La hipótesis del nicho cultural: la cultura como parte de la biología humana

Los inuit son un ejemplo de la importancia del aprendizaje cultural para la adaptación a la vida en condiciones extremas

Como especie, los seres humanos hemos alcanzado un enorme éxito, éxito que consiste en haber llegado a los lugares más recónditos del planeta y en haber conseguido medrar en todo tipo de ambientes, distribuidos por todos los continentes y climas, con excepción de la Antártida. Cada uno de los lugares a los que ha llegado nuestra especie ha exigido unas adaptaciones específicas, principalmente de naturaleza cultural.

Según una serie de autores (Tooby, Cosmides, Pinker, como ejemplos), ese éxito ha sido posible gracias a nuestra gran capacidad intelectual, capacidad que tendría su origen, en gran medida al menos, en encéfalos más grandes, con la consiguiente mayor capacidad de computación que permite el mayor tamaño. Somos más inteligentes que los demás animales; hemos desarrollado una inteligencia, -que se puede denominar “improvisacional”-, que incluye un conjunto de capacidades que habrían permitido a nuestra especie adaptarse a condiciones locales muy diferentes. Esas habilidades se habrían visto favorecidas por nuestra capacidad para aprender unos de otros, gracias, sobre todo, al lenguaje.

Esas ideas están basadas en un punto de vista según el cual muchas de nuestras capacidades cognitivas son innatas; esto es, han sido moduladas por la selección natural de manera que han podido resolver problemas adaptativos a los que se ha tenido que enfrentar nuestra especie con frecuencia. En ese marco, la habilidad clave de la especie humana sería el uso del razonamiento causal para realizar inferencias relativas a las contingencias propias del ambiente local. Y esa capacidad para realizar inferencias se habría beneficiado, además, de una segunda innovación evolutiva, cual es la habilidad para aprender unos de otros, gracias a la cual se reduce enormemente el coste de adquirir la información necesaria para adaptarnos a las condiciones ambientales propias de cada lugar.

Frente a esa visión, formulada bajo la denominación de “hipótesis del nicho cognitivo”, otros argumentan que la mayor inteligencia, y la capacidad para el razonamiento causal y para la planificación, no son suficientes para explicar el éxito de nuestra especie. Y proponen una alternativa, a la que denominan “hipótesis del nicho cultural”. Sostienen que la hipótesis del nicho cognitivo sobreestima el grado en que las habilidades cognitivas humanas han sido las responsables del éxito de la especie, y subestima el rol que en ese éxito ha jugado la cultura. Opinan que nuestra capacidad para aprender de los demás es crucial, ya que nos ha permitido acumular información generación tras generación, y desarrollar herramientas, creencias y prácticas que ningún individuo podría desarrollar o inventar por sí mismo.

De cada una de las dos hipótesis se desprenden conclusiones muy diferentes en relación con el modo en que son adquiridas y entendidas las adaptaciones al entorno local. Según la del nicho cognitivo las tecnologías son adaptativas porque la “inteligencia improvisacional” permite a algunos individuos entender cómo funcionan y por qué son mejores que las posibles alternativas. Ese conocimiento -o esa comprensión- sería compartido, lo que permite al resto de los individuos adquirir el mismo nivel de comprensión prácticamente sin coste. Los que defienden la teoría del nicho cultural, por el contrario, proponen que la evolución cultural, al haber operado a lo largo de generaciones, habría acumulado y combinado elementos de tal manera que ha creado paquetes adaptativos que no dependen de la capacidad  de los individuos para comprenderlos y utilizarlos. Sostienen que es posible que en algunos casos la comprensión se transmita, pero que no es necesario. De hecho, es normal que los individuos desconozcan ciertos elementos del diseño de las herramientas o tecnologías que aprenden, o que no tengan ni idea de cómo podría mejorarse ese diseño. Lo importante es que los aprendices culturales adquieren las prácticas propias de cada lugar, y solo ocasionalmente experimentan con ellas o las modifican.

Así pues, el aprendizaje cultural habría permitido a las poblaciones humanas resolver los problemas a los que se ha enfrentado porque permite el aprendizaje selectivo y la acumulación de pequeñas mejoras a lo largo del tiempo. Esto no quiere decir que la cognición flexible y sofisticada no sea importante, sino que el elemento diferencial con otras especies es nuestra capacidad de aprendizaje. Por eso, quienes defienden este planteamiento proponen que los seres humanos ocupamos un nicho cultural, no un nicho cognitivo.

Los masai han desarrollado la capacidad fisiológica para digerir leche, en lo que se considera un ejemplo de adaptación evolutiva reciente ligada a un elemento cultural como es la cría de ganado

Según ese punto de vista, la evolución de las capacidades psicológicas que han propiciado la evolución cultural acumulativa sería uno de los componentes clave de la historia humana. La gran disponibilidad de elementos de valiosa información cultural habría favorecido la evolución de grandes cerebros equipados para adquirir, almacenar, organizar y extraer información cultural, un hecho que puede explicar el rápido incremento en la cefalización humana durante los últimos 500.000 años y la emergencia de ciertas capacidades cognitivas. Además, el desarrollo de técnicas y productos de naturaleza cultural, como son la cocción de los alimentos, las armas y las herramientas de trabajo, habría dado lugar a nuevas presiones selectivas que han actuado sobre nuestros huesos, músculos, dentadura y aparato digestivo. Esto es, esos elementos culturales habrían incidido de forma decisiva sobre nuestra biología.

De acuerdo con la hipótesis del nicho cultural, la cultura ha abierto un amplísimo rango de posibilidades evolutivas de las que no disponen las especies no culturales. Podría afirmarse, de hecho, que la cultura es tan parte de nuestra biología como lo es, por ejemplo, nuestra extraña pelvis. Este punto de vista contrasta con la visión más tradicional según la cual, cultura y biología se disputan el control del comportamiento humano.

La condición psicológica ancestral del linaje humano era tal que no permitía la evolución cultural acumulativa. Sin embargo, la psicología de la especie humana permite aprender de otros desde muy pronto en la vida; motiva a hacerlo de forma poderosa e inconsciente; y moldea el tipo de rasgos que evolucionan. Por eso, seguramente no tiene sentido que nos preguntemos si la cultura ha superado a la biología. La pregunta correcta sería cómo interactúan la herencia cultural y la genética para producir los modelos de psicología y comportamiento humanos que conocemos.

Fuente: Robert Boyd, Peter J. Richerson, y Joseph Henrich (2011): “The cultural niche: Why social learning is essential for human adaptation” PNAS 108 suppl 2: 10918-10925

2 pensamientos sobre “La hipótesis del nicho cultural: la cultura como parte de la biología humana

  1. Cantabrico

    Parte del exito de la evolucion humana pueden estar en el humanismo y los sentimientos ,no asi en la parte material que motiva al ser humano ,la dualidad entre lo material y lo espiritual han de ser una balanza ,la espiritualidad en el ser humano forma parte de su evolucion .

  2. Pingback: Juan Ignacio Pérez: “Hay sectores sociales que por ideología mantienen espacios de irracionalidad” | Muera la Inteligencia

Responder a Cantabrico Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Confianza online