Astiberri nos acerca un mundo teneboroso

Astiberri Ediciones acaba de publicar una obra impactante, dura, cruda, que te remueve mucho y que nos hace pensar en todo lo que, afortunadamente ha avanzado en estos más de 40 años la psiquiatría y el tratado y cuidado de los enfermos mentales.  En “Pisiquiátrico. 1 Frenopático” Lisa Mandel recoge los testimonios de su madre y su padrastro, y de amigos de éstos, que trabajaron durante 35 años como enfermeros de psiquiatría. Todas esas experiencias personales le son trasmitidas a la autora y suponen la fuente de donde salen todas esas escalofriantes experiencias que son descritas en la obra.

El Frenopático arranca con la madre de Lisa contándonos sus primeras experiencias, a sus 20 años de edad, ocupándose de las mujeres ingresadas en el centro, dentro de un pabellón con 80 camas en el que las medidas de higiene brillaban por su ausencia y donde a las pacientes, que pasaban horas y horas tumbadas sin que nadie las atendiera, se las cambiaba una vez al día.

Después vamos conociendo experiencias escalofriantes, como las de pacientes que se pasaban el día entero atadas por la cintura a sus camas mediante unas correas que les curtían la pie, o el caso de otra que en invierno vivía atada a un radiador y a la que en verano paseaban de una correa como si fuera un perro. Tampoco faltan los alaridos que se oían durante todo el día y acompañaban las noches de sufrimiento y dolor de los internos, hasta que llegaron los tratamientos con neurolépticos que, literalmente, dejaban “lisiadas” las neuronas, consiguiendo que el silencio llegara a los psiquiátricos.  A otros se les sometía al método Sakel, consitente en inyectarles insulina hasta provocarles un coma para desvincularles de su psicosis pero con el que al final, lo único que se conseguía era que éstos aumentaran notablemente de peso.

Más, ejemplos: a los que tenían tendencias suicidas se les aplicaba una cura de sueño consitente en suministrarles entre ocho y diez pastillas de diferentes medicamentos cada ocho horas hasta que se dormían o se quedaban como zombis. Muy espectacular es ver cómo se aplicaban los electroshoks o cómo los trabajadores se empleaban para reducir a los pacientes especialmente violentos.

Lisa Mandel recoge también una reflexión más que interesante, de uno de los empleados. Quizás sea la conclusión principal, cuando se reconoce que en esa época el objetivo no era en ningún momento curar a los enfermos, sino cumplir un acuerdo establecido con la sociedad, un compromiso de proteger a los, teóricamente, cuerdos, de los locos, y cuyo éxito consistía  en lograr que el paciente se acostumbrara a vivir entre esas cuatro paredes y no le diera por querer regresar al exterior, a un exterior en el que no había ningún método de seguimiento ni ninguna estructura que se ocupara de ellos. Por tanto, cuando eso pacientes ingresaban, nadie del psiquiátrico se planteaba si aquella persona algún día iba a salir o no porque, como se dice en la novela gráfica, “eran otros tiempos”

Tiempos ya pasados, pero no está de más esta denuncia y esta llamada de atención que  Mandel hace en este estupendo trabajo, que anuncia más entregas.  “Pisiquiátrico. 1. El Frenopático”, de Lisa Mandel, está editado por Astiberri, tiene 88 páginas en Blanco y Negro y su precio es de 14 euros.

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