Amor de madre

Esta es una historia de amor, de amor de madre, como reza el título, porque es un amor que, como veremos aquí, puede surtir los efectos más insospechados. Aunque bien pensado, los insospechados no son los efectos, sino la forma en que se se ejercen. Pero vamos por partes, porque para entender esta historia de amor hay que dar antes algunas explicaciones. Hablaremos de rango jerárquico, de emparejamiento, de éxito reproductor y de la incidencia de las relaciones sociales y familiares en todas estas cosas. Pero eso sí, los protagonistas de la historia no son seres humanos, sino bonobos, los antes llamados chimpancés enanos, esos a los que gusta vivir sin broncas y practicar sexo siempre que tienen ocasión (aunque tampoco es que sean pacifistas a ultranza, como puede verse aquí).

Grupo de bonobos

En los grupos animales en los que conviven individuos de ambos sexos, los machos, para maximizar su éxito reproductivo, compiten entre sí por las hembras. En muchas especies, las oportunidades de emparejamiento dependen del rango que tienen los machos en el grupo. Los machos de mayor rango intentan, y muchas veces consiguen, evitar que los de menor rango tengan acceso a las hembras en celo. Gracias a eso consiguen tener más descendencia que los demás. Y no olvidemos que es de eso de lo que se trata, de tener más descendientes que los otros bonobos del grupo.

Pero hay ocasiones en las que el rango no ejerce un efecto tan claro y, al parecer, ello es debido a la influencia de otros factores. Las relaciones sociales, por jemplo, pueden tener gran incidencia. Así, hay especies en las que los individuos de menor rango forman alianzas entre ellos para dificultar o impedir la tarea de los machos de alto rango; de esa forma tienen ellos más oportunidades. Y hay otros factores que pueden alterar los efectos de la jerarquía, entre los que está, por supuesto, la elección de las hembras, cuya opinión a estos efectos también cuenta.

Así se empieza

A la hora de establecer alianzas, lo normal es que se formen entre individuos emparentados. Esto es lo que prevé la teoría de selección de familia o selección de parentesco, y lo que se ha observado en las sociedades animales. De acuerdo con las previsiones de esa teoría, es más probable que se alíen individuos de una misma familia, puesto que así se facilita la transmisión a la descendencia de, al menos, una parte de la dotación genética propia, la que se comparte con el individuo que llega a emparejarse y a reproducirse.

En la mayor parte de los grupos de mamíferos sociales son las hembras las que se quedan en el grupo, mientras que los machos lo abandonan para unirse a otro grupo. En esos casos, los lazos entre madres e hijas son muy fuertes y el apoyo de la madre sirve para elevar el estatus de la hija y para mejorar su éxito reproductivo.  Son muchas menos las especies de mamíferos sociales en que ocurre lo contrario, esto es, que quienes se quedan sean los machos, y entre estas se encuentran, precisamente, chimpances, bonobos, monos araña y seres humanos. Y en estos casos hay fuertes vínculos entre madre e hijo y también entre los machos.

El caso es que hay quien ha pensado que si en las sociedades en que se quedan las hembras el apoyo de la madre mejora el estatus y el éxito reproductivo de la hija, en las que se quedan los machos podría ocurrir algo equivalente; esto es, en éstas, podría ocurrir que el apoyo de la madre eleve el éxito reproductivo del hijo. Y además de pensarlo, han explorado la posibilidad de que así sea en una especie, como los bonobos, en la que, además, las hembras pueden llegar a tener un alto rango y a ser codominantes con los machos.

Y a veces, -no siempre-, así se acaba

Las observaciones del grupo de investigadores confirmaron la hipótesis que habían planteado. Observaron, en primer lugar, que en el grupo de bonobos que estudiaron hay un claro rango jerárquico entre los machos. Existe, además, una alta correlación entre el rango de los machos  y el éxito de emparejamiento con las hembras en celo, siguiendo el modelo observado en otras especies de mamíferos. Pero además de haber esa alta correlación, también se comprobó que la presencia de la madre de un bonobo macho en el grupo mejoraba de forma sensible tanto la proximidad de su hijo a las hembras en celo, como el éxito de emparejamiento del hijo. Y esa mejora beneficia, en particular, a los machos de medio o bajo rango. No está claro cuál es el mecanismo mediante el que se produce este efecto, pero parece ser que la simple presencia de la madre en las proximidades de las hembras en celo es suficiente para mejorar las posibilidades de emparejamiento de su hijo. Y es muy posible que ello se deba, al menos en parte, a que esa presencia pueda ser suficiente para evitar que los machos dominantes alejen de las hembras en celo al bienamado hijo de tan devota madre.

¿Alguien se imagina a una madre humana enfrentándose a un posible competidor sexual de su hijo?  No parece una escena muy verosímil. Pero lo cierto es que esto que hemos visto aquí no debiera extrañar a nadie. Al fin y al cabo, la mitad de la dotación genética del bonobo hijo se la ha proporcionado la madre. Por eso, es perfctamente lógico que la madre se esfuerce por que su hijo se empareje, porque esa es la mejor forma de promover la transmisión de sus propios genes a las generaciones futuras. Es más, eso es lo que hacen todas las madres, también las humanas, aunque en el caso de éstas los procedimientos de que se sirven para ello son de otra naturaleza. 😉

Y de los padres mejor hablamos en otra ocasión, porque esa es otra historia.

Fuente: Martin Surbeck, Roger Mundry y Gottfried Hohmann (2010): “Mothers matter! Maternal support, dominance status and mating success in male bonobos ( Pan paniscus)”. Proc. R. Soc. B (edición electrónica temprana) (doi: 10.1098/rspb.2010.1572)

2 pensamientos sobre “Amor de madre

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  2. Txuri van Nergens

    Este fenómeno parece ser una forma no socializada de la estrategia humana para obtener éxito social/dominancia. El éxito en otros animales se mide en su capacidad para atraer más/”mejores” parejas sexuales. La aparición de otros criterios preponderantes para perpetuar(se) con los genes propios es tener éxito social/posición a través fundamentalmente (aunque no exclusivamente) del contexto laboral.

    Para mí el fenómeno que se ve en bonobos sería más comparable a la existencia de una madre (o padre) en un contexto laboral en el que quiera que sus descendientes (también sobrinos u otros parientes con quien comparta material genético o sean parejas de quienes lo compartan) tengan éxito y sean dominantes. Vamos, el querer meter al hijo/sobrino como delegado en un área de una empresa, aunque no tenga las destrezas necesarias para llevar a cabo tal labor. El éxito de una persona en una empresa (y las afiliaciones y admiraciones que pueda obtener de otros pares) dependen de su unión génetica con el jefe de dicha empresa. Siempre será más deseable (al menos en términos de éxito materialista) querer ligar con el hijo del jefe que con cualquier otro “pringadillo” de la empresa.

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