Necesitamos oírnos unos a otros

Del mismo modo a como ocurre con el contacto físico en forma de caricias o “atusamientos”, conforta escuchar a otras personas. Fisiológicamente, ese efecto reconfortante se traduce en la liberación de oxitocina, hormona implicada en el comportamiento afiliativo y prosocial, y también en la reducción de los niveles sanguíneos de cortisol, hormona característica de la respuesta a condiciones de estrés.

Cuando nos hallamos en una situación estresante o cuando nos sentimos tristes, el contacto físico, las caricias, y las palabras de consuelo o de tranquilidad de las personas próximas nos reconfortan. Pero, si se trata de palabras, ¿qué es lo que nos sirve de ayuda? ¿el sonido de las palabras o su significado concreto? Si es el significado de lo que oímos, se trataría de un rasgo genuinamente humano, ya que solo los seres humanos somos capaces de entender palabras, de acceder a su significado preciso. Pero si el que nos sirve de ayuda es el sonido de la voz del otro, por las claves emocionales que contiene, se trataría de una característica que compartimos con otros animales, en los que los niveles sanguíneos de oxitocina se elevan en respuesta a ciertas vocalizaciones emitidas por otros miembros de la especie.

Oxitocina

En un experimento cuyos resultados acaban de ser publicados se estudió la respuesta hormonal al estrés en niñas (68 de entre 7 y 12 años de edad) sometidas a una prueba de conocidos efectos estresantes (de 15 minutos de duración), y el modo en que el estado emocional se vio afectado por la interacción de las niñas con sus madres mediante diferentes vías. El efecto de la prueba estresante se determinó midiendo el nivel de cortisol salivar en las niñas, y el de la interacción (potencialmente reconfortante) con la madre, midiendo la concentración de oxitocina en la orina (además del nivel salivar de cortisol). Ambos reflejan los correspondientes niveles en sangre de las dos hormonas.

El interés del experimento radica en que la interacción con la madre se efectuó mediante tres vías alternativas. Tras la prueba estresante, las niñas fueron divididas en cuatro grupos. Las de un grupo fueron mantenidas sin contacto, ni físico ni verbal, con sus madres; a las de otro grupo se les permitió, -y así lo hicieron-, recibir y enviar a sus madres mensajes escritos por vía telemática; a las del tercer grupo se les permitió hablar con sus madres por teléfono; y las del cuarto grupo pudieron estar con sus madres y hablar con ellas o mantener contacto físico entre ellas. Estuvieron de ese modo durante 15 min, y a partir de ese periodo, todas las niñas se mantuvieron aisladas de sus madres, y se les determinaron los niveles de cortisol salivar y oxitocina sanguínea a diferentes intervalos durante una hora, al cabo de la cuál habían recobrado los niveles basales de ambas hormonas.

El contacto entre madres e hijas mediante mensajes escritos por vía telemática no permitió reducir la concentración de cortisol ni provocó aumento de la de oxitocina, resultando ambos niveles hormonales equivalentes a los que experimentaban las niñas que no habían podido interaccionar con sus madres de ningún modo. Y sin embargo, la conversación telefónica tuvo el mismo efecto fisiológico que el contacto, físico y verbal, directo entre madres e hijas.

Cortisol

La conclusión que se obtiene es que, al menos bajo las circunstancias aquí reseñadas, el contenido de la comunicación no es lo que conforta a una persona que necesita ser confortada. Es el sonido de las palabras, de las vocalizaciones, -de la madre en este caso-, lo que reduce el estrés de las hijas, lo que las conforta o apoya emocionalmente.

No se pueden generalizar estos resultados a otros contextos o a otras relaciones (entre amigas, por ejemplo), pero parece claro que el lenguaje escrito, aunque puede llegar a ser muy rico y cumplir importantes funciones comunicativas, resulta incapaz de provocar la misma respuesta hormonal que el lenguaje hablado. Las primeras evidencias de lenguaje escrito datan de hace unos 5000 o 6000 años, mientras que las vocalizaciones tienen una antigüedad de varios cientos de millones de años en nuestro linaje, por lo que no debiera resultar sorprendente que las señales auditivas son mejores estimuladoras de la liberación de hormonas implicadas en la formación de vínculos, reducción del estrés, emparejamiento y otros comportamientos críticos desde el punto de vista de la “adecuación” (“fitness”) en muchas especies.

Estos resultados tienen, por último, interesantes implicaciones en las sociedades humanas actuales. Cada vez recurrimos en mayor medida a comunicarnos mediante lenguaje escrito. Mensajes de correo electrónico, SMS, chats, comunicaciones a través de facebook o twitter, son todas ellas formas escritas de contacto que pueden tener carácter instantáneo y que, en la práctica, están sustituyendo a la comunicación oral (auditiva) y más aún, la presencia y contacto físico. Pues bien, si los resultados de este experimento son extrapolables, -en cierta medida al menos-, a otras relaciones y contextos, nos encontraríamos con que nos deslizamos paulatinamente hacia modos de comunicación que no cumplen las mismas funciones biológicas que la voz o las interacciones físicas interpersonales. Y eso es algo que puede tener importantes consecuencias, ya que, a ciertos efectos al menos, el lenguaje hablado o la presencia física son insustituibles.

Fuente: Leslie J. Seltzer, Ashley R. Prososki, Toni E. Ziegler, Seth D. Pollak (2012): “Instant messages vs. speech: hormones and why we still need to hear each other” Evolution and Human Behavior 33: 42–45

3 pensamientos sobre “Necesitamos oírnos unos a otros

  1. Abelardo Vela

    Con contenido sesgado.

    Los experimentos controlados muestran tan sólo una parte del fenómeno que realmente tiene lugar. La presencia física de las personas, desde mi perspectiva puede jugar el mismo papel, complementado obviamente con las palabras, pero los gestos y movimientos son señales que necesariamente implican una respuesta a la presencia física de rechazo o aceptación según sea el caso.
    Todos respondemos a estímulos, y estos pueden ser verbales, gesticulares o simples movimientos del cuerpo. La respuesta depende también de la empatía que se dé entre las personas,de este grado de empatía dependerá el grado de respuesta del individuo.
    Debemos tener en cuenta que todos podemos responder en distintos grados a situaciones de estrés o de empatía. No sería raro diseñar un experimento que se dirija al contacto físico de un individuo con otras personas. Es de observar que a distintas etapas del desarrollo humano la respuesta es diferente al estrés, e. g., las niñas tienen unas respuestas ante el hecho de saber que está su madre cerca, ¿cuál sería la reacción de una persona mayor que ha perdido a su madre?.
    Para conocer realmente el funcionamiento fisiológico y cuáles son las respuestas psicológicas a dicho funcionamiento requiere de estudios más complejos y sus respuestas nos darán resultados más completos.
    La actitud de empatía se puede estudias de diversas formas, sin embargo la conclusión de este estudio es interesante, ya que revela que los nuevos sistemas de redes sociales cada vez incluyen más opciones, a las cuales se les puede integrar vídeo conferencias, y según el estudio, el resultado que se debe esperar es el mismo que se registró cuando se dejo llamar a las niñas por teléfono a sus madres.
    La conclusión es la de que en la naturaleza humana encontramos que hay una conexión, en diversos grados con diferentes personas entre personas, y esta conexión se puede observar a simple vista.

  2. Pingback: La testosterona dificulta la cooperación | La Naturaleza Humana

  3. Venancio Rodríguez Sanz

    Yo soy peluquero. Tengo un pequeño negocio. A veces vienen personas que viven solas y hablan conmigo de forma monologal. Es como si necesitaran escucharse a sí mismas. A veces, les hablo de otra cosa y ellos siguen con su discurso. Esto solo me ocurre con las personas mayores que están viudas o separadas y viven solos. Mi pregunta es: ¿hablamos porque necesitamos escucharnos a nosotros mismos? Si es así, ¿sería saludable hablar a solas con uno mismo en vos alta? Por lo que experimento, es más importante el oírse uno mismo que recibir contestación de otro. A veces, me descubro hablando conmigo mismo cuando me dirijo a algún sitio para hablar con alguien, es como si ordenara mis ideas. Me hago preguntas y me las respondo yo mismo, me pongo en el papel del otro. A mí me funciona.
    Un saludo.

Responder a Venancio Rodríguez Sanz Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Confianza online