Neurotransmisores y etnocentrismo

La xenofobia es fuente directa de dolor y de conflictos que provocan más dolor aún. Los comportamientos sesgados para con personas diferentes a nosotros mismos por pertenecer a otros grupos étnicos, no responden a una valoración (mínimamente) objetiva relacionada con la extracción social, sino que parecen tener base neurobiológica involuntaria. Y en esa base, la oxitocina juega un papel importante.

La oxitocina es una sustancia que (además de ejercer como hormona) desempeña, como neurotranmisor, funciones de comunicación entre neuronas. Las vías en las que participa están relacionadas con los vínculos y las relaciones sociales y emocionales. La inhalación nasal de oxitocina aumenta la capacidad para inferir el estado emocional de las otras personas y también aumenta la confianza en los otros. Aquí mismo hemos visto que las personas con elevada actividad en los sistemas neuronales basados en ese neurotransmisor tienden a ser personas imaginativas, empáticas e igualitarias, y tienden a poseer habilidades sociales. También hemos visto aquí que está implicada en el establecimiento de vínculos entre individuos en diferentes contextos (relación de pareja, madre e hijo y otras) y que sus niveles corporales se elevan en respuesta a caricias o voces reconfortantes. Y por otro lado, vimos aquí que la oxitocina, a la vez que promueve la cooperación y apoyo a los miembros del propio grupo, favorece el comportamiento agresivo de defensa frente a los de otros grupos. Esta última faceta da pie a pensar que su papel no es tan “benigno” como se la había venido atribuyendo.

Según un estudio que se acaba de dar a conocer, la inhalación de oxitocina promueve la cooperación con y el apoyo a las personas que forman parte del mismo grupo étnico al que se pertenece. También promueve el favoritismo para con esas personas. Pero además, es muy posible que ligado a lo anterior, aunque en una menor medida, también propicie un trato discriminatorio a las personas que no forman parte del propio grupo. Algunos de los resultados obtenidos en ese estudio, aunque no todos, apuntan en esa dirección. En conjunto, el efecto neto de la inhalación de oxitocina consiste en un sesgo social de discriminación, desde la positiva para con los propios hasta, -muy probablemente-, la negativa para con los otros.

El etnocentrismo es esa tendencia a dar más importancia y considerar superiores a los del propio grupo étnico y funciona, en la práctica, como un indicador de lealtad y de compromiso para con el grupo. Como tal, está claro que tiene un evidente valor adaptativo, en la medida que facilita la cooperación y la confianza intragrupal. Pero del mismo modo, también puede inducir emociones negativas entre quienes están (y se consideran) discriminados por pertenecer a otro grupo étnico, pudiendo llegar a provocar graves conflictos sociales. Y es importante ser conscientes de que ciertos comportamientos no son el resultado, simple y directo, de una reacción mezquina a ciertos estímulos sociales.

Carsten K. W. De Dreu, Lindred L. Greer, Gerben A. Van Kleef, Shaul Shalvi, y Michel J. J. Handgraaf (2010): “Oxytocin promotes human ethnocentrism” PNAS: 108 (4): 1262–1266.

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