Para comprender un relato…

La resonancia magnética (MR) es una técnica muy poderosa. Mediante imágenes de resonancia magnética (MRI) uno puede curiosear en el interior de órganos humanos, también del cerebro, y “ver” cómo están organizados. Además, las imágenes de resonancia magnética funcional (MRI f), permiten identificar las áreas que se activan en el cerebro cuando el sujeto observado hace algo en concreto. Por eso han utilizado esa técnica para estudiar lo que pasa en el cerebro de personas que cuentan algo y lo que ocurre en quienes oyen lo que se cuenta. De esa forma han analizado el modo en que “actúan” los cerebros del emisor y del receptor, esto es, han analizado cómo funciona el cerebro en un evento de comunicación.

Cuando la comunicación tiene éxito, esto es, cuando quien escucha entiende lo que le cuenta el que habla, en determinadas áreas del cerebro se produce un acoplamiento temporal entre la actividad neural del emisor y la del receptor. Sin embargo, si la comunicación no tiene éxito, no existe tal acoplamiento. En ciertas áreas del cerebro, el acoplamiento entre los patrones de actividad del hablante y del oyente se produce con un cierto retraso. Esa demora en la actividad neural viene a ser de entre uno o tres segundos entre emisor y receptor, que es el tiempo que transcurre entre el momento en que el emisor “construye” mentalmente su mensaje y el momento en que el receptor lo procesa. Es de suponer que el mensaje emitido por el que habla induce la actividad que se registra en el oyente.

Estas observaciones indican que tanto la emisión como la comprensión de un mensaje comportan la activiación de áreas cerebrales comunes. Esto es, emisión y comprensión comparten una parte de la cicuitería cerebral, aunque lógicamente, se diferencian en los circuitos que son propios de cada uno de los dos eventos. Es de suponer, por ejemplo, que las áreas involucradas en la activación de la musculatura que produce la fonación no se activan en el oyente.

Además, hay áreas cerebrales cuya actividad refleja respuestas anticipatorias. Esto es, en esas áreas la actividad del oyente precede ligeramente a la actividad del hablante. Se trata de áreas conocidas por su implicación en la formulación de predicciones. Probablemente la anticipación proporciona al oyente más tiempo para procesar el “input” que recibe, y facilita la comprensión en circunstancias en que ésta puede estar limitada por alguna circunstancia. Además, el grado de comprensión del oyente está relacionado con el grado de acoplamiento entre las actividades neurales de emisor y oyente y sobre todo con la importancia (por su presencia y abundancia) de las respuestas anticipatorias. Esto indica que para que se produzca comunicación debe existir una cierta implicación o compromiso por parte del oyente.

El acoplamiento entre la producción y la comprensión lingüística reproduce, en cierto modo, el acoplamiento entre acción y percepción que ha sido descrito en las neuronas espejo. Las neuronas espejo se activan tanto cuando se realiza una acción como cuando se observa esa misma acción al ser realizada por otro sujeto. De forma similar, durante un evento de comunicación, los procesos de producción y los de comprensión parecen estar íntimamente unidos de un modo similar.

Creo que este es un hallazgo importante. Desconocemos muchísimos aspectos relativos al funcionamiento del cerebro. En su momento se describieron las neuronas espejo, y ello supuso un avance significativo para desentrañar elementos importantes del funcionamiento cerebral ligado a las relaciones con los otros. Aquí se ha mostrado otro fenómeno interesante: ahora sabemos que la elaboración y emisión de un relato, y su comprensión comparten patrones de actividad cerebral. Esto es, ahora sabemos que la comprensión de un mensaje comporta una actividad neuronal que en cierto modo reproduce la actividad de quien lo elabora y emite. Los autores del trabajo en sus últimas líneas, afirman lo siguiente: “Una mayor comprensión de los procesos neurales que facilitan el acoplamiento neural entre interlocutores puede arrojar luz sobre los mecanismos mediante los cuales interaccionan nuestros cerebros y se unen para formar sociedades”. Yo así lo creo también; por eso me parece que este es un trabajo importante, porque abre nuevas vías para la investigación en este campo.

Referencia: Greg J. Stephens, Lauren J. Silbert y Uri Hasson (2010): “Speaker–listener neural coupling underlies successful communication”. Proc. Nat. Acad. Sci., vol. 107 (32): 14425–14430  www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1008662107

Juan Ignacio Pérez Iglesias

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