Las enfermedades infecciosas deterioran la inteligencia

El Trypanosoma cruzi, (en gris en la imagen) es el protozoo causante del mal de Chagas, una enfermedad infecciosa relativamente común en el sur de los Estados Unidos

En los países con mayor prevalencia de enfermedades parasitarias (o infecciosas) el cociente de inteligencia medio tiende a ser menor. Cuando se ha analizado la variabilidad de esos dos factores entre países se ha comprobado que existe una alta correlación (alrededor de 0’8) entre ambos y que esa correlación es muy significativa (ver este artículo).

La explicación que se ha dado a esa correlación se fundamenta en la idea de que los patógenos ejercen un efecto muy negativo sobre el balance energético de las personas infectadas. Ese efecto puede ser directo, -porque consumen recursos del huesped-, o indirecto, -porque obligan al sistema inmune a utilizar más recursos propios para combatir al patógeno-, pero en cualquiera de los casos es negativo, pues reducen la cantidad de recursos disposibles para el desarrollo propio, sobre todo en edades tempranas, en que la necesidad de esos recursos es máxima. Por otra parte, el desarrollo del encéfalo, máximo también durante la infancia, requiere volúmenes especialmente importantes de recursos energéticos. Por ello, las enfermedades infecciosas actuarían, según esa hipótesis, reduciendo el volumen de recursos disponibles para el desarrollo neurocognitivo de las personas infectadas, de donde se derivaría la existencia de la correlación negativa entre prevalencia de enfermedades infecciosas y cociente de inteligencia.

Variación del IQ entre estados en los EEUU

Según un estudio de reciente aparición, esa correlación, que ya había sido observada en la comparación entre diferentes países del mundo, también se produce entre diferentes zonas dentro de un mismo país, los Estados Unidos. El valor de la correlación (r = -0’67; n = 50) en la comparación entre estados, aunque alto y estadísticamente muy significativo (p < 0’001), es algo inferior al observado en la comparación entre países. Esa menor correlación es, no obstante, lógica, ya que la variabilidad en el IQ es muy inferior dentro de los Estados Unidos que entre el conjunto de los países del mundo.

El estudio circunscrito a los Estados Unidos, además de corroborar las principales conclusiones del anterior, ha aportado interesante información adicional. Haciendo uso de una técnica estadística de gran potencia (al menos en mi opinión) como es la regresión múltiple, ha incorporado en el análisis otros factores potenciales, esto es, factores que también pueden ejercer algún efecto en la inteligencia. Uno de ellos es el nivel de bienestar económico (tal y como viene definido por la combinación de tres indicadores estándar de renta) y los otros dos son indicadores de la calidad del sistema educativo (ratio profesores:estudiantes y proporción de profesores de alta cualificación).

Incidencia del mal de Chagas en los USA

Tras incorporar las cuatro variables al modelo, fue la incidencia de enfermedades infecciosas la que, con gran diferencia, ejerce un efecto mayor y con mayor significación estadística. El resto de variables, económicas por un lado y educativas por el otro, ejercen efectos menores y de similar magnitud. Un dato de interés es que la proporción de personas de raza negra en cada estado también fue considerada, tentativamente, como un predictor potencial del cociente de inteligencia medio. Sin embargo, esa variable resultó no ejercer efectos significativos.

Las conclusiones del estudio son interesantes porque, aparte de confirmar la relación ya conocida entre cociente de inteligencia e incidencia de enfermedades infecciosas, cuantifica los efectos de otros factores (educación y riqueza) relacionados con el cociente de inteligencia. Además, entre ese conjunto de variables existen relaciones cruzadas; el cociente de inteligencia incide en el nivel de desempeño profesional; éste, a su vez, determina la calidad del trabajo que se realiza y, por lo tanto, la riqueza que se crea; de la riqueza depende el esfuerzo que se dedica a la educación y la educación condiciona el desarrollo intelectual; además, la riqueza también facilita el tratamiento y curación temprana de las enfermedades infecciosas. Así pues, existen múltiples relaciones de interdependencia entre unas variables y otras, y en virtud de esas relaciones, la mejora en alguna de las variables da lugar a que mejoren las demás.

Porcentaje de pobreza en los Estados Unidos

Es muy posible que, al menos en parte, el conocido como efecto Flynn, -consistente en un rápido incremento del IQ que ocurre durante cortos periodos de tiempo cuando se desarrolla una nación y mejoran rápidamente sus indicadores socioeconómicos-, se deba a relaciones como las documentadas en este trabajo. Esta es una razón más para el optimismo, sí, pero también para apoyar a los países que sufren los mayores índices de enfermedad infecciosa o parasitaria y apoyarlos para, precisamente, erradicar cuanto antes esas enfermedades.

Fuente: Christopher Eppig, Corey L. Fincher y Randy Thornhill (2011): “Parasite prevalence and the distribution of intelligence among the states of the USA” Intelligence 39: 155–160

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