El primer banquete de la Historia

Excavación en la cueva

Las arqueólogas Natalie D. Munro y Leore Grosman han encontrado los restos de lo que podría ser el primer banquete del que se tiene noticia en la historia de la Humanidad; tienen unos 12.000 años de antigüedad. Los banquetes son acontecimientos sociales que tienen larga tradición. Entre nosotros, celebramos todo tipo de transiciones (la del nacimiento, el emparejamiento y la defunción, al menos) con banquetes. Y los celebramos también, con la frecuencia que permite el presupuesto y las posibilidades físicas de encuentro, entre amigos o entre personas que comparten vecindad, puesto de trabajo o cuadrilla.

Supongo que la Antropología Cultural tendrá muy bien establecida la función social de los banquetes y me imagino que tendrá mucho que ver con el mantenimiento de los vínculos sociales. Es curioso, pero perfectamente comprensible además, que tengamos noticia de banquetes desde la antigüedad y que se mantengan hoy, en las sociedades urbanas modernas, incluso en las más grandes aglomeraciones humanas.

El hallazgo de los restos de ese banquete, el primero de cuya existencia se ha tenido conocimiento, tiene su importancia. En realidad siempre es importante tener conocimiento de cuándo ocurrió algo por primera vez. Sí, ya sé que no es lo mismo que en una determinada ocasión se celebrara algo por primera vez y que el caso que llega a nuestro conocimiento sea el que se celebró en primer lugar. No es lo mismo, no. Pero es la mejor aproximación de que podemos disponer, y dependiendo de las circunstancias, la información que aporta puede ser valiosa. Y parece que este es el caso.

Mujer "chamán" enterrada con conchas de tortugas

En una cueva utilizada como sepulcro han encontrado restos de animales cocinados en una cantidad y disposición que sólo se explica si esos animales (uros y tortugas, principalmente) fueron consumidos en un banquete, quizás ritual, y en el que, seguramente, participaron numerosas personas. En la misma cueva también han encontrado los restos de una mujer, quizás una mujer “chamán”, junto a los que se hallaban los restos de las tortugas. La cueva está en Hilazon Tachtit, en el sur de Galilea, Israel, y los animales a los que pertenecen la mayoría de restos encontrados son uros de la especie Bos primigenius, ya extinguida y de la que procede el ganado vacuno domesticado actual, y la tortuga mediterránea Testudo graeca. Se trata de especies poco abundantes  en la zona en esa época, cuyos ejemplares habían sido, muy probablemente, trasladados para ser consumidos en la cueva desde localidades lejanas, y su captura habría exigido un esfuerzo importante. Además, el toro tenía, con toda probabilidad, importancia simbólica para los que celebraron el festín. Todos estos elementos indican de forma inequívoca que el banquete tuvo carácter ritual. Y las arqueólogas calculan que pudieron haber disfrutado del mismo del orden de 35 personas. La mujer enterrada en la cueva era seguramente un personaje relevante, quizás una “chamán”, y muy probablemente el banquete se celebró con motivo de su enterramiento en el marco de una ceremonia funeral.

El uro, Bos primigenius

La importancia del hallazgo, aparte del conocimiento de una de las primeras ocasiones en que ocurrió algo en concreto, tiene que ver con el hecho de que el periodo al que corresponde el hallazgo y la cultura (Natufiense) en que se enmarca, lo son de transición, del Paleolítico final y Mesolítico al Neolítico. La Natufiense es una cultura que se desarrolló en el territorio que se superpone a lo que en la actualidad ocupa el estado de Israel y que llega por el norte hasta el Eufrates. Es inmediatamente anterior al Neolítico y, por lo tanto, al surgimiento y desarrollo de la agricultura. Los pueblos de la época eran cazadores y recolectores. Pero tenían la particularidad de que ya se habían asentado en pequeñas aldeas formadas por unas pocas chozas. Por lo tanto, se trataba de unos pueblos que ya habían iniciado una cierta sedentarización.

Según las autoras del trabajo, el hallazgo refleja la expansión de rituales públicos asociados al aumento en la complejidad social que trajo la sedentarización. Esa sería la razón por la que no se habían encontrado restos claros de festines de más antigüedad[1]; esto es, según ellas, el hallazgo se habría debido al aumento en la frecuencia de estos eventos, así como de su dimensión e importancia social.

Tortuga Testudo graeca

Los banquetes, así como otro tipo de rituales públicos, constituyen mecanismos de integración comunitaria muy útiles para mitigar el estrés provocado por la convivencia en grupos humanos de tamaño creciente, al reunir a personas para participar en eventos basados en ideologías compartidas. De esa forma se favorece la solidaridad entre los miembros del grupo y se refuerza el sentimiento de pertenencia a la comunidad. Las ceremonias funerales constituyen ocasiones ideales e esos efectos, pues reunen a numerosas personas para conmemorar la vida (o si se prefiere su final) de un individuo.

El hallazgo de los restos de lo que pudo ser uno de los primeros banquetes (con todas las salvedades que se quiera hacer a esta expresión) es importante porque quizás quepa interpretarlo como muestra de un acontecimiento ligado al nuevo modelo social propiciado por la sedentarización. Es posible, de hecho, que ese modelo, junto con los ritos de que se dotó, constituyeran soportes necesarios para el desarrollo posterior de la sociedad y la cultura en cuyo marco se desarrolló la agricultura.

La imagen de la reconstrucción del enterramiento de la mujer chamán está tomada de National Geographic

Referencia: Natalie D. Munro y Leore Grosman (2010): “Early evidence (ca. 12,000 B.P.) for feasting at a burial cave in Israel”. PNAS vol. 107 (35): 15362–15366.  www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1001809107


[1] Ya se habían encontrado antes restos indiciarios de posibles banquetes en el paleolítico, pero los de Hilazon Tachtit son, con diferencia, los que más claramente corresponden a un verdadero banquete.

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