Sobre el sustrato neurológico de los juicios morales

Zonas dañadas en los sujetos estudiados

Como el resto de productos de la mente humana, los juicios morales también tienen un sustrato neurológico. Eso no quiere decir que los juicios morales sean meras consecuencias de razonamientos conscientes basados en principios explícitos; la cuestión no es tan sencilla, porque tales juicios también se ven afectados por elementos de carácter emocional.

Hace tiempo me ocupé aquí de un conocido dilema moral, el dilema del tranvía. En aquella ocasión expliqué que según la moral denominada utilitarista, cualquier decisión debe atenerse al principio de que sus resultados han de proporcionar el mayor bienestar total posible para el conjunto de las personas concernidas. Esa moral se opone a la deontológica, según la cual el ámbito de las actuaciones moralmente permisibles ha de venir delimitado por una serie de principios, y esos principios no tienen por qué depender de los resultados de las acciones. Al parecer, los individuos más racionales optan con mayor facilidad por opciones morales utilitaristas, y varios estudios han puesto de manifiesto que las personas con una mayor capacidad de memoria operativa y las más reflexivas tienden a adoptar ese tipo de opciones. El caso es que en aquella ocasión también me referí a un estudio anterior, cuyos resultados habían permitido concluir que las personas que tienen dañada la corteza prefrontal ventromedial (VMPC) tienen una mayor tendencia a tomar decisiones basadas en criterios utilitaristas. Y el caso es que me ha parecido de interés glosar brevemente aquel estudio aquí.

Ciertas neuronas de la corteza prefrontal ventromedial codifican el valor emocional de los estímulos sensoriales y, por otro lado, dicha corteza (VMPC) establece conexiones con las regiones del prosencéfalo basal y del tronco encefálico que ejecutan los componentes fisiológicos de la respuesta emocional. No es, pues, de extrañar que personas con lesiones en esa corteza (VMPC) exhiban una sensibilidad emocional disminuida, y que las emociones sociales, -como son la compasión, la vergüenza o la culpa-, estén muy limitadas o reducidas en esas personas; se trata de emociones que están muy asociadas con los valores morales. En otro orden de cosas, sin embargo, son personas perfectamente normales: su inteligencia general, razonamiento lógico y el conocimiento de normas sociales y morales están intactos.

En el estudio en cuestión se seleccionaron seis pacientes con lesiones bilaterales (sufridas en la edad adulta) en la VMPC; utilizaron dos controles, uno formado por personas neurológicamente normales y el otro, por doce personas que sufrían daños cerebrales distintos de los de los sujetos estudiados. Con carácter previo, los investigadores comprobaron que los individuos con la VMPC dañada experimentaban evidentes defectos en las emociones sociales: tenían dañada la actividad autónoma en respuesta a imágenes con alta carga emocional, así como muy disminuidas la empatía, la vergüenza y la culpa. Y también comprobaron que, por otro lado, eran perfectamente normales desde el punto de vista intelctual.

En este estudio analizaron la respuesta de los individuos de los tres grupos a distintos escenarios que se podían agrupar en tres situaciones generales diferentes. Una de las situaciones no tenía implicación moral alguna; otra sí la tenía, pero era de carácter impersonal; y la tercera también la tenía y, en este caso, la implicación moral era de tipo personal. Los individuos con la VMPC dañada respondieron de forma diferente a los de los otros dos grupos sólo en el juicio relativo a la situación que tenía implicación moral personal, mientras que no había diferencias entre las respuestas de los individuos de los otros dos grupos. También comprobaron (en respuesta a una crítica publicada a su trabajo) que si clasificaban los escenarios en función de si la respuesta se prestaba o no a una opción utilitarista, las personas con la VMPC dañada optaban en mayor medida por la solución utilitarista que el resto de los individuos.

Ese resultado sugiere que los procesos mediados por la corteza prefrontal ventromedial solo afectan a los juicios morales que implican acciones principalmente emocionales. En ausencia de una reacción emocional al daño que sufren otras personas en los dilemas morales, las personas con VMPC dañada recurren a normas explícitas según las cuales se maximiza el bienestar global, esto es, adoptan soluciones utilitaristas a esos dilemas. No cabe, por ello, pensar que las personas con ese daño tienen una deficiencia general en lo su capacidad para realizar juicios morales, sino que la deficiencia solo les afecta en dilemas morles en los que las emociones sociales juegan un papel fundamental en la resolución del conflicto moral.

Los autores del trabajo concluyen, con carácter general, que los juicios morales intervienen mecanismos intuitivo-afectivos y mecanismos consciente-racionales, cada uno con su o sus sustratos. Y que la VMPC es un sustrato neural crítico del sistema intuitivo-afectivo, pero no del consciente-racional.

Fuente: Michael Koenigs, Liane Young, Ralph Adolphs, Daniel Tranel, Fiery Cushman, Marc Hauser y Antonio Damasio (2007): Damage to the prefrontal cortex increases utilitarian moral judgements Nature 446: 908–911 (doi:10.1038/nature05631)

Notas:

1) A quien interese, César Tomé, autor de Experientia Docet, incluyó en su blog una muy interesante charla TED de uno de los autores de este trabajo, António Damásio, sobre la consciencia. Aquí.

2) Marc Hauser protagonizó hace unos meses uno de los episodios de mala conducta científica que más revuelo ha generado en los últimos años. Eduardo Robredo, autor de “La revolución naturalista” se hizo eco aquí del caso, y The Boston Globe informó aquí de su suspensión.

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