La Naturaleza Humana en 2013

Vitrubio

Presento a continuación las diez anotaciones publicadas este año que han suscitado un mayor interés entre los lectores. La selección no coincide, seguramente, con la que yo hubiese hecho sobre la base de mis preferencias o intereses. Las he ordenado por número de visitas.

En La gente ya no muere de lo que solía, publicado el 7 de enero, ofrezco información relativa a las principales causas de muerte en el Planeta. Algunas de ellas son sorprendentes.

En Geografía de la diversidad lingüística, del 6 de abril, explico que la diversidad lingüística de las diferentes zonas del Planeta está relacionada con la latitud, la variabilidad climática, la productividad biológica y la diversidad ecológica local.

Ilusión de superioridad, publicado el 19 de marzo, trata del fenómeno que consiste en tener mejor opinión de uno mismo que de los demás, su origen neurológico y bases moleculares.

En Vivir rápida o lentamente, del 16 de abril, explico cómo el estrés por patógenos ha podido ser el responsable de las amplias diferencias observadas entre los distintos estados de Norteamérica en características tales como religiosidad de la gente, intensidad de los lazos familiares, incidencia de los homicidios y maltrato o abandono infantil.

En La buena literatura nos ayuda a ponernos en lugar del otro, publicado el 28 de octubre, cuento que según un estudio, leer buena literatura mejora nuestra capacidad para empatizar con los otros y para entenderlos y, de esa forma, para interpretar su comportamiento mejor.

En La pobreza en la niñez deja huella emocional, publicado el 17 de diciembre, explico cuáles son las razones por las que la pobreza en la niñez tiene efectos duraderos sobre la actividad de las áreas del cerebro implicadas en la regulación de las respuestas emocionales.

En Moral y mercados, o… ¿cuanto vale la vida de un ratón?, publicado el 13 de mayo, ilustro, mediante una serie de experimentos, como la actuación en los mercados rebaja los estándares morales de las personas.

En Ligar por internet no parece mala opción, publicado el 3 de julio, gloso los resultados de un estudio en el que se llega a la conclusión de que las personas que se conocen en la red manifiestan más satisfacción con su matrimonio y se separan o divorcian menos que las que se conocen en presencia una de la otra.

En el artículo ¿Es la herencia el factor que más influye en el desempeño escolar?, del 24 de diciembre, comento los resultados de un estudio que da cuenta de que el desempeño escolar es un rasgo de alta heredabilidad; pero la verdad es que no acabo de estar convencido de su corrección.

Tal y como explico en La fuerza de voluntad no necesita azúcar, del 5 de noviembre, aunque mucha gente está convencida de que es bueno ingerir azúcar si se desea mantener una ardua actividad mental de forma prolongada, lo cierto es que esa noción no tiene sentido desde el punto de vista fisiológico.

 

Un pensamiento sobre “La Naturaleza Humana en 2013

  1. Edgardo

    Cómo es la naturaleza humana

    Es inquieta, nunca está satisfecha, siempre busca algo. Aunque tenga millones siempre algo le falta. Insegura, si no tiene problemas se los busca, resentida, enojada, caprichosa. Parece que nunca encaja en nada. Esas son entre otras las particularidades descriptivas del ser humano. Odia ser conformista, rutinario/a, indistinto/a. Si bien la meta es progresar, no escatima métodos para alcanzarlos si están a la mano, aunque fueran dudosos o impropios, si los riesgos son mínimos no duda. Es careta, siempre trata de presentar una imagen diferente de lo que es internamente, posee al menos dos personalidades claramente definidas, la mentira, el ocultamiento y la sospecha es su método para relacionarse con el mundo.

    Se ha dicho que el socialismo es un fracaso, ciertamente visto desde las altas esferas o niveles de los ricos. Si bien se ha logrado el crecimiento de una clase media en diferentes sustratos, en la medida que suben en escala no pueden vivir disfrutando de lo que el mundo ofrece si no pueden someter a un buen número de “otros” humanos que se vean obligados a realizar todas las tareas serviles y de producción imprescindibles. Llámese obrero, peón o trabajador no es muy diferente del esclavo en términos de posibilidades en la vida. No es posible que los obreros reciban los mismos salarios que los profesionales ni los magistrados o los políticos, porque de otro modo los servicios de la clase trabajadora se encarecen erosionando las aspiraciones de los más ricos en conseguir lo mejor, más grande, más ostentoso o nuevo que el mundo siempre les ofrece. En eso el socialismo igualitario, no es que halla fracasado, es que nunca a nadie le ha interesado llevarlo a la práctica porque es contrario a los intereses de los pudientes y de los que gobiernan al compás de lo que ellos quieren y de la codicia humana. Solo se usa como discurso para engatusar a la mayoría de los votantes que obviamente pertenecen a los estratos económicos y sociales más bajos, dándoles algunas migajas envueltas en papeles de regalo de brillantes colores por haberlos elegido solo para recibir su continuada simpatía, endilgando los problemas que no pueden solucionar a ‘otros sinverguenzas’ generando un clima de incertidumbre y prejuicios de todo tipo.

    Se suele decir que ciertos gobiernos socialistas les han mejorado la vida a muchos de sus ciudadanos mientras que anteriores gobiernos los tenían más sometidos, más pobres, etc. Muy bien, pero ¿a cambio de qué? ¿Cuál es el costo de tal supuesto reparto ‘justicialista’? En todo siempre hay un precio que debe pagarse. En este maldito mundo nada es gratis. Y mucho menos en un mundo globalizado, donde reina la más pura y cruel economía liberal de mercado. Un árbol puede estar cargado de fruta, pero la mayoría solo quiere ver esa fruta en un cajón en una verdulería al más bajo precio posible que tener que cosecharla aunque fuera gratis. Todos estamos a favor de un mundo organizado pero nadie quiere ser parte de los niveles más bajos, todos aspiramos a niveles mayores, los más altos que podamos escalar. Ello establece que el mundo que vivimos está necesariamente dividido en seres humanos de distintas categorías, impulsadas y autoimpuestas por la misma naturaleza humana, principalmente económicas establecida mediante leyes que parten de las disponibilidades que la misma naturaleza ofrece y el sistema tecnológico permite explotar, luego sociales, políticas, religiosas y mentales. Las leyes que rigen la economía, contrario a lo que muchos piensan cuando son inexpertos, se hallan elaboradas, no para que cualquiera pueda progresar, sino solamente para aquellos que se le es permitido por sus relaciones con el poder, mientras que los demás deben ajustarse a las reglas que los obligan a tener que ceder la mayor parte de sus esfuerzos a cambio de leves mejoras, soñando casi siempre con hallar la buena suerte futura. Si así no fuera los billetes de lotería no existirían, ni los casinos y nadie apostaría al bingo o la quiniela. Por otra parte el contrabando, el narcotráfico, la prostitución y todos los negocios criminales no existirían si no fuera por esa naturaleza humana ambiciosa que no está dispuesta a someterse al sistema porque no tienen temor de ningún hombre ni de dios y creen que la vida física que poseen es la única y tienen que sacarle el mejor partido posible a cualquier costa. De allí la famosa frase: “las leyes son como las telarañas, solo sirven para atrapar a las moscas no a los pájaros.” Por eso, la igualdad ante la ley es una farsa mundial. No existe ni en los países más envidiables.

    Se suele decir que el único sistema que puede mantenerse en el tiempo es aquel que permita la existencia de incentivos necesarios para producir, para generar riqueza, fundamentada en la motivación propia de cada ser humano de escalar de un estado menos satisfactorio a otro más satisfactorio. Pero esas expresiones son engañosas, no son extensibles a todos en general, es solo una teoría parcial más de carácter discursivo y persuasivo. Es totalmente contrario en primer lugar a las posibilidades sustentadoras que el planeta ofrece el que todos pudieran tener y disfrutar de todos los adelantos tecnológicos, y en segundo lugar para obtenerlo deberían tener el dinero a cambio de servicios o trabajo, con lo cual atentaría contra la política de precios orientada hacia el beneficio de los sectores pudientes paralizando la economía. ¿Quiénes irían a las minas a trabajar, o en otros emprendimientos peligrosos pero imprescindibles, necesarios? ¿Los políticos? ¿Los abogados? ¿Los médicos o ingenieros? ¿Quienes producirían las verduras y hortalizas a precios bajos si no existiera un sometimiento escalar impuesto mediante leyes económicas? ¿Creerían acaso que si sembrando y cosechando verduras o trabajando de sirvienta en un country o mozo en un café se ganara más que trabajando en una mina o en una torre petrolera o de buzo habría suficientes manos disponibles para tales tareas más exigentes y peligrosas? La única manera sería a punta de fúsil no por elección personal. Si las tareas ‘imprescindibles’ para mantener el adelanto tecnológico actual fundamentado en un sistema organizado de producción y comercio no se llevaran a cabo retornaríamos a una existencia de la edad media, y miles de millones sencillamente moriríamos para dejar cabida a los que queden. ¿Qué ocurriría si en vez de valer centavos cada porción de alimento costara miles de pesos para así poder satisfacer ‘la motivación propia de cada ser humano de escalar de un estado menos satisfactorio a otro más satisfactorio’? Esta más que claro que para ‘satisfacer’ tal motivación deberá apuntar a otras categorías existentes más elevadas con sus exigencias y riesgos implícitos dentro de un sistema organizado de manera verticalista, piramidal. No existe pináculo sin base que la sustente. Es una ley. Y un vaso de 200cm3 de agua de manantial solo puede ofrecer 200cm3, no más. Si hay 10 personas con sed, ese vaso debe repartirse de manera desigual, y los que reciban menos o nada deberán conformarse con agua de red o en última instancia agua sucia.

    Imaginen por un momento que toda la riqueza del mundo se distribuyera equitativamente entre todos sus habitantes. No hay quienes no abogan por ello, y les diré que sin darse cuenta cometen un enorme error de juicio. Desconocen la caprichosa y vil naturaleza humana. O dicho de otro modo, les impulsa esa ‘caprichosa y vil naturaleza humana’ de manera conflictiva, queriendo tener más sin percatarse que para que ese más valga solo lo deberían poseer unos pocos, entre ellos secretamente el que lo desea claro, que en el fondo lo deseamos todos pero no lo admitimos, diciendo en cambio ‘que debería repartirse entre los necesitados’ cuando en realidad se está mintiendo.

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