Por tener demasiado poco

pobreza

El tener demasiado poco, sea de lo que sea, provoca que la atención se dirija, casi en exclusiva, a resolver el problema inmediato de la escasez. Por esa razón, la escasez hace que quien la sufre tienda a endeudarse, sin prestar la debida atención a si los beneficios de ese comportamiento superan a los costes o no.

Esa es la conclusión principal que se ha obtenido en un estudio basado en una serie de experimentos psicológicos[1] en los que los participantes van manejando, en diferentes rondas (“rounds”) el recurso con el que cuentan y tratando de obtener beneficios con sus decisiones. En palabras de los investigadores, los experimentos permiten “destilar” la esencia del problema relacionado con la escasez, pudiendo prescindir de las circunstancias particulares y otros factores ambientales que pueden incidir en las conclusiones de los estudios cuando estos se realizan en situaciones reales. Esta apreciación es particularmente relevante cuando lo que se pretende es estudiar cómo afectan las estrecheces económicas, -y no la pobreza con todas sus implicaciones sociales o educativas-, a las decisiones que toman quienes tienen poco.

Los experimentos de este estudio muestran que la escasez provoca que quien la sufre ponga el foco de atención en ella y lo haga de forma casi exclusiva; esto es, ponen el foco en la escasez y en ninguna cosa más. En el curso de los dos primeros experimentos, -de los cinco que se hicieron en total-, se observó que la escasez, al provocar una atención excesiva en resolver los problemas inmediatos que se derivan de ella, conduce a la gente a tomar prestado sin tener en cuenta que el préstamo se detrae de las rondas futuras. Y en los experimentos siguientes se comprobó que esos préstamos resultaban contraproducentes. La cantidad que tomaban prestada los jugadores dependía del tiempo que dedicaban a cada turno o “round” del juego, de manera que cuanto más tiempo, y por lo tanto atención, prestaban a la ronda en que se encontraban, en mayor medida descuidaban las siguientes.

En uno de los experimentos de la segunda serie, a los participantes no se les proporcionaban cheques, sino tiempo. El tiempo era lo que se ponía en juego; dependiendo del subgrupo a que hubiesen sido asignados, podían o no tomar tiempo prestado (del que les quedaba), y entre los que lo podían tomar prestado, unos debían pagar intereses y otros no. En los participantes “ricos” (con más tiempo) no había diferencias de comportamiento entre los que podían y los que no podían tomar tiempo prestado, ni tampoco entre los que debían pagar intereses y los que no debían. Los “pobres”, sin embargo, lo hacían mejor si no podían endeudarse; peor si podían endeudarse y no tenían que pagar intereses, y bastante peor si, además, debían pagar intereses.

Los resultados de estos estudios apoyan la noción de que la escasez provoca que se preste especial atención a la misma escasez y a los problemas que genera. Eso puede tener aspectos positivos, como ocurre con algunos comportamientos observados en la vida real. Por ejemplo, hay comerciantes que, en un contexto de descuentos globales, elevan el precio de algunos productos cuando se eleva la venta de los mismos; pues bien, la mayor parte de la gente no se percata de esas subidas ocasionales de precios, pero las personas con menos recursos tienden a darse cuenta más fácilmente. Los compradores con pocos recursos suelen darse cuenta más fácilmente también de la existencia de sobrecostes que a veces no figuran en el precio marcado.

Pero, por otro lado, el poner el foco en la escasez hace que, por ello, se descuiden otros problemas. Es así como incurren los que tienen poco en un exceso de endeudamiento. Los pobres soportan un mayor “carga” cognitiva por dedicarse en mucho mayor medida que los ricos a resolver los problemas que genera la escasez. Y por esa razón consumen capacidad de atención y les queda menos para otras cosas.

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Cuando se estudia la pobreza se constata que los pobres incurren con frecuencia en comportamientos que tienen el efecto de reforzar esa condición. Es habitual que la gente más pobre gaste más en loterías, por ejemplo, o que ahorre demasiado poco, y se endeude demasiado. Hay quienes atribuyen esos comportamientos contraproducentes a las circunstancias propias de la pobreza, tales como la educación, la salud, las condiciones de vida, la representación política, así como factores demográficos y geográficos; esto es, piensan que los pobres, por las razones que fuese, viven en entornos que promueven esos comportamientos. Y otros los atribuyen a unos hipotéticos rasgos de personalidad de los pobres; esto es, descartan, o minusvaloran, los factores ambientales, e invocan rasgos más endógenos.

Pero lo que sugieren los resultados obtenidos en este estudio es que, quizás, el problema tiene un carácter aún más general o más básico, y consistiría en que la escasez de recursos crea una determinada mentalidad, y cambia la forma en que las personas afrontan los problemas y toman decisiones. Normalmente, cuando no se sufren estrecheces económicas, la gente no presta demasiada atención a los gastos normales. Pero cuando hay escasez, esos gastos dejan de ser algo normal o casi irrelevante, para convertirse en un problema que requiere una solución urgente; es la misma falta de recursos la que hace que cada gasto sea más agobiante. En resumen, el simple hecho de tener menos provoca una mayor atención, un foco más intenso en el hecho en sí y en sus consecuencias. Quiere eso decir que el comportamiento de los pobres no estaría ligado a las circunstancias específicas (educativas, sociales, etc.) de la pobreza, ni a posibles rasgos diferenciales de los pobres. Esa mentalidad surgiría de la característica básica y fundamental de la pobreza: el tener menos.

En realidad, ese mecanismo no sería de aplicación solo a la pobreza, sino a cualquier otro tipo de escasez. Quien tiene sed se fija, sobre todo, en señales o claves relacionadas con el agua; lo mismo les ocurre a los que tienen hambre, que dirigen su atención preferentemente a las señales relacionadas con la comida. Y con el tiempo ocurre igual: si se agota el tiempo del que se dispone para finalizar una tarea, todas las demás tareas dejan de recabar nuestra atención. En definitiva, la gente se concentra en los problemas en que la escasez es lo más relevante. Puesto que la escasez es el factor que recaba la atención de la gente y provoca que se dedique de modo intenso a su superación o la resolución de los problemas que acarrea, también conduce a que se descuiden otros. Por eso, los pobres contraen con frecuencia préstamos que les permiten salir del apuro del momento pero que les dificultan seriamente hacer frente a gastos futuros. Y de la misma forma, los plazos estrechos hacen que la gente se concentre en la tarea urgente, descuidando otras tareas muy importantes.

La pobreza es un fenómeno con muchos elementos y muchas implicaciones. Para su comprensión no basta con considerar un único factor, por básico e importante que sea. Pero si, efectivamente, una parte importante de sus consecuencias obedece al efecto que ejerce sobre el modo en que las personas pobres dirigen su atención, entonces merece la pena considerar actuaciones que ayuden a aliviar la carga cognitiva que conlleva el estado de privación, pues podría servir para facilitar que se tomen mejores decisiones, decisiones que no compliquen aún más las cosas a quienes se encuentran en la situación de pobreza.

Fuente: Anuj K. Shah, Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir (2012): “Some Consequences of Having Too Little” Science 338: 682-685


[1] Omito los detalles de los experimentos porque alargaría el texto en exceso pero, básicamente, consistían en que personas de dos tipos, “pobres” y “ricas” dependiendo de los cheques con los que contaban, utilizaban esos cheques para obtener beneficios, pudiéndose endeudar en algunos casos y en otros no. Los experimentos incluían otro tipo de actividades introducidas para modificar la situación (de fatiga, por ejemplo) de los participantes, y otras.

2 pensamientos sobre “Por tener demasiado poco

    1. Juan Ignacio Pérez Iglesias

      Begira zer dioen artikuluak bukaeran: Pobrezia fenomeno konplexua dela eta gabezian fokua jartzearen kontu hori ez dela kontuan hartu beharreko guztia. Bestalde, ikerketa bakoitzak bere helburuak ditu. Lan hori psikologiaren arlokoa da; gabezia nozitzen dutenek erakusten duten jokaera aztertu nahi izan du. Pobreziaren existentziaren arrazoiak aztertzea ekonomia disziplinari dagozkio.
      Edozein kasutan, ikerketa horretan fokua ez dute ipini pobreen ergelkerian, ez baitu inon esaten pobreak ergelak direnik, pobreen gabezia-egoerak sortzen duen pentsatzeko moduan baizik.

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