en concreto, hablando de cooperación y conflicto, y de las razones para enamorarnos de unas personas y no de otras.

Referencia: Leslie J. Seltzer, Toni E. Ziegler y Seth D. Pollak (2010): “Social vocalizations can release oxytocin in humans” Proceedings of the Royal Society B (publicación previa online 12 mayo 2010) doi: 10.1098/rspb.2010.0567

Juan Ignacio Pérez Iglesias

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