Dueño de mis actos; los demás no tanto

¿Soy libre? Cuando tomo decisiones, ¿lo hago entre alternativas realmente existentes o estoy abocado a tomar la que acabo tomando? Hace unos meses me ocupé aquí de esta cuestión y al respecto, entre otras cosas, escribí lo que sigue: “la mayoría de las personas creen que son dueñas de su destino: una encuesta realizada en 1998 a 40.000 personas en 34 países puso de manifiesto que el 70% así lo creen. Y además, quienes así piensan, creen que tienen una mayor capacidad de decisión sobre sus vidas que el resto de las gentes.”

En efecto, parece que tendemos a pensar que somos más dueños de nuestros actos que lo que lo son los demás. Ese sesgo, -porque es evidente que se trata de un sesgo-, fue puesto de manifiesto hace ya algún tiempo mediante una serie de cuatro interesantes experimentos psicológicos. Según los resultados de esos experimentos, nuestro comportamiento pasado y futuro es, a priori, menos predecible que el de los demás; por otro lado, nuestra vida podría seguir por más veredas posibles que las de los otros, siendo los otros nuestros pares. Además, esa asimetría entre nosotros mismos y los demás no reflejaría una tendencia de las personas a considerar que sus vidas están guiadas por el azar en mayor medida que las de los demás. Y por último, lo que mejor puede predecir el comportamiento futuro propio serían los deseos e intenciones de uno mismo, aunque no cabría decir lo mismo del comportamiento futuro de los demás, que estaría más condicionado por factores ajenos a ellos mismos.

Al parecer, los resultados de esos experimentos son relevantes en relación con el estatus o la validez de la denominada “asimetría actor-observador” o “sesgo actor-observador”. Esta asimetría ha sido definida como la tendencia de la gente a considerar que sus propias acciones vienen determinadas por factores externos, mientras que las de los demás habrían sido generadas por ellos mismos en mayor medida. Definida en esos términos, la asimetría conduciría a negar la responsbilidad por los actos propios y a considerar a los demás responsables de los suyos. Pero resulta que un metaanálisis realizado en el año 2006 a partir de los resultados publicados en 170 trabajos llegó a la conclusión de que tal sesgo o asimetría no existe. Y por otro lado, los resultados de los experimentos presentados aquí contradicen claramente la dirección del sesgo.

Pero no es la cuestión del sesgo del actor-observador la que más me interesa ni la razón por la que he traido los resultados del estudio aquí. Lo que me ha parecido de interés es la constatación de que nuestra percepción del libre albedrío, del grado de libertad que tenemos, así como de la capacidad que nos atribuimos de incidir en nuestro futuro, es diferente de la percepción que tenemos al valorar esas mismas capacidades o grados de libertad en los demás.

Esa percepción del libre albedrío me recuerda un discurso muy en boga según el cual los grandes poderes del mundo, -haciendo uso de los medios de comunicación de masas y de su influencia sobre las personas-, son los que conducen a la gente por la senda del conformismo político y del consumismo desaforado. “No tomamos decisiones libres sobre nuestra opción política ni tampoco sobre lo que consumimos” se afirma, y también que “estamos atrapados por la publicidad y por los modelos mediáticos que se nos ofrecen”. “No somos libres” es la conclusión y, por lo tanto, “tampoco somos responsables”.

Lo curioso del caso es que cada vez que preguntamos a alguien si es él o ella quien no es libre, quien está condicionado por los medios de masas, quien vota a una opción política en virtud de los efectos de la propaganda, o quien consume de manera conspicua por efecto del ambiente, la respuesta suele ser contundente: “no, no es mi caso, pero sí el de la mayoría de la gente.”

Fuente: Emily Pronin y Matthew B. Kugler (2010): “People believe they have more free will than others” Proceedings of the National Academy of Sciences USA 107 (52): 22469-22474

Un pensamiento sobre “Dueño de mis actos; los demás no tanto

  1. Abelardo Vela.

    Sin Libertad

    Es difícil entender que no tenemos esa libertad que creemos ejercer todo el tiempo. La realidad se fundamenta en la simple elección, y esta se da en dos direcciones, en lo que me beneficia y no me beneficia. En ese sentido, porque podemos escoger algo, es lo que nos da ese sentimiento de libre elección, sin embargo, al sopesar si algo me beneficia o no, esa decisión ya está sesgada, porque cuando tomamos una decisión, hay cantidad de variables que influyen tanto externas como internas que nos dirigen a tomar una decisión determinada, pero eso no es todo; siempre creemos esperar bajo condiciones controladas “por nosotros” los resultados esperaros, pero no tenemos encuenta la información que extra que existe debido a esas variables que no controlamos, que si estuviésemos toda la información con respecto a la decisión que vamos a tomar, entonces si podríamos pensar en libertad de elección. Esto es algo que nos mencionan en este texto.
    Si repensamos y este tipo de contenidos se dieran en una educación temprana, nos permitiría tal vez tomar mejores decisiones, aún sabiendo que no tenemos libre elección, no con el fin de beneficianos satisfacer sólo nuestras necesidades, el resultado sería, que mis actos afectan otras vidas otros entornos y que todos estamos interconectados, esto nos daría la base para una sociedad diferente capaz de satisfacer las necesidades de cada uno de sus miembros, y estos cuidarían esta sociedad, simplemente porque de no hacerlo harían un gran daño a la sociedad.

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