Apofenia: sobre dopamina, conspiraciones y visiones sobrenaturales
La apofenia es un fenómeno que consiste en percibir la existencia de patrones o conexiones, -que también pueden consistir en pareidolias, como caras o figuras-, allà donde no las hay[1]. De ese modo se otorga sentido o significado a algo que carece de él.
Todas las personas tenemos, en mayor o menor medida, una cierta tendencia a buscar (y encontrar) patrones y relaciones causa-efecto en una gran variedad de situaciones. Es una capacidad que seguramente ha tenido valor adaptativo, pues ha permitido atribuir orden y lógica a buen número de eventos naturales propios del medio en que vivÃan nuestros antepasados. Y por lo mismo, ha permitido prever acontecimientos que, por su naturaleza, han podido resultar claves para sobrevivir o progresar.
Pero la apofenia es otra cosa, porque se produce cuando se extrema esa tendencia a detectar patrones, de manera que se percibe lo que no existe, ya se trate de relaciones causales, ya de figuras u otro tipo de percepciones. El caso más genuino de apofenia es el que consiste en la percepción de figuras o palabras en una pantalla de televisión en la que solo hay rayas que se mueven, aparecen y desaparecen al azar. Hay personas que ven algo concreto, definido y otras no lo ven. La tendencia a atribuir a ciertas sucesiones de eventos la categorÃa de conspiraciones serÃa también una variedad de apofenia. En este caso serÃa una apofenia relativa a una serie de relaciones causa-efecto en un contexto conspirativo de carácter eminentemente polÃtico.
Según el neuropsiquiatra Meter Brugger, la apofenia es consecuencia de una actividad excesivamente alta del sistema dopaminérgico, sistema formado por los circuitos o conexiones neuronales en los que la dopamina es el neurotransmisor que conecta a unas neuronas con otras. Brugger ha observado que una alta actividad relacionada con la dopamina provoca la percepción de patrones y significados en una medida superior a la normal. Y cuando la actividad dopaminérgica es normal o baja no ocurre tal cosa. Y también se sabe que la tendencia a detectar fenómenos o imágenes inexistentes se ve fuertemente acentuada por efecto de determinadas patologÃas, como la esquizofrenia o del consumo de fármacos, como las anfetaminas.
Según el catedrático de fisiologÃa Francisco Mora, la apofenia puede explicar fenómenos considerados paranormales, asà como fenómenos perceptivos de contenido religioso, como las apariciones de santos, de vÃrgenes o del mismo Dios. Según este autor, nada de todo ello debiera ser considerado extraordinario; lo que sà es extraordinario es que las visiones o pensamientos que surgen en la mente como consecuencia de un estado patológico (de un sistema de neurotransmisores cerebrales como la dopamina en este caso) sean interpretados como sobrenaturales.
Fuente: Francisco Mora (2011): El dios de cada uno-Por qué la neurociencia niega la existencia de un dios universal Alianza Editorial Madrid 294 pp.
Entrevista a Francisco Mora sobre \”El dios de cada uno\”
[1] La palabra pareidolia es un hipónimo de apofenia; es un tipo de apofenia que consiste en la percepción de imágenes definidas como caras, figuras humanas, etc., aunque también se utiliza para sonidos.
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¡Hombre Francisco!, un cierto alivio si siento al leer tu artÃculo, porque un poco complejo de pasmado, si me producÃa mi padre cuando de adolescente ibamos a observar las ranas en los pantanos, él las veÃa y yo no, a pesar de tenerlas como él, delante de las narices. Ahora sé que él padecia de una cierta patologÃa que se llama apofenia. Por cierto las ranas que no veÃa, luego de saltar ya las veÃa.
En cuanto al ejemplo que pones de paraidolia o pareidolia (como se diga), es una foto presentada casi con orejeras. Para salir de dudas, yo sugiero ampliar el foco y mirar allrededor… de la cara de Cidonia y de todo Marte si llega el caso. En este sentido muy interesante el video sobre las conferencias del astronomo de la marina USA Ton Van Flanden, presentando o comentando las fotografÃas transmitidas por el Mars Global Surveyor ¡Toda una orgÃa de paraidolias.!
https://www.youtube.com/watch?v=kbD-RTweHWk
Saludos
Está claro que la tendencia a buscar patrones y regularidades en lo que sucede es una tendencia humana que nos es de gran utilidad, no sólo durante la evolución, sino también ahora mismo. El buscar patrones nos lleva a que muchas veces los encontremos en sucesos complejos y aparentemente no relacionados y eso nos permite prever situaciones y eventos y lidiar con ellos. Es una carácterÃstica que diferencia a las personas más inteligentes de las menos inteligentes.
Pero, como otras capacidades humanas, pongamos por ejemplo el dolor y el miedo, tienen su justo término. Sin sentir dolor se reciben daños que llevan pronto a la muerte, sin sentir miedo nos exponemos a peligros excesivos. Pero si sentimos demasiado miedo o demasiado dolor, nos veremos paralizados.
Lo mismo sucede con la búsqueda de patrones: Si no encontramos patrones donde los hay, no nos podremos adaptar a las circunstancias. Si encontramos patrones donde no los hay, podemos caer en trastornos como la esquizofrenia. Está claro que todos estos casos dependen en buena manera de niveles de neurotransmisores.
Ahora bien ¿dónde está el justo término medio, que podrÃamos llamar saludable? Como he mostrado en otras ocasiones, no podemos esperar a tener la prueba cientÃfica de todo, nuestra inteligencia trabaja atando cabos y llegando a conclusiones rápidas que nos permitan actuar y corrigiendo si nos equivocamos.
Si se parte de entrada de la afirmación metafÃsica de que no existe Dios ni nada sobrenatural, entonces está claro que se verá toda creencia en Dios como un caso de apofenia. Pero no olvidemos que tanto se puede pecar tanto por defecto como por exceso (pueden no verse las ranas donde si que las hay)
La metafÃsica no debe mezclarse con la ciencia.
Sorprendido de cómo la capacidad de ordenar la percepción, común en todos, cuando es elevada y se ven más cosas o mejores que el común de los mortales se convierte en una enfermedad. Cuanto Galileo veÃa más que los demás con el mismo telescopio era por su apofenÃa.