¿Ha desayunado bien su Señoría?

Uno quiere pensar que los jueces adoptan decisiones racionales basadas en la aplicación lógica de los preceptos legales. Es tranquilizador pensar que la acción de la Justicia obedece a una lógica y que esa lógica es independiente de factores ambientales o de otro tipo. Pero puede que las cosas no sean exactamente así o, mejor dicho, es posible que en el mundo real las decisiones que toman los jueces se alejen demasiado de esa racionalidad legal.

En la primera mitad del siglo XX en los Estados Unidos y en Escandinavia se desarrolló un conjunto de teorías acerca de la naturaleza de la ley conocido con el nombre de “realismo jurídico” o “realismo legal”. El elemento central de esas teorías es que la ley es administrada por personas y, por lo tanto, está sometida a las debilidades, flaquezas e imperfecciones humanas. Los realistas sostienen que la aplicación de la razón legal no es suficiente para explicar las decisiones judiciales y que factores psicológicos, políticos y sociales también influyen en esas decisiones. El realismo jurídico ha sido caricaturizado con el tropo “la justicia es lo que el juez ha tenido para desayunar”.

Aunque pueda parecer una caricatura excesiva, hay quien se ha tomado la molestia de comprobar si los jueces toman sus decisiones de modo absolutamente racional o si, por el contrario, esas decisiones pueden verse afectadas por variables que nada tienen que ver con la ley y sí con la situación en la que se encuentra el juez en cada momento. En concreto, unos investigadores israelíes han estudiado el efecto que tiene el tiempo transcurrido desde que empieza cada sesión de trabajo sobre el veredicto que dicta el juez. Se trata de juicios en los que el juez ha de dictaminar si concede o no la libertad condicional a presos que la han solicitado. Los jueces realizan dos interrupciones para comer y/o descansar en una jornada laboral, de manera que la jornada está formada, en realidad, por tres sesiones de trabajo.

Pues bien, resulta que la probabilidad de que la decisión del juez sea favorable a la solicitud del preso es máxima (alrededor de un 60%) al comienzo de cada sesión de trabajo, pero disminuye conforme va viendo casos hasta llegar a denegar la mayoría de las solicitudes (alrededor de un 80%) al final de cada sesión. El análisis comprende un conjunto de más de mil decisiones tomadas por ocho jueces a lo largo de varios meses, y son jueces con una amplia experiencia en su tarea.

La conclusión que obtienen los autores del trabajo es que cuando los jueces han de tomar repetidas decisiones, muestran una tendencia a decidir a favor del mantenimiento del status quo. O lo que es lo mismo, tienden a no complicarse la vida. Esa tendencia se rompe si interrumpen su actividad y toman algo de comer. La pena es que los investigadores no han podido establecer si el factor determinante de la quiebra de esa tendencia es el descanso o el tentempié. Parece claro que lo que les ocurre a los jueces es que conforme van tomando decisiones, esas decisiones van reduciendo sus recursos mentales y es esa reducción la que hace que dictaminen de forma “conservadora” a favor del status quo. Pero no es posible discernir si ese agotamiento tiene que ver con la falta de alimento, con el descanso que proporciona el cese de actividad, o con el estado de ánimo o el humor del juez.

En cualquier caso, lo que resulta evidente es que variables absolutamente ajenas e independientes de la Ley ejercen un efecto muy marcado en las decisiones judiciales. En definitiva, a la vista de estas observaciones, no parece tan descabellado aquello del desayuno del juez para describir las teorías del realismo jurídico. Y la verdad es que desasosiega.

Fuente: Shai Danziger, Jonathan Levav y Liora Avnaim-Pesso (2011): “Extraneous factors in judicial decisions” PNAS 108 (17): 6889-6892

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