El esfuerzo que una mujer dedica a la progenie

Mujer turkana

El esfuerzo reproductor de toda la vida de las mujeres presenta un valor promedio de 1’45. Este es el resultado obtenido por un grupo de investigadores que han evaluado esta cuestión a partir de datos obtenidos de 17 poblaciones de cazadores-recolectores. Los autores del trabajo han limitado su análisis a esas poblaciones porque consideran que son las que mejor reflejan las condiciones bajo las que evolucionó la especie a lo largo de decenas de miles de años.

El esfuerzo reproductor se puede definir de formas diferentes, dependiendo del propósito con que se estime o se estudie. En este caso, se define como la fracción que representa la energía que la madre destina a la progenie o línea germinal con respecto a su propia masa corporal. Así, un esfuerzo reproductor de 0’5 indica que la madre destina una cantidad de recursos (biomasa producida) a la línea germinal que equivale al 50% de su propia masa corporal. Si la mujer tiene 50 kg de masa, eso querría decir que ha destinado 25 kg a la progenie. Normalmente se calcula para periodos anuales o para toda la vida.

Mujeres y niños yanomani

El valor citado antes (1’45) corresponde, como se ha señalado, a toda la vida. Eso quiere decir que una mujer de una sociedad recolectora destina a la línea germinal, a lo largo de su vida, una cantidad de recursos que equivale a 1’45 veces su masa corporal media. Así pues, si la mujer tiene una masa de 50 kg, eso quiere decir que, a lo largo de toda su vida, destina a su progenie el equivalente a 70 kg de masa. Hay que decir que en este cómputo no se incluye el gasto metabólico asociado a la producción de esa biomasa, por lo que el esfuerzo real es aun mayor. Hay que aclarar que para el cómputo se considera la masa de la criatura una vez se ha destetado, pues también incorpora la aportación realizada por la madre durante la lactancia.

Los valores estimados para las diferentes sociedades van de 1’1 a 2. Así pues, hay una considerable variabilidad interpoblacional en este parámetro, seguramente relacionada con las condiciones ambientales propias de cada sociedad. Por otro lado, y esto es algo reseñable, ese valor es prácticamente igual al valor medio correspondiente al conjunto de mamíferos (1’41), algo que, según los autores del trabajo, da cuenta de la existencia de unos condicionantes funcionales comunes para todos los mamíferos.

El cálculo se realiza aplicando la siguiente ecuación: ERV = V x n x (mh/mm), donde ERV es el esfuerzo reproductor de toda la vida, V es la duración de la vida reproductora, n es la tasa anual de natalidad, mh es la masa del hijo destetado y mm es la masa de la madre. La masa corporal media de las mujeres es 48’3 kg. Su vida reproductora media es de 19 años. La tasa anual media de natalidad es 0’35 año-1. Y los hijos tienen una masa media de 11’7 kg al ser destetados.

Familia wichi

¿Podría ese valor de esfuerzo reproductor ser sustancialmente diferente de 1’45? Seguramente no. Veamos por qué. Un aumento de ERV debería basarse en aumentos de alguno de sus componentes, V, n o mh. Vayamos por partes. Para que V aumentase, la edad de inicio de la actividad reproductora debiera ser menor, pero si la madre empezase antes a tener hijos, muy probablemente ello conllevaría costes (de supervivencia o somáticos) para la madre que se traducirían en un menor potencial reproductor futuro. Por lo tanto, el potencial reproductor total seguramente no variaría. Otra posibilidad es que aumentase n, la tasa de natalidad; pero ello conllevaría una menor masa corporal del hijo al ser destetado, con lo que la ratio (mh/mm) sería menor y el producto n x (mh/mm) tampoco variaría. Y algo similar ocurriría si aumentase la masa de la criatura al ser destetado: para que ello fuera posible debiera aumentar el periodo de lactancia y por lo tanto, disminuir n; o si no, la madre debiera dedicar más energía al embarazo y la lactancia. Al embarazo seguramente no es posible dedicar más recursos por razones estructurales, y si se destinan a la lactancia, ello también acarrearía costes (somáticos o de supervivencia) para la madre, con lo que diminuiría su fecundidad futura (n).

Para terminar, se me ocurre que dado que los varones no producimos nada de toda esa biomasa reproductiva, y suponiendo que la producción de espermatozoides no alcanza ni de lejos a cubrir la diferencia, hay que concluir que lo que las mujeres destinan a la progenie corresponde, seguramente, a la diferencia de tasa metabólicas entre hombres y mujeres. En otras palabras, que lo que un sexo se destina a la progenie, el otro lo disipa en forma de calor. En algunos varones esa disipación de calor seguramente ha venido acompañada de trabajo útil; algo es algo.

Fuente: Oskar Burger, Robert Walker and Marcus J. Hamilton (2010): “Lifetime reproductive effort in humans” Proceedings of the Royal Society B 277: 773-777

2 pensamientos sobre “El esfuerzo que una mujer dedica a la progenie

  1. Xabier

    Kontuz ! Que ese calculo no dice nada de quien aporta la energia para que el hijo llegue al destete. Se puede aplicar exactamente igual a machos, y a Ismail Ibn Sharif le sale > 100, cuando seguro que todas la Kcal necesarias las pusieron otros.

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