Sobre las mujeres que gustan a los hombres

Al parecer, el tipo de mujer que gusta a los hombres[1] varía con la raza de unos y de otras. Esa es la conclusión obtenida en un trabajo en el que se ha investigado si los gustos masculinos son universales o si varían con factores de carácter cultural ligados, por ejemplo, a la etnicidad.

En más de una ocasión he tratado aquí (por ejemplo, en este artículo) las preferencias masculinas por unos tipos de mujeres u otros. Me refiero a las preferencias por una u otra morfología corporal. De los trabajos que he glosado en otras ocasiones se extrae la conclusión de que los hombres consideran más atractivas a las mujeres cuya ratio cintura:cadera (waist-to-hip ratio: WHR) se encuentra próxima al valor 0’67. Según los autores que han realizado esas investigaciones ello es debido a que ese valor es indicativo de salud, juventud y un nivel adecuado de reservas lipídicas en nalgas y caderas para hacer frente a las necesidades derivadas de la lactancia de la progenie futura. Según esa interpretación esa preferencia sería un rasgo con alto valor adaptativo, ya que esas mujeres son más fértiles, y por lo tanto, tienden a tener una mayor descendencia.

Sin embargo, hay autores que discrepan de esa interpretación y sostienen, entre otras cosas, que las preferencias por unas u otras morfologías corporales están muy condicionadas por factores de naturaleza cultural y que la etnicidad, entre otros elementos, pueden determinar los gustos masculinos. Esto es, sostienen  que la preferencia por unas u otras configuraciones corporales dependen tanto de la raza del hombre como de la de la mujer.

En el trabajo al que he hecho referencia al comienzo se han analizado las preferencias masculinas por unas configuraciones anatómicas femeninas en individuos pertenecientes a tres grupos étnicos: hombre británicos de raza caucásica, hombres sudafricanos de origen británico (raza caucásica) y hombres sudafricanos de origen bantú. En el estudio esos hombres no valoraron mujeres reales o fotografías de mujeres reales, sino siluetas femeninas. Se recurrió al uso de siluetas porque era la mejor manera de estandarizar una serie de rasgos sin modificar los demás. Las siluetas se presentaron de perfil a los hombres. Y las variables que se consideraron fueron las siguientes: ratio cintura:cadera (WHR), tamaño de los pechos y raza (blanca o negra) de la mujer representada en la silueta.

Los resultados que se obtuvieron fueron ciertamente complejos, ya que todos los factores considerados, así como un buen número de interacciones entre ellos ejercieron efectos significativos. De las gráficas en las que se sintetizan los principales resultados del trabajo, me he permitido entresacar una serie de conclusiones, que resumo a continuación:

1) Los británicos de raza caucásica prefieren mujeres con WHR de 0’65 (que es, por cierto, el valor de WHR que refleja la morfología corporal de las mujeres fotografiadas en la revista Play Boy durante varias décadas); también prefieren a las mujeres de raza blanca, aunque no hay diferencias muy marcadas en las preferencias en función de la etnicidad. Tampoco se decantan claramente por mujeres de grandes o pequeños pechos.

2) Los sudafricanos negros prefieren mujeres negras, de pechos grandes y con una ratio cintura:cadera de 0’55, aunque la valoración del atractivo no es sustancialmente diferente del de mujeres con WHR de 0’65. En cualquier caso, esos valores indican que se trata de mujeres con un fuerte contraste entre el diámetro de la cintura y el de la cadera. En definitiva, a los hombres sudafricanos negros les gustan las mujeres de curvas pronunciadas.

3) Y los sudafricanos de raza caucásica valoran como más atractivas a las mujeres negras; también prefieren las que tienen una ratio cintura:cadera de 0’65, y en general, prefieren mujeres de pechos grandes, aunque las diferencias en este aspecto no son muy marcadas. Este es el único caso en que los hombres prefieren a mujeres que no pertenecen a su mismo grupo racial.

Según los autores es posible que las preferencias de los varones sudafricanos negros por mujeres de trasero pronunciado y grandes pechos refleje en realidad la preferencia por mujeres gruesas, ya que el grosor es percibido como indicador de un mejor estado de salud. De ser ello así, los gustos variarían dependiendo de las particulares circunstancias de cada zona geográfica y tendrían, en ese sentido, una cierta componente cultural. Aunque en última instancia, también en este caso habría un condicionante biológico subyacente, cual sería el grado de incidencia de enfermedades.

Así pues, esta investigación concluye que, efectivamente, la etnicidad es un factor clave que condiciona el atractivo físico de las mujeres. Además, los datos que presentan los autores en la tabla y las figuras avalan la idea de que los hombres prefieren, en general, mujeres en las que hay un marcado contraste entre los diámetros de la cintura y de la cadera, si bien el grado del contraste, así como la preferencia por otros rasgos (como tamaño de los pechos o pertenencia a uno u otro grupo étnico) varían dependiendo del grupo étnico al que pertenecen los hombres.

En el campo del conocimiento en que se dirimen estas cuestiones hay un debate de fondo que tiene gran interés. Según un buen número de psicólogos evolucionistas, las preferencias por unos rasgos u otros en la pareja sexual, -tanto los masculinos por las mujeres como los femeninos por los hombres-, obedecen a criterios ligados al valor reproductivo que indican unos u otros caracteres, y fueron moldeados, probablemente mediante un mecanismo de selección sexual, en los albores de la especie, hace alrededor de 100.000 años o quizás antes, incluso mucho antes. Otros especialistas, tanto del campo de la biología como de la psicología, niegan carácter universal a las preferencias, cuestionan que se trate de rasgos heredados y que sean producto de un proceso selectivo, y sostienen que los factores culturales juegan un importante papel en ello. Arguyen, además, que no cabría invocar un origen tan temprano de estos u otros rasgos, cuando sabemos que la especie humana no ha dejado de modificarse, -en sentido biológico- en toda su historia; la adaptación de los pueblos del Himalaya a la vida en altura o la de los centroeuropeos y otros pueblos a la ingestión de leche son claras muestras de cambios muy recientes en nuestra biología. El debate sigue abierto.

Fuente: Viren Swami, John Jones, Dorothy Einon & Adrian Furnham (2009): Men’s preferences for women’s profile waist-to-hip ratio, breast size, and ethnic group in Britain and South Africa British Journal of Psychology 100: 313–325


[1] Me refiero a hombres heterosexuales

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