Demasiada variedad confunde

 

Cuando hemos de elegir entre una amplia variedad de opciones, lo más probable es que no lo hagamos tan bien como lo haríamos si la variedad fuera menor. Paradójico, ¿verdad? Pues por paradójico que resulte, parece ser que es así. Un estudio reciente ha llegado a la conclusión de que la calidad en la elección de una pareja se resiente cuando la variedad de opciones entre las que se puede elegir es alta.

El estudio se proponía investigar cómo afecta el entorno de una elección a la calidad de la elección en sí, y la elección se refería a posibles parejas (de sexo opuesto). La investigación se realizó utilizando un portal de citas rápidas en internet. El procedimiento exige a los participantes elaborar un perfil de sí mismos en el que describen sus características (edad, estudios, peso, altura, religión, trabajo, y otras). Ese es el perfil al que tendrán acceso los interesados potenciales en esa persona. Una vez elaborado el perfil, los participantes intervienen en un “evento” en el que tienen acceso a los perfiles de un número determinado de participantes del otro sexo. El tiempo del que disponen para examinar el perfil de cada una de las potenciales parejas es de tres minutos, y en cada evento se examina un número variable de posibles parejas (24 en promedio). Transcurridas 24 h, cada participante debe comunicar al portal cuál es su decisión, esto es, por qué propuesta o propuestas concretas de emparejamiento opta, si es que opta por alguna.

En el estudio, cada participante examinó 84 conjuntos de parejas potenciales en total, y los investigadores calcularon un “índice de variedad” para cada conjunto, a partir de la variabilidad de los atributos (edad, estudios, peso, etc.) registrados. Y consideraron, -como factores que potencialmente podían afectar a la decisión-, el número de opciones e índice de variedad de cada conjunto, así como el sexo de la persona que hacía la elección.

Los tres resultados principales obtenidos en este estudio fueron, por un lado, que los hombres hacían más propuestas de emparejamiento que las mujeres; por el otro, que se hacían más propuestas de emparejamiento cuantas más opciones de elegir había; y en tercer lugar, que cuanto mayor era la variedad, menor era el número de propuestas de emparejamiento que se hacían en cada evento. Además, también ocurrió que cuantas más opciones potenciales había (mayor número de parejas potenciales en el conjunto) mayor era el número de propuestas que se hacían. Sin embargo, el efecto negativo de la variedad llegaba a contrarrestar, incluso, este último efecto en los casos en los que esa mayor variedad estaba ligada a un mayor número de opciones. El efecto negativo de la variedad se debía, sobre todo, a que cuanto mayor era aquella, más probable era que los participantes no hicieran ninguna propuesta de emparejamiento.

Pero ahí no queda la cosa. Cuanto mayor era la variedad de las posibles parejas entre las que elegir, también era menor la “calidad” de la elección. Ese parámetro, la calidad de la elección, se había estimado a partir de la frecuencia con que en cada evento era elegida la pareja mejor colocada en el ranking. Esa elección de peor calidad se debe, seguramente, a que los costes de evaluación y discriminación son mayores cuando la variedad es más alta. Y por ello, en opinión de los autores del trabajo y en resumen, a la hora de elegir, demasiada variedad confunde.

Está claro que la naturaleza, en general, no ha proporcionado a los miembros de nuestra especie opciones demasiado diversas a la hora de elegir pareja. Así pues, no es de extrañar que no estemos capacitados para elegir bien bajo esas circunstancias. Pero, en realidad, ¿a quién puede preocupar tal cosa? 😉

Fuente: A. P. Lenton y M. Francesconi (2011): “Too much of a good thing? Variety is confusing in mate choice” Biology Letters 7: 528-531

Juan Ignacio Pérez Iglesias

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  • El articulo está muy bien para pasar un rato, como cuando leo a Mortadelo ;).
    No lo digo por el blogger, si no por el que ha hecho ese “estudio” tan concienzudo jajajajaja
    Si habría mil mujeres para elegir, lo haríamos mal, pero ¿y si habría una sola?, también.
    Anda que vaya ejemplos, no seré yo el que sepa que mujer elegir, y creo que no hay nadie en el mundo capaz de hacerlo sin fallar.
    Salud

  • En efecto, confunde. Yo lo llamo entre bromas y veras 'el principio de incertidumbre' y lo descubrí un día que llegue a un aparcamiento con mi coche y estaba prácticamente vacío y me lié a dar vueltas buscando la 'mejor' plaza... Al parecer, el exceso de opciones de elección es lo que tiene, crea incertidumbre. Cosas del vivir. Salud

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Juan Ignacio Pérez Iglesias

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