Antes de la transición demográfica: supervivencia vs. fecundidad

ghana-mother-child-nh3En las sociedades que no han experimentado aún la transición demográfica la fecundidad es muy alta, pero también lo es la mortalidad infantil. Aunque diferentes estudios habían puesto de manifiesto que existe una relación negativa entre esas dos variables, no estaba claro cuál es la relación causa-efecto que hay entre ellas. Un estudio publicado recientemente, propone que es la alta fecundidad la que provoca altas tasas de mortalidad infantil, y no, como a veces se ha sugerido, lo contrario.

El estudio se ha realizado a partir de datos correspondientes a países subsaharianos, porque en ellos se da un amplísimo abanico de valores para las dos variables demográficas consideradas. En 2006, año al que corresponden los datos del estudio referido, las tasas de fecundidad en esos países variaron entre 7,3  (Níger) y 3,3 (Namibia y Zimbabwe) hijos por mujer. En total la muestra estudiada fue de 163827 nacimientos y 101195 madres. De los nacimientos un 22% fueron el primer hijo; un 34%, el segundo o tercero; y un 44%, el cuarto a posterior. En esos países, en promedio, muere uno de cada seis niños (la cifra exacta es 5,9) antes de cumplir cinco años. La tasa de mortalidad infantil más baja es la de Zimbabwe (1 por cada 15,9), y la más alta la de Mali (1 por cada 3,6). Dos terceras partes de las muertes infantiles en el África subsahariana son causadas por malaria, neumonía y diarrea, males muy difíciles de evitar cuando no hay suministro de agua potable, instalaciones modernas de eliminación o tratamiento de aguas residuales, ni atención médica.

El estudio ha confirmado la existencia de lo que en inglés se denomina trade-off[1] entre la fecundidad y la mortalidad. Ese trade-off se traduce en lo siguiente: por cada nacimiento añadido, la probabilidad de supervivencia hasta los cinco años de edad disminuye un 14%. La única anomalía en esa norma se produce entre el primero y segundo hijo, ya que la probabilidad de que un niño sin hermanos muera es mayor que la de un niño con un hermano. Ese dato refleja un hecho bien conocido, cual es el mayor riesgo de morir que tiene el primer hijo de una mujer.

Además de la fecundidad, ciertas características de la madre también influyen en la mortalidad. Los hijos de madres jóvenes tienen mayor riesgo de morir; así, los de madres de menos de 16 años de edad tienen una probabilidad de sobrevivir un 67% inferior a la de los hijos de madres de edades comprendidas entre los 24 y 31 años. Además de los anteriores, los autores de la investigación tomaron en consideración el “capital somático” y el “capital extrasomático” de la madre.

El término capital somático hace referencia a las condiciones físicas que pueden influir en la capacidad de la madre para satisfacer las necesidades de la prole. En este estudio utilizaron la altura materna, por ser un indicador que refleja relativamente bien la condición física de la madre y al contrario que otros posibles indicadores, no varía de forma apreciable durante la etapa reproductora de la vida. Comprobaron que la probabilidad de alcanzar los cinco años de edad es un 26% mayor en los hijos de las madres más altas (las del primer cuartil) que en los de las del cuartil de menor altura.

El “capital extrasomático” se refiere a otro tipo de condiciones que también pueden afectar a la capacidad de la madre para atender a sus hijos. En este trabajo se utilizaron dos indicadores de capital extrasomático, un índice de riqueza (basado en la posesión de una serie de electrodomésticos y condiciones generales de la vivienda) y el nivel educativo de la madre. Los hijos de madres con estudios secundarios tienen una probabilidad de sobrevivir un 39% mayor que la de los hijos de madres sin estudios; y los hijos de las madres más acomodadas (del primer quintil de la distribución de los valores del índice) tienen una probabilidad de sobrevivir un 38% más alta que los hijos de las madres más pobres (del último quintil). Por otro lado, los hijos de madres no casadas (viudas, separadas o solteras) tienen una probabilidad de sobrevivir un 25% inferior a la de los hijos de madres casadas. Y los niños nacidos en zonas rurales también tienen una tasa de mortalidad mayor; su probabilidad de supervivencia es un 7% inferior que la de los nacidos en áreas urbanas.

Por otra parte, el trade-off entre supervivencia y fecundidad se ve, a su vez, afectado por las variables ambientales o socioeconómicas consideradas. En general, ese trade-off se intensifica en los países en que la probabilidad de supervivencia de los niños es mayor; esto es, en los países donde hay menor mortalidad infantil los aumentos de la fecundidad provocan un descenso más acusado en la supervivencia de los niños. Otro de estos efectos combinados incluye la edad de la madre como factor: cuanto más joven es la madre, más desciende la probabilidad de supervivencia infantil al aumentar la fecundidad. La mortalidad aumenta más con la fecundidad en los hijos de las mujeres más altas y también en los de las que han alcanzado un superior nivel educativo. Sin embargo, los costes de la fecundidad son menores en las mujeres de un mayor nivel socioeconómico.

africa_family_hutLa fecundidad óptima, definida como aquella que rinde el mayor número de hijos que alcanzan la edad de cinco años, se encuentra en todos los casos por encima de doce hijos por mujer. Sin embargo, son raros los casos en que las mujeres tienen más de ocho hijos. Por lo tanto, no es ese criterio de óptimo el que determina la fecundidad real de las mujeres subsaharianas. De hecho, es muy posible que la alta fecundidad tenga costes que no se han considerado en este trabajo. Por un lado, puede que parte de esos costes tengan que ver con la posibilidad de las madres de sacar adelante más embarazos de los que efectivamente conduce a término; ese aspecto no se ha podido evaluar en este trabajo y podría ser muy importante. Y por otro lado, también podría haber costes de supervivencia o reproductivos en que incurrirían los hermanos que sobreviven y alcanzan la edad de reproducirse; es posible que si el número de hermanos es muy alto, la fortaleza física y la salud se resientan y ese elemento determine una menor fecundidad de esos hijos e hijas.

Los autores del trabajo valoraron también la posibilidad de que la relación causa efecto entre las dos variables demográficas del trade-off en vez de consistir en un efecto negativo de la fecundidad sobre la mortalidad infantil, tuviese el sentido contrario. Esto es, cabe la posibilidad de que las decisiones sobre fecundidad estén condicionadas, de manera que cuando la tasa de mortalidad es alta y es provocada por factores ambientales, las madres podrían decidir tener más hijos al objeto de compensar la pérdida causada por la alta mortalidad. Sin embargo, un análisis pormenorizado de los datos sugiere que la relación causa efecto que opera es la que se ha apuntado antes, la que consiste en un efecto negativo del número de hijos sobre la probabilidad de supervivencia. Es la disminución de la capacidad para cuidar a los hijos y proporcionarles los recursos que necesitan para salir adelante lo que provoca que cuanto mayor es el número de hijos, menor es la probabilidad de que lleguen a la edad de cinco años. El hecho de que los hijos de las mujeres con más recursos sufran en menor medida las consecuencias del aumento en la fecundidad de la madre constituye un importante dato a favor de esta interpretación.

No obstante lo expresado en el párrafo anterior, sospecho que en los fenómenos demográficos las relaciones causa-efecto son más complejas y se dan en las dos direcciones. Como se ha señalado antes, dos terceras partes de las muertes de niños en los países subsaharianos se deben a las enfermedades infecciosas; esto es, son independientes de la fecundidad. Por ello, no creo que haya que descartar que en África la decisión de tener muchos hijos sea, en general, consecuencia de la alta mortalidad extrínseca (debida a factores ambientales). Lo que ocurre es que sobre esa base, cuanto más alta es la fecundidad, menor es la supervivencia de los que nacen, porque los recursos y atención que se pueden dedicar a los hijos disminuyen al aumentar su número. El efecto positivo de la riqueza de la madre, de su nivel educativo y de su condición física sobre la probabilidad de supervivencia de sus hijos expresa bien a las claras que el factor que determina el trade-off observado es el de la atención y cuidado que se presta a los hijos. Se trata, por tanto, de un fenómeno complejo, en el que las relaciones causa-efecto operan, seguramente, en las dos direcciones aunque en diferentes escalas temporales.

Fuente: David W. Lawson, Alexandra Alvergne y Mhairi A. Gibson (2012): “The life-history trade-off between fertility and child survival” Proc. R. Soc. B 279: 4755-4764 doi:10.1098/rspb.2012.1635


[1] Un trade-off se sustancia en una relación funcional de dependencia negativa entre dos variables

Nota: Esta no es la primera ocasión en que me ocupo de la transición demográfica. En esta anotación analicé otra relación causa-efecto que tiene que ver también con la transición demográfica, la de la relación entre número de hijos y formación. Y en esta otra, la oposición entre “éxito biológico” y “bienestar de la descendencia” y su papel en la transición demográfica.

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